España en Asia Central: la singular relación con Kazajistán

Tema: Se amplían los vínculos de la UE con Kazajistán, un país que es esencial para una integración euroasiática en la que hay intereses españoles crecientes y que está situado en una macrorregión que es mucho más propicia y esencial de lo que cabía suponer hace apenas un lustro.

Resumen: Este análisis se propone, en primer lugar, describir el salto cualitativo que Kazajistán ha realizado en los últimos años y que ha transformado al país en parte esencial de la geoestrategia euroasiática. En segundo lugar, destaca algunas experiencias españolas y de españoles en proyectos europeos y resalta su potencial. Por último, argumenta por qué Kazajistán es importante en el ámbito de la seguridad Sur-Norte y Este-Oeste.

Análisis: Podría extrañar que con la agenda política interna más compleja que se recuerde y una UE estancada, una volátil situación de seguridad en el Magreb y una América Latina fuertemente desunida, el ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación haya anunciado hace pocas semanas la visita de SM el Rey y del presidente del Gobierno Rodríguez Zapatero al remoto Kazajistán en noviembre próximo.

De república “invisible” a país protagonista en Eurasia
En verdad la UE está interesada en primer lugar en una “asociación estratégica” con Kazajistán que considere, en el ámbito de los hidrocarburos, a productores, países de tránsito y consumidores desde el Mar Caspio, y que en el espectro de la energía nuclear regule aspectos de su desarrollo, como la fusión nuclear controlada y el comercio de materiales nucleares. Estos intereses han sido ratificados en sendos acuerdos, tanto en Astaná como en Bruselas, en octubre y diciembre pasados.

Los intereses nacionales y de bloque en Kazajistán, existentes hace una década, se han acentuado por los imprevisibles designios de Moscú y la marcada competencia de las potencias tradicionales y en ascenso por los recursos ante varios escenarios hipotéticos tanto de inseguridad energética como no energética abiertos tras el 11-S. Kazajistán es el país en el espacio ex soviético cuya producción petrolera se ha incrementado más entre 1985 y la actualidad, pasando de los 470.000 barriles diarios a 1,3 millones de barriles diarios.

Los recientes contactos con la UE en el campo energético han coincidido prácticamente con los de Japón. En septiembre de 2006, Junichiro Koizumi se convertía en el primer ministro japonés que visitó por vez primera Kazajistán, donde firmó un acuerdo para explotar allí al máximo las minas de uranio, que representan la segunda mayor reserva del mundo. Destaca igualmente la visión del Ministerio japonés de Asuntos Exteriores, que incluye a los países centroasiáticos en el área de Europa y que ha concentrado su acción en un diálogo a nivel de ministros de Exteriores que denomina “Asia Central + Japón”.

Por su parte, desde antes del 11-S Washington entiende ese área dentro de una macrorregión. Hoy el Departamento de Estado tiene un área de Asuntos Europeos y Euroasiáticos que incluye a Kazajistán. Moscú, por su parte, define Eurasia por constitución propia.

El centro de Eurasia es Asia Central y el corazón de ésta Kazajistán, clave para entender las relaciones Este-Oeste y Sur-Norte del megacontinente donde se entrecruzan los mundos musulmán, túrquico, ruso-eslavo y europeo, y chino, además de los intereses norteamericanos.

Kazajistán se ha visto como puente o parte de estrategias mayores desde su independencia, en 1991. Tras lograrla entregó sus misiles intercontinentales nucleares a Rusia y firmó el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares. Igualmente, en los últimos años ha co-organizado encuentros internacionales sobre no proliferación.

Ingresó tempranamente en el FMI y el Banco Mundial y ha logrado que el Foro de Davos para Asia Central se celebrase dos veces en Almaty, la antigua capital. De los Estados centroasiáticos es el más activo en la Asociación para la Paz de la OTAN dentro del Consejo de Asociación Euroatlántico (EAPC).

En sentido Este-Oeste ha sido co-fundador de la Organización para la Cooperación de Shanghai (OCS) y de la Comunidad Euroasiática, y es miembro, a la vez, del Banco de Desarrollo Asiático y del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo. En sentido Sur, ha ingresado en la Organización de la Conferencia Islámica, también en la Organización para la Cooperación Económica (ECO), que agrupa a países entre Turquía y Tayikistán incluyendo a Irán. En sentido macrorregional ha sido fundador de la Conferencia de Interacción y Medidas de Confianza en Asia (CICA), que incluye a 17 países entre Egipto y China.

