En busca de una estrategia global para los refugiados

La semana próxima, líderes de América latina y el Caribe se reunirán en Brasil para discutir soluciones para la crisis global de refugiados. Países observadores, organizaciones internacionales y representantes de la sociedad civil también formarán parte del diálogo, que será organizado por el gobierno brasileño conjuntamente con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.

El objetivo del encuentro de dos días es encontrar nuevas maneras de asistir a los millones de personas desplazadas en la región y en el mundo. Nuestras conclusiones ayudarán a darle forma al aporte regional para un nuevo "pacto mundial sobre refugiados" que será presentado ante la Asamblea General de las Naciones Unidas más avanzado este año.

Ocuparse de la situación de los refugiados es uno de los mayores desafíos que actualmente enfrenta la comunidad internacional. Con unos 65,5 millones de personas desarraigadas por la fuerza como consecuencia de la violencia, de desastres naturales y de penurias económicas, hay más gente desplazada hoy que inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. Pero, como ningún país es inmune a las consecuencias asociadas con los grandes movimientos de refugiados, sólo una respuesta coordinada puede mejorar el sufrimiento. En lugar de cerrar las fronteras, como han hecho algunos gobiernos, la comunidad internacional debe trabajar en conjunto para abordar la cuestión del desplazamiento global.

Mientras buscamos soluciones, es importante recordar que si bien los refugiados pueden huir por diferentes razones, los une la adversidad. Como observa el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, los refugiados son "los más vulnerables de los vulnerables", gente que ha abandonado sus países, familias y amigos, no por un impulso frívolo, sino como consecuencia de la persecución y del conflicto. En otras palabras, no importa hacia dónde estén yendo los refugiados, huyen para salvar sus vidas.

En respuesta a esta realidad trágica -y a pesar de estar agobiado por una severa crisis fiscal que ha llevado a medidas de austeridad en el país-, el gobierno de Brasil ha acelerado los esfuerzos para proteger a quienes arriban a sus costas. Mediante la implementación de nuevos programas de integración y reubicación, Brasil está reforzando una política de puertas abiertas hacia los refugiados, los desplazados y las personas apátridas, dando a la vez señales de liderazgo en esta cuestión.

Por ejemplo, en enero de 2012, Brasil estableció un programa de visado humanitario para beneficiar a los haitianos obligados a huir después del devastador terremoto de 2010. Más de 85.000 haitianos migraron a Brasil y a todos se les resolvió su situación legal rápidamente, permitiéndoles trabajar, estudiar y utilizar el sistema de atención médica pública. Este esfuerzo no sólo les brindó un grado de dignidad a los desplazados; también ayudó a aislar a los refugiados de los "coyotes", redes de contrabando que se alimentan de los destituidos y los desesperados.

Luego, en 2013, se creó otro programa de visado humanitario, esta vez para beneficiar a la gente afectada por el conflicto en Siria. Se terminaron asignando más de 10.000 visas de entrada como parte de esa iniciativa. Finalmente, a fines de 2017, Brasil adoptó una nueva ley nacional de migración, que garantiza a los inmigrantes las mismas protecciones legales que a los ciudadanos, en línea con los principios de derechos humanos que rigen la política exterior de Brasil. La legislación también ayudó a simplificar el proceso de naturalización para las personas apátridas, eliminando prácticamente la cuestión de los apátridas en Brasil.

Cada país tiene una responsabilidad para ayudar a los necesitados. Sin embargo, en este momento, algunos países están haciendo más que otros para asistir a los refugiados. De la población de refugiados del mundo, el 84% hoy en día son recibidos por países en desarrollo. Como demuestra a las claras esa cifra, se necesita urgentemente una nueva estrategia, basada en responsabilidades compartidas. Es por este motivo que la reunión regional que Brasil organiza la semana próxima es tan importante. En otras palabras, queremos compartir lo que hemos aprendido.

Durante décadas, los países latinoamericanos y caribeños han implementado una estrategia unificada para ayudar a los desplazados, mientras que nuestros marcos legales han fijado el estándar global para la protección de los refugiados. Por ejemplo, en 1984, la histórica Declaración de Cartagena sobre los Refugiados de la región comprometió a los firmantes al principio de no-devolución. Tres décadas más tarde, los gobiernos regionales renovaron esta promesa al adoptar la Declaración y Plan de Acción de Brasil, que apunta a terminar con la apatridia en la región en 2024, entre otros objetivos.

Estos acuerdos multilaterales se suman a las políticas unilaterales adoptadas por los países en la región. Esas políticas incluyen protecciones constitucionales para quienes buscan asilo, la provisión de documentos de identificación temporarios y un acceso garantizado a la educación pública, a la banca y a los servicios de atención médica.

Como demuestran estas medidas, los gobiernos en América latina y el Caribe han sentado las bases para fortalecer la respuesta internacional a la crisis de refugiados del mundo. El objetivo de Brasil es canalizar la experiencia colectiva de la región en una solución global más equitativa. Cuando los líderes de la región nos reunamos en Brasilia la semana próxima, y luego nos sumemos a los líderes mundiales en Nueva York más avanzado el año, debemos inspirarnos mutuamente para aliviar el sufrimiento de muchos millones de personas que ya han sufrido bastante. Sólo a través de puertas abiertas -y brazos abiertos- los refugiados del mundo encontrarán seguridad.

Aloysio Nunes Ferreira is the Minister of Foreign Affairs of Brazil.

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