¿España es lo que importa?

La situación ante las próximas elecciones generales no sería tan extremadamente preocupante si existiese una ley electoral que permitiese al partido ganador gobernar sin hipotecas de acuerdos con partidos enemigos de la unidad de España.

Se dice que los españoles tenemos tres formas de votar:

1.- Los que votan con el corazón y apoyan incondicionalmente a «su partido», sin atender a otras consideraciones. Están en su derecho y este artículo no va dirigido a ellos.

2.- Quienes votan con la cabeza, reflexionando sobre la ideología de los partidos, lo que han hecho, lo que prometen sus programas electorales y lo que pueden hacer en el futuro, sin perder de vista los intereses personales económicos, laborales, familiares, sociales, etcétera.

3.- El voto «en contra de», irracional además de indefinido. En la actualidad, su número ha aumentado considerablemente con la aparición de los partidos antisistema nacidos del movimiento del 15-M. Este artículo tampoco va con ellos.

Con la ley electoral D’Hondt para la elección del Congreso de los Diputados (para el Senado no se aplica), la unidad nacional corre el peligro de resquebrajarse si el PSOE es el partido más votado y para formar gobierno su actual líder necesita el apoyo de partidos separatistas, antisistema u otros con antecedentes «filoterroristas», a los que deberá conceder contraprestaciones fáciles de adivinar, pues gracias a ellos el PSOE consiguió alcanzar la Presidencia del Gobierno de España (democráticamente, por supuesto) y aprobar una serie de decretos-ley de un marcado tinte electoralista, revestidos de urgente necesidad pero que, dada su trascendencia política, social y económica, deberían haberse tramitado durante el funcionamiento normal del Parlamento.

Recordemos, además, el ignominioso apoyo del PSE a la ley de abusos policiales aprobada por el Parlamento vasco, y las consabidas referencias a Franco, olvidando que si se juzgase al PSOE por sus actuaciones durante la República de los años treinta tal vez habría que aplicarle algún tipo de Ley de Memoria Histórica. Estos graves hechos no se pueden obviar a la hora de decidir el voto y, por más que el líder del PSOE se empeñe en negarlo, ¿qué no estaría dispuesto a hacer para conseguir la Presidencia del Gobierno de España? Consecuentemente, ¿qué se puede hacer para evitar esta posibilidad? Pensar en España.

Los primeros en hacerlo deben ser los políticos responsables de cada partido. No caben medias tintas:

-O rechazan abiertamente cualquier pacto posterior con partidos que no asuman manifiestamente el cumplimiento de la Constitución.

-O silencian o camuflan este rechazo (es verdad que una gran parte de las promesas electorales se hacen a sabiendas de que no van a ser cumplidas, pero al menos quienes traicionen este compromiso podrán ser tachados de infames).

Si los líderes políticos afirman que España está por encima de intereses partidistas, son conscientes del peligro que se cierne sobre la unidad nacional y conocen las repercusiones de la Ley D’Hondt, deben plantearse claramente la estrategia para evitar ese peligro. Ya que los partidos que defienden más abiertamente la unidad de España no han llegado a acuerdos preelectorales, deben «orientar» el voto de los españoles para alejar el fantasma de la desmembración. Todavía hay tiempo para tomar decisiones; existen votos ocultos y de indecisos que se deciden unos días antes de la votación, o incluso el mismo día. Sería una buena forma de servir a España, pero imagino que es pedir peras al olmo, porque cada líder habrá hecho ya sus cálculos en función de las encuestas, de su ambición, orgullo y de otras informaciones disponibles. Quizás hayan cifrado sus esperanzas en un posterior acuerdo a la andaluza. Pero ¿de qué servirá la intención de alcanzar este acuerdo si el PSOE consigue los apoyos suficientes para gobernar y seguir con la política que viene haciendo desde que preside el Gobierno de España?

Son muy numerosos los amigos y conocidos, en su mayoría conservadores y liberales, algunos socialistas e incluso algún comunista/podemista camuflado, que recaban mi opinión sobre la actual problemática electoral. Recuerdo a todos el mítico bando del alcalde de Móstoles: «La Patria está en peligro. Españoles acudid a salvarla» (1). Cuando me piden consejo les digo: si estás convencido, vota con el corazón porque toda persona deber ser fiel a sus ideales; si tienes dudas o tu voto está movido por el descontento, el agravio, el revanchismo, el odio o el temor por el futuro, vota con la cabeza, busca el voto útil ¡pensando en España!

Por José Mena, Teniente General en la Reserva.

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