En Euskadi no estamos todos

Manifiesto de las 'Comisiones de la Diáspora Democrática Vasca'. Mikel Azurmendi, profesor exiliado de la Universidad del País Vasco, se ha encargado de leer este manifiesto en el que se denuncia el exilio de más de 200.000 vascos "por la presión del terrorismo, ejercido por ETA, y del nacionalismo impuesto con la utilización desleal de todos los resortes del poder autonómico". El manifiesto también acusa al Gobierno vasco y a los partidos nacionalistas de "preocuparse hasta la obscenidad de los presos terroristas" y, sin embargo, "no hacer nada" para evitar que haya gente en el País Vasco que se tuviera que marchar (26/02/05).


Durante la etapa democrática, tras la muerte de Franco, miles de vascos han abandonado su tierra por la presión del terrorismo, ejercido por ETA, y del nacionalismo impuesto con la utilización desleal de todos los resortes del poder autonómico. Al exilio provocado por la Dictadura le sucedió, así, esta nueva diáspora democrática de los vascos que no se identifican con el nacionalismo y que dura ya tres décadas.

A la ausencia de los asesinados por ETA (casi 900), de los heridos y mutilados (más de 3.000) que con sus familias han dejado Euskadi, se une el exilio de los vascos (más de 200.000) amenazados por ETA o asfixiados por la situación de falta de libertad e impunidad legal y moral que ha propiciado el nacionalismo en el poder. En una región de dos millones de habitantes estas cifras explican por sí solas cómo se ha pervertido el sistema democrático hasta crearse, gracias a sus fisuras legales, un "estado de excepción nacionalista", un "régimen político" de terror difícil de ser superado en las urnas por su propia naturaleza alegal e intimidatoria. Por estos motivos, los ciudadanos que nos hemos visto forzados a abandonar Euskadi, por la presión directa o indirecta de ETA y el nacionalismo obligatorio, decidimos unirnos como "Comisiones de la Diáspora vasca democrática" para manifestar los siguientes puntos:

Manifiesto

1.- La presencia en la sociedad vasca de ETA y de sus cómplices políticos o financieros, penales o morales, la estigmatización política y social del no nacionalista que lo manifieste, la arbitrariedad que reina tanto en la administración como en los ámbitos profesionales y laborales que dependen de las instituciones gobernadas por los nacionalistas, así como el clientelismo, el nepotismo y todas las formas de corrupción apoyadas directa o indirectamente en el terrorismo, ha constituido para todos nosotros una amenaza más vaga o concreta que nos ha impulsado a abandonar nuestra tierra. A muchos se nos hace sencillamente insufrible la idea de que nosotros o nuestros hijos tengamos que vivir en un lugar en el que no hay libertad.

2.- Apelar en estas circunstancias a "la voluntad de los vascos" para la sustitución del Estatuto de Autonomía de Gernika por una carta de secesión, no es sólo ilegítimo, sino antidemocrático e inmoral. La voluntad de los vascos es también la voluntad de todos los que hemos sido empujados a marcharnos y constituimos la Euskadi peregrina. Sin libertad es imposible conocer cuál es la voluntad de los ciudadanos. Hoy se está manipulando y usurpando esa voluntad cuando se obvia el miedo que rezuma la sociedad vasca y se silencia -como hace Ibarretxe- la abierta oposición de la mayoría de la población que aún reside en nuestra tierra y la de los expulsados. Sólo con la desaparición definitiva de la violencia y el transcurso, sin terrorismo ni ningún tipo de amenazas, de un plazo de tiempo suficiente para que regresemos los exiliados que así lo deseemos, podrá hablarse con honestidad y verdad de "la voluntad de los vascos".

3.- El Gobierno Vasco y los partidos nacionalistas se han preocupado hasta la obscenidad de los presos terroristas que no cumplen condena en el País Vasco, de las familias que tienen que desplazarse fuera de nuestra comunidad para visitarlos, de dar amparo a Batasuna y evitar toda medida orientada a derrotar a ETA, pero no han hecho nada para impedir que nosotros nos tuviéramos que marchar, ni para facilitar nuestro regreso, ni para permitirnos el ejercicio de nuestros derechos políticos en la Comunidad de la que nos han echado. Y no sólo no han hecho nada ante la dramática realidad de este exilio vasco, sino que lo han aprovechado para ocupar totalitariamente la sociedad vasca.

4.- Denunciamos la ilegitimidad que desde un punto de vista democrático supone el modo en el que se ha configurado el actual mapa político del País Vasco, donde no sólo toda la oposición tiene que ir hoy escoltada y no disfruta de las mismas condiciones para hacer valer su mensaje en la pugna política, sino donde no estamos porque el terror en sus formas más sutiles y más groseras nos ha eliminado. El censo electoral vasco ha sido gravemente alterado por procedimientos terroristas y coactivos, lo que afecta de raíz a todo el proceso político.

5.- Nos oponemos, mientras el terrorismo siga trampeando los resultados de las urnas y produciendo efectos distorsionantes sobre el censo electoral, a cualquier reforma del Estatuto de Gernika que no esté consensuada por todos los partidos democráticos.