Esta vez sí, no siempre lo peor es cierto

En la legislatura vasca que está a punto de iniciarse, a la novedad de que no haya ningún escaño ocupado por formaciones proetarras, cabe añadir, a la luz de los resultados electorales, la posibilidad de que también, por primera vez desde 1978, la Cámara elija un lehendakari no nacionalista. Los 38 escaños obtenidos por PSE-EE (24), PP (13) y UPyD (1) permiten a los ciudadanos vascos atisbar la increíble posibilidad de que Patxi López, candidato socialista, sea investido presidente autonómico.

Tomándolo de un modo anecdótico, e incluso como presagio, dos días antes del inicio de la campaña vasca, Carmen Iglesias, académica de la Lengua y de la Historia, además de presidenta de Unidad Editorial, presentaba su último libro con un interesante título que toma prestado de Calderón de la Barca, No siempre lo peor es cierto. Sin embargo, su título viene pintiparado para empezar el análisis de los datos electorales. No sólo por lo que afecta a los votantes constitucionalistas, cuanto por la necesidad de orear un Gobierno autonómico, lo peor -otros cuatro años de obsesiones identitarias, planes y consultas por doquier- puede que no sea cierto. De momento sólo se dispone de datos de escrutinio y de reparto de escaños con los que hacer cábalas. Aún queda por conocer cuál será la reacción del socialismo vasco -con o sin directrices de Ferraz-, pero a la vista está que la gobernabilidad de esta comunidad autónoma queda en manos de los socialistas. A ellos les corresponde, en última instancia, delinear el futuro. Pueden sumar sus votos al PNV y alcanzar acuerdos con la innegociable condición de que Ibarretxe persista en el cargo, o bien, pueden dejarse acompañar en esta singladura por los parlamentarios de PP y UPyD. Como ya adelantó el domingo pasado EL MUNDO, el partido de Rosa Díez puede, a la postre, ser la llave que accione el sistema de teletransportación de Ibarretxe a la oposición, algo que resultará familiar por su émula del galáctico personaje de mister Spock a lo largo de esta campaña.

Los resultados, a pesar del aumento de los votos, no son del todo buenos para los socialistas. Haber generado unas expectativas tan altas, algo que venían haciendo desde marzo de 2008, ha abocado a que los seis escaños que añadir a los ya conquistados en 2005 tengan un sabor agridulce. Pero no ha podido ser. Al PSE corresponde gestionar el resultado. En esta ocasión, más que en ninguna otra, los votos, además de contarlos, hay que saber leerlos y, como dijo alguien, incluso pesarlos.

Así las cosas, Patxi López será el responsable de que el País Vasco dé paso a nuevas formas de gobierno o, por el contrario, eternice a los nacionalistas en el mando en plaza. No es tarea fácil. Las declaraciones y poses mantenidas en campaña respecto de las formaciones nacionalista y popular, permiten presagiar que tanto las reflexiones internas como luego los posibles acuerdos, no serán un camino de rosas para los socialistas.

Los mensajes vasquistas de López, con un claro tinte de reclamo electoral, tienen a partir de ahora una vital importancia. Sirven para inclinarse del lado nacionalista pero resultan incómodos a la hora de sentarse a negociar con populares y UPyD. Además, los dirigentes socialistas vascos mantienen posturas irreconciliables, más si cabe con Rosa Díez que con los populares, lo que no hace descartable que el entente sea un imposible. Sea como fuere, llegan tiempos difíciles para todas las formaciones políticas, unas por lo que se juegan -gobernar o no- y otras por la credibilidad que dejen traslucir en el terreno de la responsabilidad que han de ejercer.

En fin, el País Vasco acaba de cruzar el umbral que le sitúa en una encrucijada social y política a la que indefectiblemente ha de hacer frente. Ganar para perder, que es lo que le ha sucedido al PNV, puede llevarnos en los próximos días a ver situaciones en la sede de Sabin Etxea que a muchos observadores no extrañarán.Interrogantes sobre la continuidad de Ibarretxe -parlamentario en la oposición-, el papel de Egibar, la personalidad de Urkullu, son algunos ejemplos de lo que se nos avecina. Por otro lado, Javier Madrazo, el simbionte del nacionalismo, ha sucumbido a su propia voracidad. IU, junto con EA, se han pinchado en la rueca de la autodeterminación. El tiempo y los suyos pondrán a Unai Ziarreta y Madrazo donde les corresponden. Por todo ello, como decía al principio, no siempre lo peor es cierto.

Enrique Aguirrezabal, licenciado en Derecho y columnista de EL MUNDO del País Vasco.