España-Latam: un canal privilegiado para la recuperación

En las últimas décadas, las crisis globales no habían impactado de manera similar a ambas orillas del Atlántico. Así sucedió, por ejemplo, durante finales de los años 80 y 90 en los que la región latinoamericana se sumergió en crisis profundas, mientras la expansión económica en España le permitió comenzar a canalizar flujos de inversión hacia la región, al mismo tiempo que impulsaba la modernización y competitividad empresarial en las economías receptoras. En otros casos, como la crisis financiera internacional a partir de 2008, cuando la economía europea crujía, América Latina permanecía a resguardo gracias, entre otros, a sus exportaciones de materias primas. Entonces las empresas españolas pudieron oxigenarse, en parte, gracias al rendimiento de sus inversiones en Latinoamérica y a la venta de activos.

Como resultado de este proceso, España es hoy el segundo inversor en América Latina, sólo después de Estados Unidos, con una inversión acumulada superior a los 142.000 millones de euros, generadora de un millón de empleos y habiendo mostrado un claro compromiso de estabilidad en el tiempo. Asimismo, en los últimos años, la región se sitúa como cuarto inversor en España ―se trata principalmente de capital mexicano, pero también venezolano, argentino, brasileño y colombiano―, superando el stock de inversión los 42.600 millones de euros. Esta cifra es claramente superior a lo que reciben otras economías europeas. Y por lo que se refiere a las relaciones comerciales, las exportaciones del conjunto de países a España supusieron 15.802 millones de euros en 2019, mientras que España exportó mercancías por valor de 15.145 millones de euros a América Latina. El interés de ambas partes por la situación económica del otro es, por tanto, muy legítimo.

De esta forma, la citada alternancia en las crisis ha venido actuando como salvoconducto compensador para la otra parte. Sin embargo, esta relación se quebró con la irrupción de la pandemia de la covid-19; la crisis actual está impactando al mismo tiempo en España y América Latina con elevada intensidad. Ambos han sido a lo largo de este año epicentro de la pandemia, posicionándose en los primeros diez puestos a nivel global en cuanto a contagios y fallecimientos, y sufriendo, al mismo tiempo, los efectos más recesivos en sus economías. A los socios los unió el espanto.

En América Latina la situación es de extrema fragilidad. Se registraron más de 400.000 muertes hasta octubre, según la Organización Panamericana de la Salud. Y las previsiones más recientes del Fondo Monetario Internacional (FMI) apuntan a una caída de la producción latinoamericana del 8,1% en 2020, muy por encima de la caída esperada a nivel global (-4,4%), mientras que el paro alcanzará a 44 millones de personas, en un área en la que el 54% de la población trabaja en la informalidad. Como consecuencia, al menos 230 millones de personas estarán inmersas en la pobreza a fines de 2020. Por su parte España, que se está enfrentando a la segunda ola del virus, terminará 2020 con una caída del PIB del 12,8%, según las últimas estimaciones del FMI, mucho más profunda que para el conjunto de la eurozona y con una tasa de paro que se elevará al 16,8% de la población activa a fin de año. Además, en 2021, ni España ni Latam recuperarán lo perdido: el primero tendría un rebote en su PIB del 7,2% y será apenas del 3,6% para la región.

Latinoamérica tuvo tiempo para prepararse y enfrentar la pandemia, leyendo los anticipos europeos. Pero sus condiciones estructurales convirtieron al continente en un lugar propicio para la propagación del virus. La elevada informalidad laboral, el hacinamiento y la densidad poblacional, la insuficiente infraestructura hospitalaria y la incapacidad de los sistemas sanitarios para desplegar mecanismos de testeo y trazabilidad agudizaron la crisis. La región integra diversidades económicas a nivel nacional, pero la covid-19 reveló las principales debilidades en materia de política y social en el conjunto de la región: servicios públicos de baja calidad. Además de la inexistente coordinación entre los países latinoamericanos para hacerle frente.