Con una tasa de crecimiento superior al 9% en los últimos seis años y un ingreso per cápita que supera, en paridad de poder de compra, los 9.000 euros (aunque muy desigualmente repartidos), Kazajistán desea vincularse y destacar. Ha atraído a una pléyade de firmas de arquitectos para erigir su espectacular nueva capital, Astaná. Se reconocen variados nombres, entre ellos Norman Foster y el Binladin Group. En fin, Astaná ha logrado escenificar, hace un año, el 2º Congreso Mundial de Religiones y está interesado en el ‘Diálogo de Civilizaciones’ promovido por el Gobierno español. No en vano Kazajistán, con las dimensiones de Europa occidental, concentra 15 millones de habitantes de 120 nacionalidades distintas.

Una relación “especial”
Los vínculos bilaterales, establecidos en 1992, se han acompañado de unas cordialísimas relaciones entre el Rey Juan Carlos, que ha visitado varias veces Kazajistán, y el presidente Nursultán Nazarbayev, que ha visitado seis veces nuestro país desde 1994, más que ningún jefe de Estado de las Américas o de Rusia. Más aún, en la última boda real, en 2004, entre los invitados, Nazarbayev fue el único presidente asistente de un país al este de Berlín.

A la dilatada experiencia internacional de Nazarbayev contribuye el carácter de su liderato, que le mantiene en el poder desde las postrimerías de la era soviética. Ninguna de las elecciones presidenciales que le han confirmado ha contado con la aprobación de la UE o de la OSCE, organización ésta que, sin embargo, quiere presidir en 2009.

En abril de este año el presidente kazajo declaraba a El País que las tensiones de Moscú con Ucrania y Bielorrusia para el abastecimiento de hidrocarburos suscitaban en Occidente un “interés malsano” por obtenerlos de Kazajistán al margen de Rusia. Esa declaración revela una sutil capacidad negociadora y una crítica a la consideración de su país desde la exclusiva perspectiva de los recursos naturales.

Por sus materias primas, Kazajistán es, para España, más importante que Ucrania, a la que hoy casi alcanza, con un intercambio bilateral que supera los 538 millones de euros, según cifras de 2005.

Conviene recalcar que en los acercamientos cuentan los contactos con la elite de etnia kazaja vinculada en las tres hordas históricas en que se reparte la estructura política real del país, y también los vínculos a título personal, donde encajan kazajos de etnia rusa, ucraniana, kirguiza, alemana o polaca, e incluso extranjeros. Igualmente, en un Estado tan nuevo y rico cuenta el orgullo nacional. Conviene recordar que el país integra desde hace un año el restringido club espacial con un proyecto propio de larga duración.

Igualmente cuenta el sentido de la reciprocidad. Se ha resaltado la presencia del ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, como más alto representante de un gobierno de la UE en la ceremonia de investidura de Nazarbayev, en enero de 2006, tras su tercera reelección. Tal asistencia habría favorecido la decisión del Gobierno kazajo para proponer a Repsol YPF un mejor acceso en el Caspio. El acuerdo se firmó en noviembre pasado para trabajar en el yacimiento de petróleo y gas de Zhambay, donde la empresa española tiene el 25%, al igual que la rusa Lukoil, y Kazmunaigaz, kazaja, el 50%. El último proyecto de Repsol había sido el del área de Darjan, hoy asignado a la petrolera china CNPC.

Tan importante como la energía es el compromiso de permanencia en el país demostrado por Talgo en la agilización de la red ferroviaria. Destaca la venta y mantenimiento de nuevos trenes entre la antigua capital Almaty –la ciudad más cosmopolita de Asia Central– y la nueva capital, Astaná, poseedora de los edificios más modernos entre Moscú y Pekín, además de los trenes de la conexión Almaty-Chimkent, ciudad colindante con Uzbekistán y en dirección al Caspio. Por otro lado, la empresa Indra, de tecnologías avanzadas, cuyo presidente viajó en la delegación con Moratinos, espera obtener un sustancial contrato de suministro de radares para el Ministerio de Defensa.

Pese a la magnitud e importancia de estos proyectos, cabría complementarlos desde la perspectiva de la UE y en un horizonte más amplio aún, con la disposición y habilidad de contribuir más directamente a la estabilidad, a la no involución y a mayores aperturas sociales.

Sobresale la formación, el intercambio de información y la capacidad de interlocución. Uno de los esquemas pioneros fue el proyecto TACIS de la UE iniciado a fines de la década pasada para apoyar a la Academia Diplomática de Kazajistán, un consorcio compuesto por España, Holanda y Dinamarca para desarrollar el currículum y las infraestructuras. A partir del apoyo europeo, la Academia (donde enseñó este autor), registró una cierta expansión regional y recibió a diplomáticos de Mongolia, Kirguizistán y Tayikistán.

