Ensayos históricos sobre España

En los últimos años empiezan a abundar los ensayos históricos sobre España distanciados de la metafísica, es decir, de aquella “honda preocupación por el ser de España”, como si de un cuerpo vivo se tratara, que tantas páginas ocupó desde los escritores de la generación del 98 hasta Laín Entralgo, pasando por Ortega.

Sin embargo, desde los años sesenta del siglo pasado, más que por el ser de España, el centro de atención pasó al existir de España, a las condiciones materiales de vida de los españoles. En este giro fue decisiva la orientación por estudiar la economía y la sociedad del pasado, fruto de la influencia de los historiadores marxistas británicos y la escuela de los Annales francesa. Pero, a la vez, debido a la inevitable ley del péndulo, se abandonaron entonces realidades históricas más superestructurales pero igualmente importantes, como eran los cambios de mentalidad social en diferentes ámbitos, entre ellos, la misma idea de España y las diversas ideologías del nacionalismo español. Especialmente en los últimos años, este vació se está subsanando.

La novedad es que estos ensayos, en la mayoría de los casos, se han llevado a cabo desde la perspectiva de un nacionalismo no identitario –como fue el caso de los autores antes citados–, sino desde una idea de nación ilustrada y liberal, es decir, desde criterios de universalidad. Se enlaza así con la idea de nación española que está presente en el artículo 1 de la Constitución de Cádiz (“la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios”) y en la idea constitucional de patria que formula Argüelles en su memorable discurso de presentación a las Cortes gaditanas al señalar con el dedo el nuevo texto constitucional y exclamar: “Españoles: ya tenéis patria”.

Así pues, desde esta perspectiva, la nación es el conjunto de ciudadanos españoles y la patria ya no es, como antaño, la tradición, el rey o la religión, sino la ley, la igualdad de todos ante una ley parlamentaria cuyo origen está en la Constitución y que es la garantía de la libertad individual. Es la misma idea de los revolucionarios franceses que aprobaron la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano o de los norteamericanos que aclamaron la declaración de independencia redactada por Jefferson. El patriotismo constitucional no nace con Habermas, sino que se remonta al contractualismo de Hobbes y de Locke: el Estado es el resultado de un contrato entre personas racionales, libres e iguales.

Pues bien, dentro de esta tendencia cabe destacar tres libros recientes. En primer lugar, el de Ricardo García Cárcel, La herencia del pasado. Las memorias históricas de España (Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2011), es un repaso, desde las fuentes bibliográficas de cada época, de recurrentes temas polémicos que aún hoy son objeto de debate. Entre otros, la influencia en la formación de España de los romanos, los visigodos o la confluencia medieval de cristianos, árabes y judíos; la confrontación entre tradición y modernidad que traza la línea divisoria entre las famosas dos Españas, la conservadora y la progresista; las bases históricas de los nacionalismos vasco y catalán; la “tercera España” como posibilidad incierta. Todo desde las raíces históricas, todo de gran actualidad.

Más recientemente, el libro compilado por J. Moreno Luzón y X.M. Núñez Seixas, Ser españoles. Imaginarios nacionalistas en el siglo XX (RBA, Barcelona, 2013), se ciñe, como indica su título, a la pasada centuria y, tras un capítulo inicial en el que Álvarez Junco resume las principales posiciones sobre los mitos históricos sobre España (regeneracionistas y krausistas, Ortega, Castro y Sánchez-Albornoz, Vicens Vives, Tuñón de Lara), se pasa a estudios monográficos de la imagen de España en materias que van desde la monarquía, la república, la religión o la bandera, hasta Madrid como capital, los mapas, las mujeres, los toros, el deporte e, incluso, las españoladas en el cine. En el fondo, un sano ejercicio de autocrítica que muestra los aspectos más ridículos de los mitos españolistas.

Por último, but not least, un volumen que, por cantidad (1.500 apretadas páginas) y calidad, pasará a ser en el futuro de ineludible consulta. Se trata de Historia de la nación y del nacionalismo español, dirigido por Antonio Morales, Juan Pablo Fusi y Andrés de Blas (Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2013), y en el que colaboran prestigiosos historiadores, economistas, juristas, críticos literarios y filólogos de generaciones distintas, muy bien estructurado por los directores y que resulta ser una historia problemática de España más allá de su título, que creo que reduce su contenido.

Sin apelar a una idea metafísica de España, la pluralidad de autores hace que se plantee una candente cuestión: ¿es España una nación entendida como una realidad histórica decantada a lo largo de los siglos o se trata sólo de una nación, compuesta de ciudadanos, cuyo origen se encuentra en la soberanía popular? La respuesta no es simple, sino compleja. Los directores sostienen en el prólogo que España no es una “comunidad imaginada”, pero muchos de los autores lo ponen en cuestión. Un libro para reflexionar.

Francesc de Carreras, catedrático de Derecho Constitucional de la UAB.

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