España saldrá más tarde de la crisis

¿Cuándo vamos a salir de esta crisis? ¿Nos recuperaremos antes o después que la mayoría de paí- ses? Las crisis, en general, son fruto de excesos, y cuanto mayor y duradero es el exceso más profunda es la crisis y más difícil resulta salir de ella. España sufre una crisis gestada, principalmente, por la coincidencia de dos grandes desequilibrios o excesos: un crecimiento económico explosivo explicado por una proporción insana --por insostenible-- de la construcción residencial, y una exuberancia de consumo y de inversión favorecida por unos tipos de interés extraordinariamente bajos (negativos en términos reales durante muchos años). Esto llevó a una inflación de los precios de los activos, particularmente de las viviendas, que hacía que cada vez se requiriera más endeudamiento para poderlos adquirir y que teníamos que financiar recurriendo al ahorro de otros países. Ambos desequilibrios son un atolladero que será la causa de que salgamos más tarde de la crisis que cualquier otro país.

Ese vivir estirando más el brazo que la manga de forma tan excesiva y prolongada nos ha llevado a tener un déficit exterior (por cuenta corriente) que no tiene comparación con el de ningún otro país del mundo, ni el de Estados Unidos.

Primer desequilibrio: el elevado déficit de año tras año. ¿Y cómo se produce ese déficit de la economía española con el resto del mundo? ¿Qué sucedió en el año 2008? La balanza comercial (exportaciones menos importaciones) originó un déficit de unos 88.000 millones de euros, que el turismo y otros servicios solo pudieron compensar en 26.000 millones. Por otro lado, los pagos por rentas (ya sean intereses, alquileres o dividendos) debidas a las inversiones extranjeras no cesan de aumentar de un año a otro, y en el 2008 fueron de 34.000 millones. Las aportaciones al presupuesto comunitario y las remesas de los emigrantes explican otros 9.000 millones. Todo ello llevó a que finalizara el 2008 con un déficit de la balanza por cuenta corriente de 105.000 millones de euros (un 10% del PIB). Y ¿cómo es posible que un país pueda vivir por encima de sus posibilidades año tras año? En el 2007, el déficit fue de 105.400 millones, y en el 2006, de 88.300 millones... La respuesta es la misma que en una familia cuando gasta más de lo que ingresa: ¿cómo lo hace? Endeudándose (préstamos) o descapitalizándose (vendiendo patrimonio) o ambas cosas a la vez. Pues en un país sucede lo mismo: endeudándose (importando capital en forma de créditos) o vendiendo activos previamente acumulados (o sea, reduciendo su riqueza acumulada en forma de bienes de capital en el extranjero o de reservas, oro o divisas).

La balanza de capital es la que financia la balanza por cuenta corriente. Así, la economía española, con un déficit corriente crónico, ha necesitado año tras año financiarla con deuda del exterior. Si un país exporta capital significa que parte de su patrimonio está en el extranjero o que el resto del mundo es deudor respecto de ese país. Y, por el contrario, si un país recibe capital extranjero (créditos, depósitos o inversiones) el país es deudor del resto del mundo.

¿Y cuán endeudada está España? La deuda externa de un país incluye todos los instrumentos financieros que dan lugar a pagos por amortizaciones y por intereses. Pues bien, la deuda externa que España ha ido acumulando muy intensamente en los últimos años se situó en 1,7 billones de euros a finales del 2008, más de un 150% del PIB.

Medio billón de esa deuda externa corresponde a créditos y depósitos a corto plazo (con vencimiento inferior a un año), casi todos de instituciones financieras. El conjunto de estas instituciones financieras tiene una deuda externa de más de tres cuartos de billón de euros, equivalente al 43% de todo el saldo de crédito concedido por el conjunto de entidades de crédito (bancos, cajas y cooperativas de crédito).

Con estos datos, y dada la pérdida de confianza relativa de la economía española en el exterior, qui- zá entenderemos mejor por qué el crédito sigue tan racionado por parte de las entidades financieras, a pesar de los abundantes estímulos monetarios y fiscales.

Segundo desequilibrio: un sector de la construcción desproporcionado en volúmenes y en precios. Existen un par de indicadores que permiten ver la situación inmobiliaria comparada entre países: son la relación entre el precio de venta de la vivienda y los ingresos familiares y la relación entre el precio de venta y el precio del alquiler. En un estudio muy reciente de la OCDE de los 17 países más importantes del mundo (con datos del 2008), se puede ver que en relación con los ingresos familiares los pisos deberían bajar del orden del 41% para estar a su nivel, y si lo miramos respecto de la rentabilidad de los alquileres, la rebaja debería ser del 53%. Cuanto más se tarde en realizar este ajuste de precios, más larga y agónica va a ser la recuperación.

¿Qué hay que hacer, pues, para salir de esta pesadilla? Lo más importante es saber que la economía catalana y española empezará a recuperarse cuando bancos y cajas presten de nuevo dinero a familias y empresas solventes (que afortunadamente todavía quedan), y cuando el mercado inmobiliario reemprenda su actividad. Para que esto ocurra, habrá primero que sanear el sistema financiero y hacer que el crédito fluya. Y, por otro lado, es necesario que los precios de la vivienda bajen considerablemente.

Anton Gasol, economista.