Esta es la estrategia ucraniana que ha cogido por sorpresa al ejército ruso

Soldados ucranianos a bordo de un tanque en Bakhmut. Reuters
Soldados ucranianos a bordo de un tanque en Bakhmut. Reuters

Tras siete meses de guerra, el ejército ruso está muy desgastado. El Kremlin ha perdido 74.000 hombres de una fuerza inicial de invasión de 200.000. 18.500 de ellos han muerto. 55.500 han sido heridos.

Más del 60% de ellos cayó durante febrero y marzo en los primeros arduos compases de la guerra. El resto se fue consumiendo en las escaramuzas libradas por todo el frente y en la agónica ofensiva del Donbás.

Los rusos agotaron sus últimas fuerzas cuando aseguraron en julio las dos urbes de 100.000 habitantes que son Lysichiansk y Severodonetsk.

Entretanto, Ucrania ha decretado la movilización general (en marcha desde febrero), se ha beneficiado de la llegada de abundante armamento y se estima que cada mes adiestra un mínimo de 15.000 hombres. Cifra probablemente muy inferior a la real.

En contraste, Vladímir Putin sigue sosteniendo ante el pueblo ruso la ficción de que no se está librando una guerra, sino una "operación especial", y que esta no exigirá grandes sacrificios al país.

A Moscú le resulta por tanto casi imposible reclutar tropas de refresco y compensar las abundantes bajas padecidas hasta la fecha.

En julio, los rusos perdieron la ventaja militar. La aguja del equilibrio de fuerzas marcaba un 0 y empezó a deslizarse peligrosamente en favor de Ucrania. Los reclutas de febrero ya tenían a sus espaldas cinco meses de intenso adiestramiento, se habían familiarizado con su equipamiento y habían realizado ejercicios militares para instruirse.

Comienza la campaña

Con mucho apoyo de la Inteligencia estadounidense, el Estado Mayor de Ucrania y su contraparte americana han planificado y dado inicio a la campaña para reconquistar Jersón, una urbe de 300.000 habitantes que se encuentra "atrapada" en la orilla occidental del río Dnieper. Y el Dnieper es, precisamente, la clave.

El río Dnieper es clave para la contraofensiva ucraniana.
El río Dnieper es clave para la contraofensiva ucraniana.

Ucrania es un país surcado por abundantes corrientes fluviales. Pero el Dnieper es algo más. Sus orillas distan cinco kilómetros en sus tramos más anchos y 400 metros en los más angostos. Sus aguas sirven además para refrigerar los reactores de la central nuclear de Zaporiyia y su curso separa el Jersón ocupado del resto del territorio.

Capturar Jersón no sólo es un asunto simbólico de política interna ucraniana. Para Zelenski es fundamental demostrar a Europa que Ucrania está en posición de derrotar a Rusia y que es por tanto merecedora de más apoyo.

Durante todo el mes de agosto los ucranianos han bombardeado a los rusos mediante los recién llegados Himars, unos lanzacohetes de precisión con más de 70 kilómetros de alcance que permite hacer "fuegos profundos". Esto es, no sólo golpear la primera línea enemiga, sino también la infraestructura que se encuentra tras ella: centros de mando, almacenes, talleres, nodos ferroviarios.

Comienza el asalto terrestre

Tras un mes de castigo incesante, y tras aislar el área de operaciones de Jersón volando todos los puentes sobre el Dnieper, el pasado 29 de agosto se puso en marcha la fase decisiva de la ofensiva. La del asalto por tierra.

Las brigadas mecanizadas ucranianas empezaron a empujar desde el norte de la cabeza de puente de Jersón con la intención de alcanzar Nova Kakovka (y su vital punto de paso) y de forzar a los rusos a retirarse hasta Jersón o cruzar a nado el enorme río.

También se lanzaron ataques directos contra Jersón con la intención de forzar a los rusos a distraer fuerzas y (llegado el caso) aprovechar cualquier debilidad del dispositivo defensivo ruso.

