¿Es Al Qaeda en el Magreb una amenaza para España?

La evolución reciente del terrorismo yihadista en el Magreb obliga a repensar la amenaza que este fenómeno supone actualmente para España. Muy especialmente en atención al redimensionamiento de las redes del islamismo neosalafista originarias de los países norteafricanos, en particular de Marruecos y Argelia. Un 79% de cuantos individuos han ingresado en centros penitenciarios españoles entre 2001 y 2006 como sospechosos de estar implicados en actividades de ese terrorismo internacional proceden del norte de África. En concreto, el 40% ha nacido en Marruecos y un 31% procede de Argelia. Así, no resultará extraño que las organizaciones terroristas relacionadas con Al Qaeda que han venido constituyendo especial motivo de preocupación para la seguridad interior de nuestro país sean, precisamente, el Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM) y el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC).

En buena medida, los individuos y las células relacionados con el GSPC o el GICM que han desarrollado actividades terroristas en España están dedicados a la captación de personas, la movilización de recursos económicos y la facilitación de operaciones emprendidas, tanto dentro como fuera de nuestro país, por cuadros de aquellas entidades yihadistas o de otras relacionadas con las mismas, como Ansar al Islam o Al Qaeda en Irak. En los últimos cuatro años, docenas o quizá ya unos centenares de jóvenes a veces todavía adolescentes y de adultos aún no entrados en años han sido reclutados dentro de las colectividades musulmanas establecidas en España. En algunos casos, para trasladarlos luego a perpetrar atentados en determinadas zonas de conflicto armado. Otras veces, para enviarlos al desierto del Sahel, donde el GSPC dispone de campos móviles de adiestramiento en el uso de armas y explosivos.

Estos datos sobre individuos y grupos relacionados con el terrorismo internacional en nuestro país, así como la proximidad geográfica entre los países de la ribera sur mediterránea y la península Ibérica, que en buena medida explica aquellas evidencias, son fundamentales para interpretar el previsible impacto que un redimensionamiento de las tramas yihadistas en el Magreb puede tener sobre la seguridad interior de España, al igual que de Francia o Italia. Es en estas tres naciones donde las redes norteafricanas del terrorismo global se extendieron con especial notoriedad en el pasado. Pero ocurre que un redimensionamiento como ése está teniendo ya lugar en aquella región geopolítica del mundo. Y es que el GSPC ha culminado recientemente su proceso de internacionalización, pasando de ser una entidad afiliada con Al Qaeda a fusionarse con dicha estructura terrorista para convertirse en una extensión regional de la misma e incluso cambiar de nombre para denominarse ahora Al Qaeda en el Magreb Islámico.

Es un arreglo de mutua conveniencia con implicaciones para la evolución del terrorismo global tanto en el Magreb como al sur, este y norte de ese ámbito. El GSPC adquiere una cobertura que favorecerá su acceso a recursos económicos y humanos, compensando así la relativa debilidad en que se encontraba tras numerosas operaciones contraterroristas desarrolladas durante los últimos años en el norte de África y Europa occidental. Al Qaeda dispone por fin de una plataforma para introducirse en el Magreb y en el Sahel, así como mayor ascendencia sobre redes argelinas introducidas en algunas naciones europeas, incluida España. Además, la incorporación del GSPC a Al Qaeda y la aparición de Al Qaeda en el Magreb islámico conllevan un previsible efecto de sinergia que incide sobre la amenaza norteafricana del terrorismo yihadista, asimismo con consecuencias para nuestro país. Se está produciendo una absorción de grupos menos articulados y células independientes existentes en el Magreb o en territorio europeo.

Acontecimientos como los de ayer en Argel o los anteriores de Casablanca revelan cambios en el modus operandi del terrorismo yihadista en el Magreb, adaptando sus atentados al estilo habitual de Al Qaeda. También pueden interpretarse como preludio de una serie de atentados que la extensión regional de dicha estructura terrorista planea llevar a cabo en países norteafricanos y de la Europa meridional, incluida España. En febrero de este mismo año, Ayman al Zawahiri emitió un mensaje en el que, tras referirse a la evolución del movimiento de la yihad global en el Magreb y mostrar su respaldo a los "leones" que batallan en esos denominados márgenes occidentales del islam, añadió: "Pido a Alá que os conceda que mantengáis vuestros pies firmes para obedecerle y que os conceda su ayuda y su victoria, y así liberéis el Magreb islámico e icéis el estandarte de la yihad para que ondee victorioso sobre su tierra, y que Alá os conceda el favor de pisar pronto con vuestros pies puros sobre el usurpado Al Andalus".

Más aún, la idea de recuperar violentamente Al Andalus ha permeado ya el discurso de las redes norteafricanas del terrorismo yihadista. En un comunicado fechado el 9 de enero de 2007, a poco de anunciar el cambio en su denominación por la de Al Qaeda en el Magreb Islámico, el GSPC se pronunciaba así: "Abrazamos la yihad para cumplir con un precepto divino ineludible que se nos impuso desde la caída de Al Andalus y la venta de Palestina, y desde que nos dividieron las fronteras que inventaron los invasores". La amenaza terrorista de Al Qaeda en el Magreb Islámico se cierne sobre ciudadanos e intereses españoles en países como Marruecos, Argelia, Túnez o Mauritania. Pero también es una amenaza real en los confines del propio territorio español, muy especialmente respecto a lo que el propio Ayman al Zawahiri, en otro comunicado hecho público en diciembre de 2006, definía como la "ocupación española de Ceuta y Melilla".

Fernando Reinares, director del programa sobre terrorismo global en el Real Instituto Elcano. Catedrático de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos.