Estimados Errados

Estimados Errados o Herrados por rumiantes rampantes y, al fin estimados, pues sólo ustedes (¿o diré vosotros?) estiman equivocadamente las cifras de su utópica filiación, las papeletas de las urnas que parecían plásticos de comida para llevar o los supuestos solemnes votos que prefirieron depositar en secreto en el pleno a medias del Parlament para sellar el papelón.

Estimados incautos de la bandera inventada, del fantasma de una dictadura ha tiempo muerta y paladines de los peinados imperdonables: el recuerdo de Ringo no merece su burda recreación en la percusión de la cacerolada irracional y el flequillo de la niñita de Monsters, Inc. no merecía resucitar, con jeans gastados y llevada por la Diagonal de la mano del verde ogro estrábico, engañoso bonachón. Pues bien, hasta aquí hemos llegado estimados recelosos y racistas, remediables radicales, remendados remeros de una nao que se hundió en cuanto la razón de la sinrazón del proyecto Puigdemont aterrizó hoy en Bélgica, a la sombra del palacio de otro rey y en la carpeta de un abogado cuya ética ya ha tenido que apelar con anterioridad a la ley en defensa de quienes precisamente se han saltado toda ley.

Estimados entusiastas del aislamiento, renegados del debate abierto, ilusionados con la histórica declaración que se dijo y se desdijo sin haber preparado un borrador o algún tipo de papelito que intentase superar o por lo menos sustituir una Constitución donde caben más lenguas que la que ustedes profesan falsamente como proscrita; hagamos un jingle progre para edulcorar el fracaso: seguridad social, matrimonio gay, transporte público, prensa libre, siete millones de emigrantes en el pasado reciente que no habían despertado la horrenda baba del Cara al Sol o el brazo falangista como ahora sí han logrado despertarlos ustedes, vosotros unidos en la ilusoria unción de un bálsamo para un hartazgo (por demás, compartido allende su geografía que pensaban flotante).

Es así y no como lo decían en buen rollito, codeándose anarquistas con señoritos de corbatas chuecas cuyos ancestros –esos sí—salieron en tropel a vitorear caudillos de un pasado felizmente superado; estimados engañados, escribid los párrafos o por lo menos un ramo de versos que abone lo posible, lo poco positivo que se puede levantar como lección de su desmadre; escriban e intenten poner claridad en sus parlamentos y en sus palabras, en ambas lenguas; de paso, aclaren o intenten ayudar a clarificar las opiniones de por lo menos un gringo necio y un británico etílico que fardan catalanizarse de lejos por llevar en la saliva la engreída prepotencia de la ignorancia funcional.

Estimados Errados abracen el desengaño y jueguen con las reglas del juego que ya han empezado a reconocer: ¿verdad que ya es demasiada mariguanada declarar la Independencia y tres días después pensarle bien a los sueldos y prestaciones que emanan del Estado del que desean independizarse o preparar los cuadros de derretida militancia y pensar la estrategia electoral ante la inminente posibilidad de votar en elecciones que convoca el Estado del que supuestamente ya se han desligado.

Estimadísimos Amnésicos que sufrís como baño de aceite hirviendo las canciones cutres –al final, inofensivas—de Manolo Escobar, que entonáis el himno rencoroso y fúnebre del segador que va regando los adoquines con sangre: recordar los ejemplos inapelables de los verdaderos independentistas, los Libertadores de América, por ejemplo –esos que quizá conozcan por la Copa de Fútbol que se disputa en sus nombres en América del Sur (ver mapa o preguntarle a Leo)—los libertarios que dieron la vida por romper las cadenas de la Corona española y la metrópolis de un imperio, sin darse bañitos guay en Gerona, camino del aeropuerto de Marsella, tramando en lo oscurito todas las descaradas imbecilidades con las que intentaron engañar a todos los estimadísimos incrédulos que quizá imaginaban la acuñación de una nueva moneda con la imagen de Messi en el anverso, a circular esta misma semana (aunque no contara con tipo de cambio ni en bitcoins) y soñar con una anexión rimbombante a la liga donde ahora juega Neymar o aleccionar a los niños en el cole que lo de hoy es alzar muros a la Trump, nuevas fronteras y fronteritas con vallas para grafitear libremente a pocos kilómetros o contados metros del libre territorio europeo y sin fronteras que tanto esfuerzo, dolor y vidas ha costado.

