España y la maldición del paro

Como si se tratara de una maldición ancestral, en España damos por sentado que el porcentaje de parados sobre población activa difícilmente podrá bajar de los dos dígitos. Recordamos como un espejismo aquel 8 por ciento previo a la crisis y tendemos a aceptar como inevitables las recientes previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI), augurando un estancamiento en el 14 por ciento durante los próximos dos años (ahora estamos en el 14,7). Quizás algún día seamos capaces de volver a aquel 8,2 por ciento de 2007, pero nadie apuesta por que podamos bajar de ahí, y mucho menos regresar a aquel 5 por ciento del inicio de la Transición, un guarismo que podríamos considerar como cercano al pleno empleo.

En el Círculo de Empresarios creemos, sin embargo, que bajar el nivel de paro a un 5 por ciento (en Alemania está en el 3,1; en los Países Bajos en el 3,4 y en el Reino Unido en el 3,8) es un objetivo perfectamente posible al que no deberíamos renunciar. Simplemente con una regulación del mercado laboral más flexible, como la que existe en esos países, nuestra tasa de desempleo descendería significativamente.

Alcanzar ese 5 por ciento no es, por supuesto, tarea de una legislatura sino que nos llevaría no menos de una década. Con un millón de parados frente a los casi 3,3 millones que tenemos actualmente, liberaríamos de las arcas públicas no menos de 26.000 millones de euros entre menos subsidios y más cotizaciones. Y esto, sin contar con los efectos que tendría en el consumo, en la recaudación fiscal y en el equilibrio personal de los nuevamente empleados. Sería ésta la fórmula mágica para superar las desigualdades y contribuir a la estabilidad social, al futuro de nuestros jóvenes y a la sostenibilidad del Estado de Bienestar.

En un reciente informe titulado «Reformas económicas para la nueva legislatura», el Círculo apunta a la creación de empleo como el gran objetivo de la política económica para los próximos años y, por lo tanto, la prioridad principal del nuevo Gobierno. No podemos pretender ser la cuarta potencia de la Unión Europea, en caso de que el Brexit se acabe materializando, y situarnos a la cola de los, por el momento, 28 por tasa de paro, superados sólo por Grecia que la tiene en el 18 por ciento. Peores son aún nuestras cifras de paro juvenil, donde estamos los terceros por la cola con un 32,4 por ciento, tan sólo superados por la propia Grecia (39,5) e Italia (32,8).

Afrontar este desafío exige actuar en varios frentes, siendo el principal, sin duda alguna, el de la Educación. Una educación del siglo XXI para un empleo de calidad, que ponga el acento en cuestiones como la Formación Profesional Dual y que permita a nuestros jóvenes adaptarse al nuevo entorno digital, cada vez más robotizado y enfocado hacia el big data, internet de las cosas, inteligencia artificial, ciberseguridad, blockchain, machine learning e informática cuántica. En estos momentos tenemos vacantes del orden de 135.000 puestos de trabajo de perfil tecnológico porque no encontramos profesionales preparados para cubrirlos.

Nuestras recomendaciones en este terreno se orientan también a impulsar el empleo mediante un nuevo marco laboral más adaptado a las nuevas realidades empresariales. Esto se hace modernizando el sistema de contratación, dotándolo de mayor racionalidad y simplicidad, estableciendo, por ejemplo, tres grandes contratos, tanto a tiempo parcial como completo: indefinido, de duración determinada, y juvenil, éste último de formación.

Cuestión fundamental a la hora de reducir el paro en todos los niveles de edad es el de las políticas activas de empleo, en las que hay que poner más eficacia en la gestión y mayor peso en la formación. En España estas políticas no funcionan, algo que sabemos desde hace mucho tiempo sin que hasta ahora se hayan tomado medidas para mejorarlo. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) sólo un 2,1 por ciento de los parados aseguran haber encontrado colocación a través del sistema público de empleo. Una cifra que queda en evidencia ante el 98 por ciento que recolocan, por ejemplo, los servicios públicos de empleo en Austria.

Un informe de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) sobre políticas de empleo considera necesario un cambio radical en el sistema público de empleo. Todos los años nos gastamos alrededor de 6.500 millones de euros que no sabemos dónde van a parar pues, por lo que estamos comprobando, los resultados son absolutamente desastrosos.

El impulso a la creación y al crecimiento de las empresas, no tanto mediante incentivos como eliminando trabas burocráticas, administrativas, laborales y fiscales en su desarrollo, es otro aspecto que puede contribuir significativamente al crecimiento del empleo.

También ofrece un amplio margen de mejora de nuestros índices de paro la lucha contra la economía sumergida. Según determinadas estimaciones, ésta se sitúa en España por encima del 17 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB). Si consiguiésemos bajarla al 11 por ciento en que se encuentra en los países de nuestro entorno, esto se reflejaría en una reducción estimada de dos puntos porcentuales en nuestra tasa de paro.

Además de lo que hay que hacer, tenemos muy claro lo que hay que evitar. La últimas medidas fiscales y de gasto del Gobierno han generado incertidumbre, al tiempo que elevan la presión fiscal sobre las familias y las empresas, impactando negativamente en su capacidad de ahorrar, consumir e invertir. La falta de rigor presupuestario, el giro de la política económica del Gobierno y la ausencia de avances en la competitividad ralentizan la creación de empleo. Todo ello en un contexto de clara desaceleración económica, tanto a nivel nacional como internacional.

Teniendo claras las medidas para reducir el paro, lo más importante ahora es tener la voluntad de ponerlas en marcha. Las políticas necesarias para lograrlo, en las que confluyen cuestiones educativas, de regulación laboral, de gestión de las políticas activas de empleo y de impulso a la creación y crecimiento de las empresas, requieren de consensos parlamentarios que en las actuales circunstancias de fragmentación política son más difíciles que nunca. Otra maldición que tendremos que superar.

John de Zulueta es presidente del Círculo de Empresarios.

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