¿En verdad son necesarios los vehículos autónomos?

Las industrias automotrices, tecnológicas, de comercio electrónico y telecomunicaciones, y sus publicistas, han pasado la última década haciendo posible la adicción del público a una vida con conexiones permanentes, y trabajan frenéticamente para llevar el teléfono y el internet al ambiente de la conducción. Pero esta tendencia jamás ha sido discutida o votada seriamente por nuestros políticos.

En el futuro glorioso se nos asegura que los vehículos autónomos salvarán vidas, reducirán el número de accidentes, aliviarán las congestiones de tránsito, frenarán el consumo de energía y disminuirán las emisiones tóxicas. Estos supuestos beneficios tienen algo de verdad. Sin embargo, la información no está ni cerca de estar completa. Aunque digan que todos esos beneficios se materializarán algún día, el panorama a mediano y corto plazo desde el punto de vista del interés público no es tan favorable como el que ve la industria. Las legítimas preguntas e inquietudes siguen estando ahí.

Consideremos, por ejemplo, los beneficios de “seguridad” de los vehículos autónomos, que incluyen evitar decenas de miles de muertes en carretera cada año. La verdad es que nadie sabe con seguridad cuántas vidas podrían salvar los vehículos autónomos, porque la información acerca del papel del error humano en los accidentes es incompleta y errónea, ya que depende considerablemente de los autorreportes. Los accidentes que enfrentaremos en ese futuro automatizado, en el que los autos conducirán a alta velocidad unos cerca de los otros, podrían ser menos, pero serán nuevos, distintos, impredecibles y, a veces, más grandes y más aparatosos que los que ocurren actualmente. Cuando 1700 personas salgan del Nueva Jersey Turnpike más o menos al mismo tiempo y todas tengan como destino el mismo lugar de estacionamiento cerca del área de comidas en la zona de descanso de Vince Lombardi, no querrás estar ahí.

Sí, estos nuevos autos crearán empleos, pero muchos se perderán. Millones de conductores de camiones y taxis se quedarán sin trabajo, y a causa del aumento de servicios automovilísticos basados en aplicaciones y en compartir autos, puede que las personas compren menos vehículos, lo cual significa que los fabricantes de autos y sus proveedores podrían verse obligados a eliminar empleos.

Después está la infraestructura. Es un hecho que habrá grandes inversiones para nueva infraestructura, pero la vieja infraestructura seguirá necesitando grandes inversiones. Muchos de estos autos de nueva generación requieren caminos lisos, con líneas pintadas claramente, para posicionarse con seguridad. Los baches, la pintura desgastada y otras irregularidades —defectos comunes en muchas carreteras hoy en día— se convertirán posiblemente en riesgos aun más grandes de lo que son ahora. ¿De dónde vendrán los recursos para mantener y reparar carreteras y puentes, una iniciativa que ya sufre de una falta de fondos por más de un billón de dólares en Estados Unidos?

En verdad son necesarios los vehículos autónomos¿Hemos pensado en la seguridad? Los autos de hoy pueden hackearse fácilmente. Deben acordarse nuevos protocolos, e incluso entonces los criminales aprenderán cómo arrancar y detener autos de manera remota, dirigirlos, robarlos, chocarlos o incluso secuestrarlos.

¿Y qué decir del periodo en el que los vehículos convencionales compartan las carreteras con los automatizados? Uno de las ventajas que se mencionó acerca de los vehículos autónomos es que pueden ser más ligeros, con lo cual se evitaría agregar pesadas celdas metálicas de choque y costosos equipos de seguridad, como bolsas de aire, con lo que se ahorraría combustible. Eso será genial hasta que la clásica camioneta con el típico conductor ebrio destroce tu auto de Google.

Además, ¿estamos listos para renunciar al tránsito masivo? En un mundo donde a nuestros funcionarios electos no les parece conveniente financiar ni fijar precios justos al transporte público que tanto se necesita, es difícil imaginar que estos nuevos gastos de los vehículos automatizados liberen dinero para trenes y tranvías. Sin embargo, muchas ciudades están tan pobladas que no tienen espacio para más autos; incluso los autos eléctricos y automatizados provocan congestión.

Parece que los humanos no podemos dejar en paz nuestros celulares, y los líderes de la industria no quieren que lo hagamos. El riesgo de conducir con distracciones puede ser uno de los argumentos más sólidos a favor de los vehículos autónomos. Pero conducir con distracciones podría reducirse simplemente desactivando los celulares en los autos en movimiento.

Cuando se trata del rumbo práctico de la tecnología, el gobierno suele diferir de la industria. ¿Acaso no debería la sociedad tener voz y voto en lo que se considera un proyecto de obras públicas más grande que el Sistema Interestatal de carreteras, dirigido por y para la industria privada, pero financiado por los contribuyentes? El congreso necesita articular sus metas y responder esta pregunta candente: ¿En verdad son necesarios los vehículos autónomos?

Jamie Lincoln Kitman, a lawyer, is the New York bureau chief for Automobile Magazine.

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