España sí, pero no así

No hace falta ser una ardilla para comprender los motivos por los cuales los socios independentistas del PSOE no aprovechan este momento único para exigir un referéndum de independencia. El saqueo es mucho más rentable. Ahora bien, que haya regiones dispuestas a tragarse sin chistar otra vuelta de tuerca del sistema autonómico-extractivo es cosa que necesita ser explicada con una gran dosis de finura psicosocial. Posiblemente tiene que ver con los complejos que genera ser más pobre que otro, con el que se convive, durante demasiado tiempo. El personal de servicio, esa chacha andaluza, por ejemplo, tan popular en Cataluña, interioriza su condición subalterna. Es el resultado de soportar largamente una posición de inferioridad con respecto a otros que te dicen que eres más pobre porque eres más tonto, porque perteneces a una raza inferior, mezclada con elementos semíticos o mongólicos, que diría Pompeu Gener. El gran Jorge Puyol decía que los andaluces somos seres desestructurados. No parece que esto sonroje a nadie hoy. Que las razas que se creen superiores se atrincheren en sus miserables argumentos, se comprende. Lo que no se comprende es lo que hacen "los desestructurados", los del nivel inferior en la España multinivel del sanchismo.

España sí, pero no asíEl problema del racismo en España es gravísimo y vergonzoso. Siempre lo es, pero aquí además disfruta de patente de corso. La prueba está en que hay varios padres de la patria autonómica que tienen publicados textos abiertamente racistas y son homenajeados como héroes año tras año. Tal cosa no sería admisible en ningún país occidental hoy. No nos referimos solo a los clásicos como Sabino Arana. El galleguismo no le anda a la zaga y ha sido asumido por el PP como si fuera una religión desde los tiempos Manuel Fraga, ministro franquista antes que rey de la taifa galaica. Así, podemos leer en Eduardo Pondal, padre de la patria gallega: Nosotros somos alanos / y celtas y suevos, / mas no castellanos. / Nosotros somos gallegos. / Seréis iberos, seréis del demonio; / nosotros somos de los celtas. / nosotros somos gallegos.

Esto va dicho para demostrar, por si alguien no lo había notado, que el problema de balcanización que España padece no lo va a arreglar el PP. Este es un problema transversal, tremendamente complejo, que afecta a España en Europa y a Hispanoamérica al otro lado del Atlántico. Nuestros nacionalismos son los indigenismos en Hispanoamérica.

Gran parte del argumentario que sirve de munición al proceso de balcanización sale de la leyenda negra y no pasa semana en que no le aparezca una nueva puntada a tan espeso manto. Hace algunas, alguien que ocupa un cargo institucional importante comparaba el Tribunal Constitucional con el de la Inquisición. Hasta el 31 de agosto se pudo ver en el Palacio de Cristal una exposición en la que se representaban por medio de 17 columnas caídas metafóricamente a las 17 comunidades autónomas atrapadas en el régimen colonial español: "Con este trabajo se nos invita a reposicionar nuestra mirada, demandar otra percepción de la espacialidad y realizar una lectura del contexto distinta que permita enhebrar el pasado imperialista de España con la realidad del poder colonial que se ejerce en el presente sobre las diversas naciones que la integran". España es una potencia colonial opresora. Por si alguien no había entendido a qué se debían los furiosos ataques que ha recibido mi trabajo, ahí tiene la respuesta: el argumentario de la leyenda negra es hoy más necesario que nunca a varias fuerzas políticas para las que la equiparación de aquella España inquisidora y esta de ahora es esencial. Más aún: hay que igualar aquella España con la de hoy, y todo ello amalgamarlo con el franquismo y la derecha. Totum revolutum o no sirve. Firman abajo Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Gobierno de España, Ministerio de Cultura y Fundación Santander. El núcleo duro del poder financiero y político.

Ahora bien, quien preside esa potencia colonial opresora, ¿por qué no procura que deje de serlo? Y lo mismo vale para quienes apoyan ese Gobierno y que son supuestamente anticolonialistas. ¿O es que no lo son? ¿Son solo faroles? ¿En realidad no hay que matar a la gallina de los huevos de oro? ¿Solo atontarla un poco para que siga pagando?

