España necesita otro gobierno

Si ya desde un principio la composición del actual Gobierno constituyó un disparate político que no respondía más que a las ansias de Pedro Sánchez de asegurarse su estancia en La Moncloa, transcurridos solo unos meses, lo que entonces muchos habíamos previsto, hoy se ha visto confirmado definitivamente. España no tiene el gobierno que se merece y que las actuales circunstancias exigen. La participación y colaboración de Podemos en el Gobierno de coalición no ha servido hasta ahora más que para atribuir unos golosos puestos a algunos miembros de ese partido cuya aportación profesional no ha supuesto ninguna ventaja apreciable para la buena gobernación del país. Constituyen una rémora en el plano internacional por su descarada connivencia con la narcodictadura bolivariana de Venezuela. Son absolutamente incompetentes en el plano económico. En cuestiones sociales se apuntan siempre a las soluciones más populistas pensando únicamente en su posible rédito electoral en un inmediato futuro. A estos señores Pedro Sánchez les ha regalado unas buenas poltronas ministeriales y hasta una mismísima Vicepresidencia del Gobierno a cambio de sus votos y sus enredos y compromisos con el independentismo radical que se lucra, a su vez, con absoluto desprecio y permanente abuso de los apoyos tácticos que presta.

La epidemia del coronavirus que padecemos ha puesto en almoneda al actual gabinete que como cabía suponer está demostrando una profunda impericia -González dixit- y una nula preparación para hacer frente a una situación ciertamente endiablada como la que tenemos que afrontar. Por eso creemos imprescindible que el país cambie de rumbo y lleve a cabo una profunda rectificación. Veníamos ya, desde hace un tiempo, dando tumbos pero hasta ahora los continuos y reiterados errores de Sánchez y sus aliados políticos no habían costado vidas humanas. Los españoles que en estos momentos tan difíciles están dando muestras de un valeroso e impecable comportamiento cívico, demandan, con toda razón, una respuesta del Gobierno, a la altura de las circunstancias.

En su momento constituyó un error de bulto por parte de Albert Rivera no acceder a formar un gobierno de coalición con el PSOE, circunstancia que abriría la puerta a la confección del gobierno social-comunista que padecemos pero eso es ya parte de la historia que no podemos más que lamentar.

Hoy tenemos que operar de manera urgente con los datos reales de la hora actual. Tiene toda la razón Santiago Abascal en su alegato de censura al actual Gobierno pero no puede concluir su vigorosa intervención pidiendo lisa y llanamente que el Gobierno dimita en bloque sabiendo que Sánchez nunca lo va a aceptar.

Está, sin embargo, más medido en su papel Pablo Casado, que aprueba y respalda lo irremediable, pero no se aviene a secundar al Gobierno en sus continuos desvaríos y vacilaciones, aunque al final creo honradamente que tampoco da una salida política a la preocupante situación en que nos encontramos. Es por eso que el propio presidente del Gobierno, alentado por su gurú de cámara y otros varios analistas y comentaristas políticos, ha lanzado recientemente la propuesta de unos nuevos Pactos de La Moncloa en recuerdo a los suscritos en la Transición, aunque lo que se requiere en estos momentos, a mi juicio, es algo más profundo y estable que dure y dé consistencia al país para un futuro que se prevé muy incierto y problemático. Unos Pactos de La Moncloa manteniendo a Podemos en el Gobierno y con la amenaza siempre latente de los separatistas pudiera suponer una camuflada trampa a la oposición y una manera de encubrir los errores de un gobierno a todas luces fallido.

Creo por ello que la fórmula de un gobierno de coalición que agrupe a las fuerzas que representan a un amplio centro de nuestro país sería en el momento presente la solución más deseable. Por poco apetecible que le pueda parecer a Pablo Casado compartir gobierno con Pedro Sánchez, las circunstancias me parece a mí que le deberían forzar a hacerlo. Es cierto que Sánchez en sí no merece que se le apoye, pero España sí merece que el Partido Popular arrime el hombro en momentos tan críticos como los actuales. El apoyo de Casado no sería pues al propio Sánchez sino en realidad al Partido Socialista y al fin y a la postre al propio país, que se vería aliviado por ello.

A mi parecer, Pablo Casado debería hacer una oferta pública y formal desde el Parlamento a Pedro Sánchez para formar un gobierno de coalición al que debería ser invitado Ciudadanos con el objeto de llegar a tener el ejecutivo más sólido de la democracia superando con creces los 200 diputados. Este gobierno representaría un verdadero compromiso histórico poniendo fin, al permanente enfrentamiento, cada vez más bronco y peligroso entre la derecha y la izquierda que tan malos presagios augura para el porvenir de nuestro país. Además estoy seguro de que este gobierno que propugno sería recibido en Europa con alivio y satisfacción.

Vox y Podemos deberían quedar al margen porque no tendría sentido que estas dos fuerzas formaran parte de la coalición ya que mantienen posiciones diametralmente opuestas en temas de gran calado, lo cual dificultaría la operatividad política que el momento exige.

En caso de que Pedro Sánchez rechazara la mencionada oferta, Casado y el PP no tendrían nada que perder y habrían dado muestras de indudable altura política dejando a un lado por el momento legítimos intereses y apetencias personales para atender al interés superior de la nación. Sánchez quedaría así prisionero de sus propios errores y fatuas ambiciones, no teniendo ya autoridad alguna para pedir socorro y ayuda ante lo que se le va a venir encima en poco tiempo con toda seguridad.

Creo representar el sentimiento y deseo de una gran parte de la sociedad civil, que vería con enorme esperanza la recomposición política que acabo de describir. Sería conveniente por ello que entre todos ejerzamos la debida persuasión y presión democráticas para hacerlo posible.

Es ante circunstancias cruciales cuando se comprueba el coraje y patriotismo de los verdaderos líderes políticos.

Ignacio Camuñas Solís fue ministro adjunto para las relaciones con las Cortes.

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