En siete días, los ucranianos han logrado avances. Han recortado la cabeza de puente de Jersón y se aproximan lentamente a Jersón y Nova Kakovka.

Los rusos, por su lado, tienen dificultades para reabastecer la ingente cantidad de tropas y munición que demandan sus tropas. Para ello sólo cuentan con botes de goma y barcazas a tiro de la artillería ucraniana.

Los rusos han reaccionado adoptando dos decisiones.

1. Emplear sus reservas operacionales derivándolas a Jersón (aunque con la dificultad de cruzar a la otra orilla).

2. Emplear a fondo su fuerza aérea, que está relativamente poco desgastada en comparación con el ejército de tierra.

Aparentemente, el avance va bien para Ucrania, aunque no alcanzará pronto Jersón (no antes de un mes). Por no decir que es posible que los ucranianos nunca lleguen a entrar en la ciudad. Todo dependerá, en cualquier caso, de lo bien planificada que esté la ofensiva y del grado de desgaste ucraniano, del que nada sabemos.

El día sorpresa

Si bien la ofensiva sobre Jersón era predecible, lo que sucedió el día 6 cogió desprevenido a todo el mundo. Los ucranianos han abierto una segunda ofensiva en la otra punta del frente, en el óblast de Jarkov.

Recordemos que el frente de Ucrania tiene 1.100 kilómetros frente a los menos de 700 kilómetros que tenía el frente occidental de la I Guerra Mundial entre Suiza y el canal de la Mancha. No son distancias nimias.

El frente de Ucrania tiene 1.100 kilómetros de longitud.
El frente de Ucrania tiene 1.100 kilómetros de longitud.

La zona está guarnecida por una mezcla de unidades de segunda categoría, incluyendo a la Guardia Nacional, unidades policiales y tropas regulares de segunda. Los rusos ni tan siquiera se han molestado en cavar una buena red de fortificaciones durante estos meses.

El sorpresivo ataque ucraniano ha cogido desprevenidas a las tropas rusas, las ha vapuleado en Schenchevkove (a 25 kilómetros de profundidad) y, a fecha de 8 de septiembre, amenaza con penetrar hasta Kupiansk, el nodo logístico clave para los más de 15.000 soldados rusos que lideran la ofensiva del Donbás desde el norte.

Si Kupiansk cae y los ucranianos mantienen la presión por todo el frente de Jarkov, los rusos se van a ver obligados a efectuar una retirada a través del río Oksii (sin puentes) y a la desesperada, so riesgo de quedar rodeados y sin suministros.

Semejante escenario será el fin de las ambiciones de Vladímir Putin de conquistar el Donbás.

Pero ¿qué pasará el 30 de septiembre si los ucranianos logran alcanzar Jersón o Kupiansk?

Que el ejército ruso se encaminará hacia una derrota estratégica y política casi inevitable y de profundas consecuencias.

Y que Moscú deberá decidir si está dispuesta a negociar o si debe efectuar una movilización general que llame a millones de rusos a las armas, con consecuencias impredecibles.

En cuanto a la propia ofensiva ucraniana, caben varias observaciones.

1. Está magníficamente planeada y, sin duda, ha contado con apoyo de la Inteligencia estadounidense.

2. Un primer objetivo que Kiev probablemente ha logrado ya es el de detener completamente la ofensiva del Donbás.

3. Un segundo objetivo culminado es el de que Ucrania se apodere de la iniciativa estratégica de esta guerra. Los rusos ya no van una jugada por delante. Ahora sólo les queda reaccionar a la defensiva frente a los ucranianos y tratar de conservar terreno.

Pero sostener dos ofensivas simultáneas puede ser muy arriesgado si los ucranianos no disponen de una inteligencia excelente acerca del desgaste del ejército ruso. Si carecen de ella, se exponen a contraataques rusos sobre sus flancos, así como a padecer un castigo que paralice la ofensiva antes de que concluya este mes.

Yago Rodríguez es analista militar y geopolítico, y director de The Political Room.

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