“La pandemia nos mostró todo lo roto que teníamos como sociedad, pero también anunció que el cambio es posible, y mostró que cuando los humanos dirigimos nuestra mente de forma colectiva hacia algo, podemos doblar esa curva”, según Otto Scharmer, prestigioso profesor del MIT. Esta frase apela a la necesidad de lograr acuerdos para reconstruir los fragmentos que dejó la pandemia. Tanto España como Latam se enfrentan a retrocesos económicos y sociales sin precedentes que, tras la rápida reacción en materia de políticas monetaria y fiscal, necesitaran de una intensa agenda de reformas para hacerles frente.

Además, frente al fuerte proceso de introspección interna que estamos viviendo como consecuencia de la crisis originada por la covid-19, se trata por el contrario de volver a aprovechar las oportunidades que ofrece la recuperación a través del canal privilegiado entre América Latina y España. Las relaciones entre ambas partes se producen a través de múltiples canales, que en el ámbito económico y empresarial se materializan fundamentalmente a través de los flujos financieros y comerciales. Para favorecer el reforzamiento de estas relaciones, exponemos a continuación un conjunto de propuestas. El objetivo último ha de ser contribuir a avanzar en la búsqueda al unísono de los equilibrios macroeconómicos y sociales que potencien la recuperación parcial prevista a partir del año próximo.

América Latina carece de los recursos financieros necesarios para afrontar sola esta crisis. Al igual que en el caso de España, que está contando con el apoyo decidido de la Unión Europea, es necesario intensificar y mejorar el importante papel que están desarrollando las Instituciones Financieras Multilaterales (IFMs) a través del apoyo a los países de la región, en aras de reforzar los sistemas de salud y de la estabilidad macroeconómica. En ese sentido, resulta pertinente un mayor esfuerzo desde España, también accionarial, y de coordinación de los intereses europeos en las IFMs. Bajo el paradigma de la nueva administración estadunidense, vuelve a ser necesario explorar las posibilidades que podría ofrecer el multilateralismo en áreas de interés común, siendo a estos efectos muy visible la coordinación de propuestas en foros internacionales como el G20.

Asimismo, habrá oportunidades de inversión para las empresas españolas en aquellos países de la región con mayor espacio fiscal para el desarrollo de infraestructuras, entre ellas las sanitarias. En ese sentido, la colaboración público-privada será clave en la provisión del ingente volumen de servicios públicos que necesita la región. Por otro lado, la continuidad de los flujos de inversión del capital latinoamericano en España refuerza las capacidades financieras y los equilibrios en la relación económico-empresarial.

En el ámbito de las relaciones comerciales, la UE dispone de la mayor red mundial de acuerdos comerciales con América Latina. Es momento de seguir construyendo, buscando ahora la ratificación del Acuerdo de Asociación Estratégica UE-Mercosur. Además, dadas las prioridades establecidas en la UE en materia de digitalización y sostenibilidad y su financiación privilegiada con los nuevos Fondos Europeos para la recuperación, el avance en estas áreas por parte de la región podría facilitar su participación en los mismos.

España y Latinoamérica deben también intensificar el trabajo conjunto en una agenda de impulso del comercio bidireccional. Hay que seguir apoyando el esfuerzo de internacionalización de las pymes desde ambas orillas. La disrupción tecnológica y la incorporación del comercio electrónico en los hogares es clave en esta nueva relación estratégica entre los socios. Otra gran oportunidad es un mayor intercambio de servicios, especialmente los basados en el conocimiento, en ambos lados, al provocar la incorporación masiva del teletrabajo una menor necesidad de cercanía con el trabajador.

El próximo año se cumple el 30 aniversario de las Cumbres iberoamericanas. En la situación actual resulta más oportuna si cabe para el conjunto de países miembros, priorizando en su próxima agenda el profundo debate y elaboración de propuestas para superar la crisis sanitaria de la covid y asentar unas bases macroeconómicas y sociales sólidas para la recuperación. Siguiendo la senda de la intensa actividad de los organismos financieros internacionales durante este año en apoyo de América Latina, hemos de restablecer el canal privilegiado que suponen las estrechas relaciones entre América Latina y España, que permitan fortalecer las instituciones e impulsar los flujos de inversión y comerciales. Contribuiríamos así a que a ambas partes volvieran a sincronizarse, ahora en el crecimiento.

Ricardo Martínez Rico es presidente de Equipo Económico. Dante Sica es exministro de Producción y Trabajo de Argentina.

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