Están invitados a exigirnos

Últimamente se ha utilizado mucho la expresión «regeneración democrática» para tratar de dar cobijo conceptual a un conjunto de reformas que el Gobierno ha apadrinado y que ha tratado de vender como la panacea a nuestras pandemias sociales. Sin lugar a dudas apoyaremos todo lo que sea razonable y eficaz para fortalecer la democracia y prevenir la corrupción, pero me parece importante destacar que el Partido Socialista tiene una concepción bastante más amplia de lo que es democracia y de lo que convendría «regenerar». La democracia no es tan solo votar cada cuatro años, es una forma de gobernar que, siguiendo a Dahl, para su plena efectividad y calidad requiere una alta participación e implicación ciudadana en los asuntos públicos; un sistema electoral suficientemente representativo; una ciudadanía informada que conoce las políticas existentes, las alternativas posibles y sus previsibles consecuencias; una sociedad sin desigualdades lacerantes y sin exclusión social; un respeto escrupuloso a la ley; y, finalmente, un electorado que controla la agenda del sistema y del Gobierno. Considerando estos requisitos, y lo alejados que hoy estamos de muchos de ellos, creo que luchar por la calidad democrática debe ser la agenda central del partido al que represento.

Están invitados a exigirnosMientras tanto, el PP deshace con una mano lo que pretende construir con otra. Bajo su mandato hemos llegado a niveles de desigualdad económica lacerantes, a través de políticas que favorecen sólo al 1% más rico de la sociedad mientras empobrecen a la inmensa mayoría -basta ver el presupuesto que han enviado a las Cortes-. Una desigualdad que genera niveles de desconfianza enormes y, con ello, destruye los fundamentos de la convivencia y del desarrollo económico y social. Una sociedad fundada en la desigualdad es una sociedad donde -como numerosos estudios demuestran- los niveles de salud disminuyen y la calidad de vida se deteriora, donde la pérdida de cohesión social favorece la corrupción y el fraude, y donde la cultura de la legalidad sufre pérdidas enormes. En suma, la desigualdad atenta contra la calidad democrática de forma directa e impactante. Un Gobierno que ha eliminado la asignatura de Educación para la Ciudadanía mientras habla de regeneración democrática es un Gobierno que no ha entendido lo importantes que son las bases culturales para la democracia. Un Gobierno que usa el decreto-ley como forma natural de ejercer la iniciativa legislativa o que pretende recortar derechos y libertades básicos con medidas que atentan contra los fundamentos del Estado de Derecho no puede hablar seriamente de renovación democrática. Un Gobierno que coloniza hasta límites extremos las instituciones de control y que nombra para dirigir RTVE a un «ferviente militante» no puede creer en los pesos y contrapesos de la democracia representativa. Un Gobierno que recorta en Educación y Sanidad no puede querer una ciudadanía ilustrada y capaz de elegir con rigor y razonabilidad su propio destino. Frente a este modelo de democracia mi partido va a trabajar reforzando la apuesta estratégica por la educación y por la reducción de las desigualdades, así como descolonizando las instituciones de control y aquellas que cumplen funciones de interés general.

En todo caso, no voy a rehuir la reflexión y la apuesta decidida por las medidas de limpieza democrática, aquellas que se centrarán en garantizar un Gobierno abierto, que rinde cuentas, que fomenta la participación y colaboración ciudadana, que promueve una Administración imparcial y meritocrática y que evalúa sus políticas y programas en busca de una mejora permanente. Y todo desde un partido dispuesto a asumir el reto de la democracia interna -primarias-, del fortalecimiento de los valores de decencia y compromiso público, de la transparencia hasta el último detalle y donde la rendición de cuentas de los dirigentes hacia sus afiliados se convierta en una práctica inviolable y continuada, con limitaciones de mandatos y control exhaustivo de las incompatibilidades y los conflictos de interés. Exigiremos una regulación que asegure que nadie es capaz de influir indebidamente en los partidos en función de su poder económico o social.

Esta semana, el partido socialista se ha convertido en el partido más transparente del sistema político español, les animo a que lo comprueben visitando nuestra página web. A partir de ahí, quienes quieran explicaciones de qué hacemos y cómo lo hacemos están invitados a exigirnos. En el PSOE las cuentas están claras, y lo estarán aún más cuando la ciudadanía nos ayude a través de sus peticiones a mejorar nuestro modelo. Creemos, siguiendo la famosa frase de Jeremy Bentham, que cuanto más nos observen mejor nos comportaremos. Esta voluntad nos anima a reclamar del PP un camino paralelo, así como nos impele a exigir al Gobierno que se implique con más seriedad y coherencia en la implantación de la Ley de Transparencia, Acceso a la Información y Buen Gobierno; para empezar, nombrando una persona independiente para dirigir el Consejo de Transparencia y, para seguir, asegurando unos presupuestos suficientes para asegurar que la ley se implanta y no queda como un mero brindis al sol. Al tiempo, vamos a intentar pactar el cambio en el sistema de nombramiento de los órganos constitucionales y de control. Nuestro objetivo es evitar el control partidista de estos órganos, reforzando su independencia y su imparcialidad. Para ello defenderemos, incluso, la posibilidad de que personas que reúnan las condiciones promuevan sus candidaturas al nombramiento, así como un sistema neutral, abierto y transparente de selección y audiencia parlamentaria.

La lucha contra la corrupción creemos que debe ser prioritaria. Pero no podemos centrar todo en la represión, hay que buscar medidas preventivas mucho más rigurosas, por ejemplo, exigiendo la evaluación de riesgos en todas las administraciones, mejorando la formación de los empleados públicos, protegiendo a los denunciantes de corrupción o fraude, promoviendo una función directiva profesional, evaluando el rendimiento de los empleados públicos, reforzando las inspecciones internas, y el papel de la intervención. También en la vertiente represiva hemos de mejorar, con sanciones más duras, con la incorporación como delitos de la financiación ilegal de los partidos o el enriquecimiento ilícito, con el reforzamiento de las sanciones económicas a los corruptos y la exigencia de devolución del dinero robado, con más medios para la Fiscalía y el apoyo específico para los juzgados que llevan casos importantes de corrupción.

En una sociedad profundamente desigual en lo económico las posibilidades de que ello se expanda a lo político es altamente probable. Es mi intención asegurar que el campo de juego esté siempre equilibrado y que los intereses de los más poderosos no obtengan privilegios injustificados a la hora de tomar decisiones. Habrá que modificar la ley del Gobierno para asegurar que los intereses plurales de la sociedad son considerados equitativamente por el Gobierno; también, habrá que regular el lobby y fomentar la transparencia en las reuniones de los servidores públicos con los representantes de los grupos de interés, garantizando que la huella legislativa queda y sabemos como ciudadanos cómo se elaboran nuestras leyes.

Finalmente, creo que para volver a la senda del crecimiento sostenible y a la generación de empleo la calidad democrática es un requisito fundamental, pues aporta la energía cívica y la confianza que toda sociedad decente y eficiente necesita. La creación de calidad democrática es un proyecto apasionante que nos va a exigir rigor, coherencia e innovación. Pero sólo desde la integridad y el compromiso con los valores del servicio público podremos alcanzarla. Está en nuestra mano. Animo a toda la ciudadanía española a vigilar este compromiso y a exigirnos su cumplimiento fiel. Estoy a su servicio.

Pedro Sánchez es secretario general del PSOE.

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