Otro proyecto TACIS fue el liderado por ESADE-Barcelona durante cuatro años, concluido hace seis, que preparó y gestionó, en un think tank clave asociado a Nazarbayev, un programa MBA con la participación de la Escuela de Negocios de Copenhague, la HEC de París, la London School of Economics y la Wirtschaftuniversität de Viena.

A nivel bilateral la Escuela Diplomática de Madrid comenzó hace seis años a recibir a estudiantes kazajos en el Curso de Estudios Internacionales, e incluso profesores de la Academia Diplomática de Kazajistán han estudiado español en universidades de Madrid. También se proyectó entonces el programa de formación de funcionarios con la participación de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), el Instituto Nacional de Administración Pública (INAP) y la Agencia de la Función Pública de Kazajistán. Igualmente destacables son los lectorados de español de la AECI que contribuyen a formar la masa crítica de estudiantes que posibilitaría inaugurar un Instituto Cervantes en este país mayoritariamente hablante en ruso y en kazajo.

Otro aspecto frecuentemente olvidado es la excesiva concentración en industrias pesadas y la necesidad de trascender la falta de iniciativa empresarial que lastra a la sociedad desde la época soviética. Cabe resaltar el papel de la pequeña y mediana empresa, que sirve para crear emprendedores y fortalecer a las clases medias, ámbito en el que España tiene experiencia útil. En Kazajistán es conocida la presencia de empresas españolas del sector alimentario como Campofrío, Gallina Blanca y Pascual, y del ámbito de la moda, como la cadena Mango. También se instaló en su momento la marca Chupa Chups, cuyos caramelos fueron lanzados, hace 10 años, al espacio en la estación orbital Mir desde la base de Baikonur, hoy arrendada a Rusia y de la que despegó más recientemente el astronauta español Pedro Duque. Obviamente, son campos más vistosos que los de las empresas procesadoras de residuos, no menos estratégicas, como Imabe Ibérica, que se ha instalado hace un año, y Equip Tecnic Santandreu, a comienzos de esta década.

Otro plano es el del contacto solidario. La Cruz Roja española tiene presencia en varias ciudades kazajas, entre las que se cuentan algunas a las que viajan regularmente matrimonios españoles para trámites de adopción. En años recientes Kazajistán se ha convertido en uno de los emisores de adopciones hacia España tras China, Rusia y Ucrania. En conjunto los cuatro países representan cerca de dos tercios del total. Así es que Eurasia entra también en la historia familiar de España.

Kazajistán en el arco centroasiático de seguridad de la UE
Los intereses descritos pertenecen a un ámbito más amplio en el que inciden también la defensa así como la posible prevención de involuciones y el riesgo de fragmentación de Estados circundantes. No considerarlo no es realista. Ya en las mismas fronteras de Kazajistán, en Chimkent, cerca de la vía ferroviaria en la que coopera Talgo, y hacia el Sur, en Uzbekistán y Kirguizistán, el panorama cambia. Allí impera el descontento social ante regímenes particularmente represores e ineptos, generadores de centenares de miles de desplazados, concentrados en mercados, mercadillos y en los extrarradios, con un potencial desestabilizador. Cerca está el valle de Fergana, vivero de insurgencias.

Interesante es recordar que en 2005 los Ministerios de Asuntos Exteriores de España y Bulgaria firmaron un memorando de cooperación, calificado de pionero en el marco de la UE. Contemplaba que España aprovechase la experiencia búlgara en los países de la CEI, particularmente en Asia Central y la región del Cáucaso, con los cuales Bulgaria mantiene relaciones tradicionalmente estrechas. Igualmente, preveía el intercambio de información bilateral relacionada con la dirección estratégica de la política exterior y de defensa en el marco de la UE y de la OTAN. Los acontecimientos en Eurasia siguen concatenándose y en 2007 parece más propicio que nunca un conocimiento directo de estos asuntos en la misma Asia Central, que tiene dos centros extremos en Afganistán y Kazajistán.

En la primera hay un contingente de 690 militares españoles bajo la bandera de la OTAN y con mandato de la ONU, además de funcionarios de la AECI realizando labores humanitarias. Por Kazajistán han pasado enlaces militares de las tropas españolas y en Kirguizistán la Fuerza Aérea mantiene un destacamento de apoyo a la misión desplegada en Afganistán. Allí, hace meses Indra se adjudicó dos contratos para el Ejército de Tierra cuyos aportes técnicos perdurarán en otras misiones internacionales. Uno tiene por objeto prevenir “fuego amigo”, y hace pocos días un consorcio hispano-israelí compuesto por EADS, Indra e IAI ha ganado otro para construir el primer avión espía para proteger a tropas españolas.

