Enterremos el fantasma de los Balcanes

Por Jaap de Hoop Scheffer, secretario general de la OTAN (EL PAÍS, 21/11/05):

Hace diez años, el acuerdo de paz de Dayton puso fin a una guerra que mató a más de 200.000 personas, expulsó a cientos de miles de sus hogares y desestabilizó buena parte de Europa. Dayton dio nuevas fuerzas a Bosnia-Herzegovina: le dio la oportunidad de avanzar hacia la reconciliación, la democratización y la integración en la comunidad euroatlántica de naciones. Las nuevas democracias de los Balcanes consiguieron la estabilidad que necesitaban para avanzar. Y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), con sus fuerzas de paz, ha apuntalado este logro desde el principio. En la actualidad los Balcanes centran nuevamente la atención internacional. Toda la región está entrando en un año importante, un año en el que se pueden dar pasos fundamentales para enterrar algunos de los tenaces fantasmas balcánicos, y poner a la región firmemente en la senda hacia el futuro. Y la OTAN seguirá desempeñando su función.

Bosnia-Herzegovina ha salido del mal paso. Zona de guerra hace diez años, ahora es un país estable. Cientos de miles de refugiados han vuelto a sus casas, y buena parte de las infraestructuras destruidas están ahora reparadas. Recientemente, el país también ha avanzado considerablemente en la reforma policial y de defensa, y se ha mostrado más cooperativo con el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia. Pero siguen quedando importantes desafíos. La reforma económica debe ser una prioridad clave en un país en el que casi la mitad de la población activa está desempleada. Se debe atajar la corrupción, o ésta seguirá socavando el proceso democrático y paralizando la economía. El sistema educativo debe suprimir la segregación racial y despolitizarse para permitir que los jóvenes desarrollen todo su potencial. Por último, creo que ha llegado el momento de que los partidos de Bosnia-Herzegovina avancen hacia una reforma constitucional significativa. Eso contribuirá a establecer una verdadera confianza entre la población del país y propiciará su integración en la Unión Europea.

También Kosovo se enfrenta a decisiones importantes ya que pronto empezarán las negociaciones sobre su estatus futuro. Durante este periodo crítico, la OTAN seguirá participando de lleno. Mantendremos nuestra fuerte presencia militar sobre el terreno, continuaremos con nuestra participación política en el Grupo de Contacto Ampliado, y daremos un firme apoyo al Enviado Especial de Naciones Unidas, Martti Athisaari, que dirigirá las negociaciones. Sin embargo, en última instancia, el destino de Kosovo está en manos de los habitantes y de los líderes de la región. Para que Kosovo se convierta en una sociedad multiétnica funcional, los políticos de Prístina y Belgrado deben mostrar visión y liderazgo, y prepararse ellos mismos y a sus electores para lo que pudieran ser concesiones dolorosas. Y mientras se inician las conversaciones sobre el estatus de Kosovo, se profundizan las relaciones de la OTAN con Serbia-Montenegro. De hecho, la participación en el programa de la OTAN Asociación para la Paz está al alcance de Serbia-Montenegro así como de Bosnia-Herzegovina. La detención de Radovan Karadzic y de Ratko Mladic los acercaría decisivamente a la Alianza.

La integración plena en las estructuras euroatlánticas es una perspectiva realista para todos los países balcánicos y clave para la estabilidad y la prosperidad de la región. Albania, Croacia y la ex república yugoslava de Macedonia han conseguido impresionantes avances en su preparación para la posible entrada en la OTAN, además de sus contribuciones concretas a las operaciones de la Alianza. Es vital que continúen con sus reformas, porque cuando llegue la hora de decidir la próxima ampliación de la OTAN, cada uno de ellos será juzgado de acuerdo con sus méritos. Diez años después del acuerdo de paz de Dayton, el optimismo sobre los Balcanes aumenta. Todos los países de la región han realizado verdaderos progresos, y existe una senda clara hacia el futuro. Es una senda que sólo los países de la región pueden recorrer, pero lo harán con el apoyo de la OTAN y de toda la comunidad euroatlántica.