Hoy 20 de junio es el Día Mundial del Refugiado, en que se rinde homenaje al valor y la fuerza de quienes se han visto obligados a huir de sus hogares. Estaré pensando en Mohammed, un refugiado sirio al que conocí el año pasado en la Escuela Primaria de Istoc, en Turquía.
En una escuela bulliciosa, ya llena a rebosar para dar cabida a una numerosa población local, lo observaba sentado al fondo del aula, concentrado en acabar un proyecto de arte. En la clase de hablaba animadamente sobre objetos de diferentes museos y la importancia de preservar la cultura y la tradición.
Mohammed se detuvo para explicar cómo sus compañeros de clase le habían ayudado a aprender el idioma y cómo se iba poniendo al día con las clases tras huir de su país en guerra y asentarse en Estambul. Pero su sueño es tener un día la oportunidad de regresar a casa, y está decidido a aplicarse a fondo para desarrollar el conocimiento y las habilidades necesarios para construir su futuro allí.
Noté que los dibujos de Mohammed eran diferentes de los de los demás alumnos, y me explicó a través de un intérprete que quería reflejar el lugar de donde venía. Su profesor pensaba que lo que dibujaba era Palmira, una ciudad histórica tan devastada que la UNESCO ha intervenido para preservarla antes de que no quede nada. Me pregunté qué es lo que verá cuando regrese a su amada Siria.
Su historia se ha repetido en innumerables otras personas. En los últimos cinco años, 4,8 millones de sirios han tenido que huir de su país a causa de la guerra civil; la mitad de ellos son niños. En Theirworld, uno de los muchos proyectos creados para ayudar a que los niños refugiados vayan a la escuela, creemos que la educación para todos ellos debe ser parte de la respuesta humanitaria al conflicto y al desastre, un derecho que se debe garantizar junto con el de la alimentación, un techo y la atención médica.
La educación da esperanza a los niños y sus familias, así como la seguridad de una rutina y la capacidad de planificar su futuro. Hacer que vayan a la escuela también los mantiene a salvo de peligros como el trabajo infantil, el matrimonio precoz y la radicalización.
Theirworld fue la primera organización en hacer campaña para financiar un sistema pionero de doble turno para educar a los niños refugiados sirios, que ha tenido un enorme éxito en Líbano, Jordania y, cada vez más, en Turquía. El concepto es sencillo: se enseña por las mañanas a un grupo de niños, y se usan los mismos recursos e instalaciones para dar clases a más niños por las tardes. Cientos de miles se han inscrito y ahora estamos trabajando para obtener los fondos para que un millón de niños en todo Oriente Próximo puedan volver a la escuela para el año 2017.
Hasta la fecha, Turquía ha destinado más de $8 mil millones a paliar la crisis, más que ningún otro país, y ha recibido a cerca de dos millones de refugiados, prometiendo plazas escolares para cada niño si los fondos están disponibles. Hasta ahora, las autoridades turcas han creado más de 200.000 plazas para escolares sirios, más de la mitad de la capacidad que hoy se necesita.
Los países anfitriones como Turquía están listos para implementar esta enorme tarea, pero depende de todos nosotros asegurarnos de que los fondos comprometidos lleguen a tiempo. En abril, la UE prometió 3 mil millones de euros (US$ 3,4 mil millones) de apoyo a los refugiados sirios en Turquía, y la educación es una de las grandes prioridades, lo que significa un reconocimiento a todos quienes luchan para que el tema esté sobre la mesa. Ahora cada uno tiene que sentarse a ella y garantizar que no haya trabas burocráticas, problemas políticos ni barreras prácticas para que estos niños puedan volver a la escuela.
La comunidad internacional dio un paso muy importante en esta dirección en la Cumbre Humanitaria Mundial, celebrada el mes pasado en Estambul, donde se lanzó el fondo Education Cannot Wait para enfrentar la inevitable “próxima” emergencia. El nuevo fondo apunta a crear una fuente permanente de financiación para cerrar la brecha entre intervenciones humanitarias durante las crisis y el desarrollo post-crisis de largo plazo.
Por ahora, la educación está al final de la lista cuando se debe hacer frente a las crisis de manera inmediata: representa sólo un 2% de la ayuda humanitaria, gran parte de la cual se destina a sanidad, vivienda y comida. Pero con un objetivo de $3,85 mil millones a lo largo de cinco años, Education Cannot Wait espera llegar a más de 13,6 millones de niños como Mohammed, que de lo contrario tendrían que esperar años antes de recuperar sus estudios.
Las vacaciones de verano han llegado para los escolares de buena parte del mundo, pero muchos niños refugiados las dedicarán a trabajar para aportar pequeñas cantidades de dinero a sus familias, o se quedarán sin hacer nada en ciudades o campos que les son ajenos. Esperemos que los fondos escolares para los refugiados sirios en Turquía, Jordania, Líbano y donde sea que se necesiten lleguen según lo acordado para que cada niño pueda comenzar a tiempo. Las comunidades donde residen están listas para que así ocurra: solamente falta destrabar la financiación necesaria.
Sarah Brown is President of Theirworld, a British charity working with the Conrad N. Hilton Foundation to expand education opportunities for Syrian refugee children in Turkey. Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.