Se concluye que conviene disponer de una cierta capacidad de perspectiva regional a partir de Kazajistán si a lo anterior se suma la posibilidad allí del contrato muy probable con Indra para el sistema de radares por un valor de 1.000 millones de euros. Además, el país pertenece a la OCS, cuyo centro antiterrorista está en la vecina Tashkent, capital de Uzbekistán, que rompió recientemente con la OTAN. A fin de cuentas, para la Organización las tropas rusas más cercanas (la referencia tradicional) no están en el Este, sino a pocos kilómetros al noreste, en Tayikistán, y las chinas un poco más al Este, no como hasta ahora en un lejano extremo de Eurasia.

La presencia de tropas españolas allí no significa que estén en un lugar incorrecto, al contrario, están en una fluidísima área Este-Oeste. Basten unos ejemplos. Dos días antes del 11-S dos suicidas magrebíes se inmolaron en Afganistán con su objetivo, el líder de la antigua Alianza del Norte, Ahmed Sha Massud. El segundo caso es la reciente alianza entre al-Qaeda y el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) argelino, grupo destacado como actor en la lucha en Afganistán y como autor de la reciente y escalofriante declaración sobre la recuperación de al-Ándalus.

Pero, en realidad, las amenazas van hacia todas las autoridades constituidas de los Estados de la macrorregión y las autoridades kazajas se interesan por los desafíos que acechan desde el Sur. En sus listas se reconocen el Movimiento Islámico de Uzbekistán e Hizb ut-Tahrir, entre otros grupos que han hecho incursiones en el Norte.

Esa fluidez de desafíos es especialmente destacable porque no está nada claro si las misiones militares y civiles en Afganistán, planteadas hasta ahora básicamente en términos tradicionales, podrán realizarse con buen fin o se enfangarán como las estadounidenses en Irak. Cabría entonces un relativo repliegue, así como una redistribución de misiones de defensa y humanitarias en Asia Central. Igualmente, la explotación de uranio que Japón propiciará preferentemente en Kazajistán, aunque también en Uzbekistán, exigirá notables niveles de control y transparencia en zonas donde suele ocurrir lo contrario.

Así, Kazajistán, con un enorme potencial aunque también con sus propios problemas internos, destaca más que nunca. En el panorama regional la UE se ha distanciado de Uzbekistán tras la masacre de Andiyán y está tanteando al cerrado Turkmenistán rico en gas. Y de Tayikistán sabe que es gobernable en términos semifeudales y que Kirguizistán continúa impredecible.

Conclusiones: El Gobierno español encuentra en Kazajistán un país óptimamente situado para servir de protagonista de la “Alianza de Civilizaciones”. Coincide la afinidad cultural túrquica entre Astaná y Ankara y la capacidad de interlocución de Madrid con ambas capitales.

Mencionada ocasionalmente por funcionarios kazajos, la posibilidad de la candidatura de la misma Kazajistán a la UE parece remotísima. Pero no es paradójico apoyar su candidatura a la OSCE si se insiste, de manera más realista, en el respeto a los derechos humanos más que en la celebración de elecciones presidenciales y parlamentarias verdaderamente transparentes, que no se celebrarán con Nazarbayev. Igualmente razonable es contribuir en el largo plazo en el ámbito de la consolidación de la sociedad civil. En este empeño España puede aportar la vitalidad de la suya, así como la acción muy concreta de sus pequeñas y medianas empresas.

En un plazo imposible de determinar, Kazajistán es un país con el que España tendría que contar si Turquía ingresase en la UE. De ocurrir, por su pertenencia al espacio cultural pantúrquico y al entramado de inversiones de Ankara, Kazajistán contribuiría a la capacidad de interlocución de la UE en el área e incluso con China.

No hay que considerar Eurasia como un área separada en compartimentos estancos ni sólo coyunturalmente desde el Occidente geográfico tradicional. Especialmente ahora cuando, en una línea oblicua Norte-Sur, desde el Caspio al Pamir, coinciden la acción de algunas empresas propias y europeas que inciden visiblemente en nuestra economía, y están desplegadas tropas españolas y europeas enfrentadas a oponentes reales y difusos, algunos de éstos apuntando directamente a España.

Importa la acumulación de experiencias y recursos humanos que la misma España posee en relación con Kazajistán y el Asia Central circundante, porque interrelacionados incidirán en una mejora de las relaciones bilaterales y en una mejor comprensión de la zona. Así, siguen siendo válidas las ideas que desde hace un lustro han circulado sobre la pertinencia de abrir un Centro Cervantes y otro dedicado a previsión estratégica sobre Asia Central en Kazajistán.

Augusto Soto, consultor y profesor en ESADE, Barcelona; ha sido profesor en la Academia Diplomática de Kazajistán.