Estado de bienestar

Siempre se ha dicho que el papel lo aguanta todo. Pues resulta que el lenguaje, todavía más: el pomposo título de Estado del Bienestar es buena muestra.

Frente al concepto cristiano de que el hombre debe ganarse su destino a lo largo de la vida, ha surgido un pensamiento por el que la existencia ha de ser un camino de rosas y el Estado, siempre benéfico, es el encargado de procurárselo. Esa teoría no es inane, deposita un enorme poder en el Gobierno y deja sin responsabilidad ni libertad a los ciudadanos, véase contribuyentes.

Sin embargo, la realidad acaba de endosar dos sonoros mentís a tan amable doctrina: el Covid-19 y la última gran nevada. Resulta que la naturaleza es independiente de los humanos y que los humanos dependen de la Naturaleza.

Los españoles se han quedado estupefactos primero e indignados después porque la pandemia les ha forzado a no disfrutar de la vida que se les había prometido y el Gobierno todavía se pregunta cómo puede ocurrir que haya fuerzas que escapan a su autoridad y no siguen sus dictados. Para simplificar el problema ha reducido a las personas a meros números y la situación de la sociedad a dos curvas estadísticas, la de los casos de contaminación y la de los fallecimientos; de ese modo se soslaya recordar que cada persona enferma padece y tiene una familia que también está sufriendo, y a los muertos se les diluye en una aritmética sin rostro ni historia. Lo importante es reconducir las curvas, la geometría.

Más confusiones: los medios repiten con machacona insistencia que sufrimos un Gobierno socialista-populista, creando nuevo desorden entre vocablos y conceptos: la cruda realidad dice que es sencillamente comunista. El doctor Sánchez, cuando fue defenestrado por la cúpula del PSOE, peregrinó a provincias para regresar con los votos de los afiliados que son sinceramente comunistas, y su gobernanza con Podemos es de identidad de pensamiento. No hay que confundir a los votantes del PSOE, centro izquierda, con sus asociados marxistas, y Podemos no es populista; es leninista.

Así expuesto no extraña que la coalición gobernante proclame medidas tan extraordinarias como establecer que hay viejos sobrantes, lo que unido a los ya incómodos nasciturus sirve para acotar la vida humana por los dos extremos, a gusto y conveniencia de una ideología.

Otra tergiversación universalizada es confundir Estado de Derecho con Estado democrático. No se trata de defender que los ciudadanos intervengan en la designación de las autoridades, es que se anatematiza cualquier otra forma de gobierno, condenando de un plumazo a toda la historia de la humanidad, pues el sistema electivo no se adoptó, y solamente en determinadas naciones, hasta el siglo XX.

También resulta pintoresco adscribir el adjetivo social al programa de un partido determinado, olvidando que toda política es necesariamente social, porque la política es la actividad que rige a la sociedad.

Para extender la confusión fuera de las palabras, madre naturaleza citó sobre la península a vientos polares con una depresión atmosférica cargada de agua y el resultado fue una nevada sin igual. Luego tocó esperar que el sol de enero fundiera el blanco manto y sumiera en barro las calles para congratularnos de vivir en el Estado del Bienestar.

El Marqués de Laserna es Correspondiente de la Real Academia de la Historia.

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