Entendimiento en el País Vasco y acoso del PSOE

Mucha gente, con muy diversos puntos de vista, se pregunta cómo es posible que el PP y el PSOE nos entendamos en el País Vasco mientras en el conjunto de España hay un enfrentamiento de tal calibre. Esta cuestión, que a priori puede sorprender, tiene una fácil respuesta si hacemos una reflexión. Lo que actualmente está pasando en la política nacional es consecuencia de una estrategia diseñada y ejecutada por los equipos de Ferraz tras la llegada al poder de José Luis Rodríguez Zapatero. Esta táctica tiene como objeto evitar, durante el mayor tiempo posible, una alternativa que sitúe al Partido Popular al frente del Gobierno de España y al Partido Socialista de nuevo en la oposición.

Hay que reconocer que puede ser lógico que los políticos pretendamos estar durante el mayor tiempo posible en el poder, pero lo censurable es que para alcanzar ese fin se utilicen medios que dañan el necesario juego democrático, o como sucede en este caso y es todavía más grave, que se anteponga la prioridad de evitar perder el poder al deber de gobernar pensando en el bien general de la Nación.

El origen de esta política hay que buscarlo unos años antes. Nace del trauma de unos dirigentes socialistas que no asumieron con talante la victoria de José María Aznar en las elecciones generales de 1996, y su posterior mayoría absoluta en 2000. No han podido superar que alguien a quien llegaron a menospreciar hasta el insulto les ganase con un proyecto sin complejos y un equipo eficaz. Desde entonces, han ido ejecutando su táctica obsesiva en diferentes fases:

Primero, tras estar un tiempo noqueados, intentaron sumar a toda la izquierda, incluyendo a la Izquierda Unida de Gaspar Llamazares, para evitar otra victoria del centro derecha, pero aquello no resultó. Después, a partir de la mayoría absoluta de Aznar, empezaron con la deslegitimación total del PP utilizando asuntos de Estado -como la posición internacional de España-, asuntos de Defensa Nacional e, incluso, el terrorismo, como su actuación tras el 11-M o las conversaciones con ETA en aquella época. Contaron para ello con el apoyo de algunos grupos afines de distinto signo, como los actores.

Cuando por fin consiguieron llegar al Gobierno de la manera que llegaron, se pusieron manos a la obra con el cordón sanitario, el Pacto del Tinell y otros acuerdos con nacionalistas e incluso independentistas que pretendían el aislamiento de 10 millones de españoles. Lograron mantener el poder en 2008, pero el resultado fue mucho más apretado de lo que pensaban, tras demonizar a los populares y haber utilizado a medios de comunicación amigos para desacreditarnos. Visto que nuestra formación se mantenía y crecía como alternativa, el PSOE ha pasado a la tercera fase: colocar a todo el PP bajo sospecha de corrupción.

En este momento, con encuestas recientes que indican que los socialistas podrían perder el Gobierno, han acelerado su conjura para difundir a cualquier precio esas difamaciones. Yo no descarto que en mi partido alguien haya actuado indebidamente, igual que podría suceder en el PSOE y en el resto de partidos. Creo que quienes así hayan procedido deberían ser apartados de esta sana vocación que es la política, pero lo que están haciendo los socialistas es utilizar los resortes del poder para ocultar a sus propias ovejas negras, multiplicar las que pudiera haber en el PP e intentar hacer pasar por oscuras las que son blancas.

En este escenario nos encontramos en el País Vasco con la posibilidad de llegar a un acuerdo con aquellos que nos quieren destruir en la política nacional para posibilitar y sostener a un lehendakari socialista. Y lo hacemos y lo mantenemos pese a todo, con Mariano Rajoy a la cabeza, que es quien ampara, defiende y protege este pacto, por tres motivos. Primero, porque lo que está en juego en el País Vasco es primario y fundamental. Hablamos de poder vivir, de tener libertad, de elegir lengua, de derrotar definitivamente a ETA, de educar en la verdad y en la convivencia, de legitimar las instituciones constitucionales, de concienciar contra el fanatismo. Todo esto es tan esencial que hay que intentar llevarlo a cabo aunque discrepemos profundamente en otros ámbitos.

La segunda razón es que creemos firmemente que los políticos tenemos que preocuparnos y ocuparnos de las cuestiones que tienen que ver con el interés general. Y la verdadera normalización del País Vasco, que consiste en desterrar el terrorismo y fortalecer la España plural, es mucho más importante que la táctica partidista de eliminar al rival. Podríamos dejar sibilinamente en la estacada a Patxi López alcanzando un acuerdo con el PNV, pues sería matemáticamente posible, pero no lo hacemos porque estamos pensando en la ciudadanía y no en el beneficio particular a corto plazo.

El tercero, por último, es que no somos como el PSOE y confiamos en que en Euskadi no tenga las mismas prioridades que su progenitor A, Zapatero, o su progenitor B, José Blanco. Nosotros, los populares, defendemos el consenso con los socialistas en los temas de Estado. Creemos en el entendimiento con nuestros rivales en asuntos como la inmigración, la derrota del terrorismo (si no había unidad en la pasada legislatura sobre ETA era porque no apostaron por la lucha antiterrorista, sino por otra cosa), la educación y la España autonómica. Nosotros no pretendemos destruir al PSOE, solamente queremos demostrarle que nuestras ideas y programas son más eficaces y adecuados para mejorar el país.

Como todos los que formamos el Partido Popular, tenemos muy claro todo esto; desde los que están en la planta más alta de la calle Génova hasta el último de nuestros concejales. Este acuerdo está al margen de mezquindades. Las fricciones y los problemas del acuerdo PP-PSE únicamente podrán originarse en torno a asuntos como la negativa a llevar el cambio a Álava o en el caso de que vuelvan a acercarse a ETA, como hicieron en el pasado reciente. Es decir, cuando no se cumplan los fundamentos de cambio para la convivencia y la libertad pactados en un documento escrito entre las dos ejecutivas regionales.

Por eso, quiero decirles a los que dudan de las supuestas intenciones torticeras de los socialistas en el País Vasco que nos vamos a atener a los hechos que dieron origen y sentido al acuerdo. A los que están enfadados con la nueva etapa abierta (especialmente el PNV), les aconsejo que se lo tomen con paciencia. Tenemos la intención de trabajar a largo plazo, porque el empeño que estamos llevando a cabo era necesario desde hace mucho tiempo. A quienes están esperanzados e ilusionados con lo que está cambiando en esta parte de España gracias al acuerdo y a los que ven con buenos ojos el entendimiento entre los dos grandes partidos nacionales les diremos que tenemos intención de que el pacto funcione.

Vamos a conseguir mantener y llevar a buen puerto el cambio en el País Vasco, y también vamos a extender en poco tiempo el cambio al conjunto de España, que ya hace falta.

Antonio Basagoiti, presidente del Partido Popular del País Vasco.