El Papa Bergoglio piensa lo mismo y no lo oculta. Y lo cree muchísima gente. El daño que la Generalidad ha hecho a la reputación de España es inmenso. Se han empleado a fondo y pueden estar orgullosos de lo conseguido. A fin de cuentas, ya vendrá la España multinivel a pagar la factura. Quiere decirse que todo este festival lo ha pagado usted, amigo andaluz o canario, del nivel inferior en el multinivel, con sus impuestos.

Esta es la situación que tenemos. Mayor indignidad no cabe. Se puede caer más bajo, pero es difícil. Y de aquí hay que salir con coraje e imaginación. Todo es preferible a perpetuar este estado de cosas. Posiblemente desde los tiempos de Fernando VII no ha atravesado España por una etapa de tanta inmoralidad en la vida pública, de tanto envilecimiento. Y, por favor, a los que todavía asista la capacidad de juicio, salgan de su zona de confort: esto no lo arregla una victoria del PP caso de que se produjera o pudiera producirse - lo cual es bastante dudoso- por muchas razones. Entre ellas, la dependencia clerical y el regionalismo casposo que heredaron del carlismo. El PP es tan parte del problema como el PSOE. Cada uno a su modo, pero ambos cavan en el mismo hoyo.

En 2017 publiqué en este periódico un artículo titulado El día después en el que pedía un referéndum de autodeterminación. Le decía entonces a Susana Díaz que tenía tarea. Ahora se lo digo a Juanma Moreno. Ni andaluces ni extremeños, ni canarios ni murcianos, ni manchegos, ni castellanos, ni aragoneses... nos merecemos esa España multinivel. Si entonces era necesario un referéndum, ahora lo es más que nunca. España necesita legitimar su existencia o no sobrevivirá como nación política. Y eso solo puede lograrse en las urnas. El referéndum no solo es necesario, es vital. No un referéndum a la catalana, que se hizo para que se montara un buen jaleo y provocara lo que provocó: la deslegitimación de España en el mundo entero. Hay que hacer las cosas bien y para ello es precisa una reforma constitucional que haga posible y legal ese referéndum. Hay que exigir esa reforma en defensa propia.

La España multinivel del sanchismo es la perpetuación del régimen asimétrico que ha impedido a las democracias españolas estabilizarse. Es el sistema con que Cánovas apaciguó a los carlistas. Este primer acuerdo económico vasco (1878) fue renovado por Franco en 1937 debido al apoyo recibido. Y es el mismo que la Constitución del 78 mantuvo. La única y verdadera Ley Fundamental de España desde que las guerras carlistas enseñaron a los señoritos reaccionarios cómo adquirir y mantener privilegios ante los peligros que venían de la Andalucía liberal y su Constitución gaditana. Que la palabra liberal nació en Cádiz y luego se exportó al mundo entero (incluida la lengua inglesa) es ignorado por la mayoría. Lo que Andalucía ha pagado por esto, los andaluces lo saben. De ser la región más rica a ser la más pobre. Emigración, subdesarrollo; millones de andaluces repartidos por el mundo. Una revolución industrial destrozada a conciencia para que fuese rentable la del norte. Frente a esto, Andalucía ha respondido con una lealtad inquebrantable al proyecto nacional.

En torno a 1630, escribía Quevedo: En Navarra y Aragón no hay quien tribute un real, / Cataluña y Portugal son de la misma opinión. / Solo Castilla y León y el noble pueblo andaluz / Llevan a cuestas la cruz.

La cosa, como se ve, viene de lejos. Pero no importa. Seguimos siendo fieles al proyecto nacional, pero ese proyecto siempre ha pasado y sigue pasando por Cádiz, porque es el de la igualdad de todos los españoles con independencia de su origen. La España asimétrica del carlismo, la España multinivel del sanchismo nos envilece. Ese proyecto nacional no merece la pena. Es necesario reformar la Constitución y convocar un referéndum para que se vaya el que quiera. Tranquilamente. Pero sobre todo, y esto es lo verdaderamente importante, para que, los que nos quedemos, lo hagamos en pie de igualdad. Solo así podremos recobrar nuestra dignidad como país. Y como ningún partido va a ocuparse de esta tarea de salud pública, conviene que los ciudadanos vayan organizándose.

Elvira Roca, autora de Imperiofobia y leyenda negra: Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español (Siruela, 2016).

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