En Cuba, la solidaridad médica se ha convertido en un gran negocio

Miembros de la brigada Henry Reeve, que ayuda a Italia contra el coronavirus, en una ceremonia en La Habana, Cuba, el 22 de marzo de 2020. (ARIEL LEY ROYERO/EPA-EFE/Shutterstock)
Miembros de la brigada Henry Reeve, que ayuda a Italia contra el coronavirus, en una ceremonia en La Habana, Cuba, el 22 de marzo de 2020. (ARIEL LEY ROYERO/EPA-EFE/Shutterstock)

Antes de marcharse de la isla, los 52 miembros de la brigada médica cubana que viajaron a Italia a prestar ayuda sanitaria para combatir al coronavirus en Lombardía —la región más afectada del país europeo— posaron ante la prensa. Los médicos y enfermeros se enderezaron sus batas blancas, se amontonaron unos al lado de otros, tomaron en sus manos unas pequeñas banderitas de papel de ambas naciones, colocaron delante de ellos una fotografía en blanco y negro de Fidel Castro y sonrieron a los flashes. “Sabemos que ustedes van a poner en alto el nombre de la Patria y confiamos en que se van a cuidar”, escucharon leer. Era el mensaje que les enviaron Raúl Castro, primer secretario del Partido Comunista, y Miguel Díaz-Canel, presidente de la República.

No sorprende —ni tampoco es casual— que los dos máximos líderes cubanos se interesasen primero por el lugar simbólico donde quedará la “Patria” tras el gesto altruista de brindar ayuda médica a una nación necesitada y, después, en segundo plano, por la salud de la brigada. El comunicado de Estado a modo de mensaje fue sincero: en Cuba, la patria está por encima de todo y todo lo que contribuya a ensalzarla es bienvenido a cualquier costo. Castro y Díaz-Canel solo escribieron un par de líneas que describen una pequeña parte de la esencia del totalitarismo.

Después de 61 años de una revolución, de las poquísimas cosas de las que Cuba hoy puede vanagloriarse es de su medicina. A pesar del deterioro de su sistema de salud pública, producto de décadas de estancamiento económico y del embargo que Estados Unidos mantiene sobre la isla desde 1962, la medicina cubana ha logrado mantener un alto nivel para lo que Cuba es: una isla subdesarrollada del Caribe con 11.2 millones de habitantes.

Junto a la educación, el régimen vende los logros de la medicina cubana como el rostro de su sistema social. Son logros reales, nadie lo duda, pero como todo buen antifaz, detrás de ese lobby político de resultados se esconde toda la maquinaria y el andamiaje autoritario y dictatorial que impera en el país a golpe de socavar las libertades fundamentales de todo un pueblo.

Los logros de su medicina le sirven a Cuba para intentar borrar de la opinión pública las marcas de las huellas dejadas en el terreno de los derechos humanos. Más aún en tiempos en los que el mundo se encuentra en jaque por la pandemia de COVID-19.

Durante las últimas semanas, brigadas de personal médico cubano han acudido a 15 países para ayudar a contener la expansión del coronavirus y 2019 cerró con 28,000 cooperantes en 61 países. Agradecidos gestos de solidaridad que el mundo le aplaude a la isla sabiendo que, en muchos casos, no son tan elocuentes, sino un simple negocio.

Así lo refleja la Oficina Nacional de Estadística e Información que declara a la exportación de los servicios de salud de Cuba como la principal fuente de ingresos de divisas del país. En 2018, único año en el que el gobierno dio detalles de lo que ingresa, la isla ingresó 6,400 millones de dólares por este concepto.

Por eso no es de extrañar que a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) le haya resultado sospechosa una nación que se desgañita autopromocionándose como la vanguardia de la solidaridad internacional y, a su vez, su principal rubro económico sea su propio altruismo.

Las relatoras especiales de la ONU sobre las formas contemporáneas de esclavitud y sobre la trata de personas han pedido explicaciones al régimen cubano a través de un documento que, entre otras muchas cuestiones, expone que el gobierno se queda “con alrededor del 75% de los salarios de los médicos cubanos que trabajan en el exterior” y que “estarían expuestos a condiciones de trabajo y de vida explotadoras”. Díaz-Canel y su gobierno han hecho oídos sordos al reclamo.

La ONU no ha sido la única organización que ha mirado con otros ojos la solidaridad médica cubana. Cuban Prisoners Defenders recopiló 110 testimonios de cooperantes cubanos que evidencian “los abusos del gobierno”.

Por otra parte, dos filtraciones que han salido a la luz demuestran que el castrismo lucra con su supuesto altruismo. El diario británico The Guardian reportó, en noviembre de 2019, que, a través de un acuerdo secreto intergubernamental con Qatar, Cuba saca hasta 90% de los sueldos de los médicos que laboran en ese país. Y de Brasil ya se embolsó las dos terceras partes de lo que debía ganar cada doctor con el programa Mais Medicos, desmantelado por el presidente Jair Bolsonaro.

Cuba cuenta con nueve médicos por cada 1,000 habitantes, una tasa que le permite mantener en pie su sistema de salud pública y brindar ayuda médica a las naciones que lo requieran. Estoy a favor de esa solidaridad, más en los tiempos que hoy se viven. Pero estoy en contra de hacer de esa solidaridad un acto performático al que se le saca un jugoso tajo político y económico.

Abraham Jiménez Enoa es periodista en Cuba y director de la revista ‘El Estornudo’.

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