En parejas contra ETA

La Guardia Civil y los servicios franceses de información (Renseignements Généraux) constituyen una eficaz pareja de hecho en la lucha contra el terrorismo etarra. Ayer, una vez más, agentes de ambos cuerpos estaban trabajando juntos cuando dos pistoleros de ETA mataron por la espalda al guardia civil Raúl Centeno, dejando malherido a su compañero Fernando Trapero. Juntos estaban también el 1 de septiembre cuando descubrieron en Cahors la factoría en la que la banda fabricaba explosivos con los productos químicos que roba en Francia y coches bomba con esos explosivos. Juntos estaban los agentes de RG y del Instituto Armado en octubre de 2004 cuando detuvieron a Mikel Antza y localizaron uno por uno casi todos los grandes zulos de ETA.

La lucha antiterrorista en Francia, desde que a mediados de los noventa se retiró a la PAF y a la Gendarmería de la investigación sobre ETA, ha sido cuestión de dos parejas de baile: RG-Guardia Civil, por un lado, y el Cuerpo Nacional de Policía y la Policía Judicial francesa, por otro. Las dos parejas han protagonizado importantes éxitos en el debilitamiento de ETA, aunque cada una de ellas ha desarrollado una estrategia y una metodología de trabajo diferentes.

La Guardia Civil y los Renseignements Généraux han optado por el puro trabajo de inteligencia, desarrollando operaciones a largo plazo con el propósito de obtener la información más amplia posible sobre la estructura de ETA en Francia para poder golpear con más dureza en el momento oportuno. Los agentes de estos cuerpos suelen vigilar durante meses -a veces durante años- a sus objetivos en Francia para conocer sus contactos, sus escondites y sus colaboradores antes de actuar contra ellos. El CNP y la Policía Judicial han trabajado habitualmente -en una y otra estrategia hay siempre excepciones- más a corto y medio plazo, basándose en el acoso insistente de los terroristas, golpeando con más frecuencia para evitar en lo posible que la banda se recupere de los golpes recibidos.

Actuando con dos esquemas diferentes, el resultado global es que ambas estrategias han sido complementarias y cada una de ellas ha hecho importantes aportaciones a la lucha contra el terrorismo etarra.

ETA tiene capacidad para captar los pistoleros que necesita y no tiene demasiados problemas de dinero porque funciona con menos de dos millones de euros al año. En este momento puede tener problemas de abastecimiento de explosivo, pero sigue estando en posesión de armas y, sobre todo, tiene voluntad de continuar practicando el terrorismo. Sin embargo, ETA también necesita dar adiestramiento a sus terroristas, darles instrucciones, tener contactos con ellos, proporcionarles el material, el dinero, las órdenes en cada momento. Y toda esta actividad genérica de encuadramiento se desarrolla en territorio francés. Ese es su punto débil.

En la medida que los agentes policiales de uno y otro cuerpo sean capaces de mantener a raya las estructuras de ETA en Francia, la banda terrorista tendrá problemas de operatividad. Si la presión que se ejerce al otro lado de la frontera no cesa, ETA se verá impedida de desarrollar todas las actividades de encuadramiento sin las cuales no funciona la organización terrorista.

El gran éxito de los últimos años es haber mantenido esa presión sobre los dirigentes de ETA en Francia impidiéndoles desarrollar las actividades que en otro tiempo desempeñaban a la luz del día y casi sin ocultarse. Puede haber en Euskadi decenas de jóvenes deseosos de empuñar una pistola, pero su ánimo violento no podrá materializarse si no hay una organización que les proporcione el arma, les encuadre en células estructuradas, les dé una enseñanza básica para la vida clandestina, les proporcione cobertura, órdenes de actuación, seguridad cuando tienen que huir, etc.

El trabajo de la Guardia Civil con RG y del Cuerpo Nacional de Policía con la PJ en estos últimos años ha permitido mantener a raya a ETA en Francia y a eso obedece la disminución histórica de la actividad terrorista. Decenas de agentes españoles -en ocasiones especiales incluso centenares- trabajan al otro lado de la frontera codo con codo con sus colegas franceses realizando vigilancias, seguimientos, controlando quién entra y quién sale de determinados pisos, quién acude a las citas, fotografiando terroristas de manera subrepticia... Es decir, realizando todo el trabajo policial que nunca se conoce y que es la base de los éxitos posteriores.

Hombres como Raúl Centeno y Fernando Trapero, cuyos nombres sólo salen a la luz cuando ocurren desgracias, realizan todos los días un trabajo discreto y silencioso, pero imprescindible para garantizar nuestra seguridad. A gentes como Raúl y Fernando tenemos que estar agradecidos, al igual que a los responsables políticos franceses que permiten que los policías y guardias civiles españoles trabajen en su territorio. Hasta ahora los agentes españoles trabajan desarmados en Francia, pero quizás haya llegado el momento de plantearse si no es conveniente que puedan ir armados para defenderse llegado el caso, desde el máximo respeto, por supuesto, a la legalidad de la República.

Florencio Domínguez

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