España debe mostrar unidad y compromiso en la cumbre de la OTAN

Los próximos 29 y 30 de junio se celebra en Madrid una nueva Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN que, como ya hemos comentado en esta tribuna en alguna ocasión, son las reuniones de más alto nivel que la Alianza Atlántica lleva a cabo, siempre con un motivo de la máxima relevancia para el futuro de la misma.

Las ministras de Igualdad, Irene Montero, y de Derechos Sociales, Ione Belarra, este miércoles en la sesión de control al Gobierno. Europa Press

En esta ocasión, además de reunirse para aprobar un nuevo Concepto Estratégico común, la cumbre viene claramente condicionada por la invasión rusa de Ucrania. Se va a aprobar el nuevo Concepto Estratégico. Que, para que nos hagamos una idea de la relevancia del mismo, se suele redactar una vez por década, y consiste en un documento consensuado en el que se recogen los desafíos de seguridad a los que se enfrentan los estados miembros. Que se vaya a hacer en Madrid supone un excelente indicador de la gran relevancia que tendrá en la historia de la OTAN esta cumbre.

Pero es que el hecho de que se celebre en medio de la mayor crisis de seguridad en Europa desde el fin de la II Guerra Mundial, ahonda profundamente en la enorme trascendencia de lo que se hablará y decidirá en Madrid la próxima semana. Literalmente los ojos del mundo estarán centrados en la capital de España y en lo que en ella se diga y se decida.

Y en medio de esta tremenda relevancia política y estratégica de la Cumbre de Madrid, se está escenificando en el seno del gobierno, y entre altos cargos del Partido Socialista y de los partidos aliados del Gobierno en el Ejecutivo y en el Parlamento, un claro desencuentro en cuestiones esenciales que desde luego no ayudarán en la consecución de los objetivos políticos españoles buscados, sean los que sean.

"Es habitual que en cada cumbre se produzcan manifestaciones en contra de la OTAN. Lo que no es habitual es que los organizadores de las protestas pertenezcan al Gobierno que acoge la cumbre"

Resulta del todo habitual que en cada cumbre se produzcan manifestaciones en contra de la Alianza. Grupos antisistema, anticapitalistas y en general defensores de posiciones políticas extremistas, tanto de izquierdas como de derechas, se juntan para protestar contra lo que suelen considerar un órgano imperialista y agresor, tildándolo incluso de asesino.

Lo que no resulta en absoluto habitual, y mucho menos deseable, es que los organizadores de las protestas pertenezcan al mismo Ejecutivo que logró que se celebrase la cumbre en Madrid después de pedirlo formalmente.

Como mínimo podemos encontrarnos en la incómoda situación de que nuestros aliados no entiendan cómo, por un lado, defendemos las premisas del vínculo trasatlántico y la defensa colectiva, base y esencia misma de la Alianza, y al mismo tiempo compartimos responsabilidades políticas al más alto nivel con individuos del Ejecutivo que afirman que la Guerra de Ucrania ha sido provocada por la Alianza, y que esta no sirve para nada, que se trata de un inmenso negocio y que es una fuerza de expansión del imperialismo.

¿Cómo no van a poner en duda nuestros socios y aliados nuestra capacidad de gestionar la implicación española en la Alianza? ¿Cómo van a fiarse de los compromisos que firme un gobierno tan débil como para no ser capaz de decir absolutamente nada ante declaraciones públicas como estas, de tal gravedad y trascendencia política?

Asistimos a un auténtico terremoto geopolítico y estratégico, en el que el mundo ya no volverá a ser igual y todos los países buscan su sitio en este nuevo mundo, un lugar que garantice la mejor calidad de vida para sus ciudadanos.

España necesita, como potencia regional, hacer valer sus intereses y ser escuchada en los foros adecuados de cara al nuevo mundo que está naciendo. Los movimientos expansionistas de Turquía, la creciente agresividad de Argelia y Marruecos con España, o la invasión rusa de Ucrania son solo algunos de los movimientos que estamos observando y que hay que gestionar ya, so pena de llegar tarde y mal al reparto del nuevo mundo.

Al mismo tiempo, y como ya vimos en otra tribuna hace unos días, España se encuentra en primera línea de una amenaza en ciernes procedente de un grave y nuevo escenario de seguridad en el Sahel, y necesitamos la ayuda y comprensión aliada para gestionar esa amenaza.

Ya de por sí la tarea de explicar nuestra postura y necesidades resulta complicada con todos los ojos centrados en el norte, con la agresión rusa marcando las agendas políticas, militares y estratégicas, y con nuevos estados miembros llamando a las puertas de la Alianza.

Pero el hecho de que desde el mismo ejecutivo se ataque de forma tan rotunda y tan grave una postura que debería ser consensuada a nivel nacional entre todos o la mayoría de los partidos, no es más que un torpedo en la línea de flotación de los intereses del país, y un muy grave daño y perjuicio a la imagen de España, especialmente en un momento tan delicado y en el que tantas y tan importantes miradas nos observan.

Aunque igual es eso precisamente lo que algunos buscan, aprovechando precisamente la atención mundial puesta en nosotros: desacreditar y debilitar a este estado, para crear otro a gusto de sus radicales ideas políticas.

Si a eso le sumamos las torpezas diplomáticas cometidas con nuestros vecinos del Sur, ¿con qué nivel de credibilidad llega un gobierno que representa a los 40 millones de españoles a un acto político tan importante para nuestro futuro como la Cumbre de Madrid?

La respuesta, además de triste y decepcionante, parece obvia.

Rodrigo Rodríguez Costa es analista de Seguridad y Defensa.

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