Estimados Errados en la Equivocación Española, los que creen que todo palo del flamenco les suena ajeno, los que desdeñan –según el Credo de Jordi el Innombrable—a quienes tienen la piel un poco más morena, esos andaluces que quedaron catalogados en párrafos imperdonables por el gran chorizo de la aristocracia retrógrada, pater familias de una estirpe Alí Baba (sin acento) bajo el cínico manto de la Madre que los parió, la Ferrusola de zarzuela hueca, la señorona de las cuentas claras, la caspa ideológica que quizá soñaba con coser un distintivo (o una estrella en tela amarilla) para llevarse obligatoriamente en los brazos de todo obrero que viniera de “tierra extraña, allende el Ebro y a coserse incluso en las camisetas de los asiáticos turistas extranjeros (tan ajenos como Albacete), comulgando en el afán antitaurino no por razones animalistas sino por creer que es un rollo de pandereta y peineta trasnochada que llegó de fuera; y si fuera por apego a los animales también hubiesen prohibido las fiestas medievales del hondo Ampurdán donde se le prende fuego a las astas de los toros que embisten a medias porque van amarrados y no rematan en tablas porque son lanceados de lejos por una horda vandálica y mejor, hagamos un castillo de hombro sobre hombro, circular e infinito coronado por un ninot que ahora suba descalzo sobre los hombros ilusionados, protegido con casco políticamente correcto para evitar futuros descalabros, para ahuyentar la mala leche que no solamente llega de fuera, sino la malísima leche de los líderes que han huido, que se mueven con prisa, que se saben desempleados, que no tienen explicación para sosegar el desamparo de haber inundado las ramblas con vacíos.

Estimados Engañados no cabe ni la imposible apología, pero menos la denostación instantánea cuando un jefe de Gobierno aplica la ley, mejor aún la Constitución y vela por encuadrar el Estado de Derecho donde son sinónimos todos los ciudadanos, incluyendo los que cobrando dineros de ese Estado, presentaron como placebo una esfera cristalina que quizá se pulió al filo del Mediterráneo como el gran bolo, o bulo, con el que parece que ya todos hemos olvidado la malversación de los dineros por señorets que llamándose quizá Mas, son en realidad Menos de lo que os hicieron pensar.

Estimados Errados acudan libremente a las urnas, a los barrios y todos los cerros, valles y montañas catalanas de libre circulación y cantemos tantas magias que no llevan eñe… pero acudan también al diván más íntimo de la neurosis que ahora se disipa e intenten el quizá doloroso proceso de aceptación donde se asuma que las infinitas bondades de Barcelona o el interminable caudal cultural de Cataluña y los niños condenados al monolingüismo monotemático de amnésicas mnemotecnias no merecían la vergonzosa opereta de un otoño que se creyó primavera… y sí, en el diván, hagamos todos el esfuerzo quizá también extenuante de asumir de una vez por todas que España es mucho más que sus fantasmas, sus dolores y desgracias, sus muertos de todos colores, sus culpas de siglos pasados, sus protagonistas de variado perfil, sus paisajes perfectos y el abundante cuerno de sus frutos, vid y huerto, mar y tierra, cerdo y pez, buey y sardina… incluso aunque parezca tríptico trillado o currículum cursi, Estimados Errados de estos años recientes, bastones de mando de concejales de todas las comarcas uníos, y aterricen en la almohada de esta misma noche en busca de solaz con el irónico consuelo de que Errados o Equivocados, no han sido Expulsados de la honrosa savia de saberse aún Españoles, integrados incluso siendo renegados, incluidos aunque enfadados, en esto que se llama España, donde caben todos y donde cada uno en cada cual invierte el empeño diario de su constante definición; lo mismo digo (como dicen por aquí) de democracia y también de demagogias; lo mismo digo de autonomías (cuyo Estatut se cargaron en aras de proclamar una república en el aire) y lo dicho: independientemente del marasmo, independícense de la conjura de necios, idiotez confederada, engañito consensuado que verbalizaron ciertos líderes efímeros para mal de este otoño enrevesado.

Jorge F. Hernández, escritor.

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