Ética y estética, señora Calvo

La señora Calvo se ha permitido, al día siguiente de las elecciones de Madrid, llamarnos fascistas y poner en nuestro horizonte y responsabilidad los campos de concentración y exterminio nazis. Señora Calvo, como persona es una inmoralidad; como política, este país no se la merece, y como vicepresidenta del Gobierno no es usted aceptable. Los votantes de la Comunidad de Madrid, sus jóvenes y menos jóvenes, sus votantes de izquierda y de derecha, han votado un «basta ya»: basta ya de políticos que desprecian a los ciudadanos, que los insultan y que mienten sistemáticamente. Políticos que intentan destruir, erosionar o devaluar por intereses particulares o partidistas unas instituciones que tanto nos ha costado construir en un país sin historia democrática.

Nuestro país, sus votantes, han levantado una democracia con el esfuerzo de todos, han abrazado gobiernos de centro-izquierda y de centro- derecha, han dado voz y voto a autonomías y autogobiernos y han buscado la forma de recuperar doscientos años en sus estructuras políticas, sociales y económicas. Pero ahora están empezando a gritar «ya esta bien». Ya está bien de políticos intelectualmente corruptos, que quieren destruir nuestra convivencia y nuestro futuro, insultando a los votantes, llamando «organización criminal» al partido de la oposición, o «tabernario» a quien acude a votar.

Señor Tezanos, usted tiene que presentar su dimisión ya, como responsable de un organismo público cuya principal característica debería ser la neutralidad. Usted miente, ha mentido y ha insultado, y todos los españoles pagamos su sueldo. No soy jurista, pero usted está permanentemente incumpliendo la ley.

El señor Marlaska -casi me da rubor escribir su cargo- se ha permitido, en plena campaña, ocultar que dos escoltas del líder de Podemos estaban detenidos por agredir a la Policía e intentar reventar un acto electoral de otro partido. Señor Marlaska, ¿puede usted descalificar a su Ministerio y su cargo hasta ese punto? ¿No siente un mínimo respeto por la Justicia, usted que es juez? Tampoco le da escalofríos llamar «organización criminal», entiendo que como la de Al Capone, a un partido de la oposición y al día siguiente, estúpidamente, decir que se refería a personas. ¿Conoce la diferencia entre personas y organización? No ha dimitido. ¿Cómo nos podemos sentir sabiendo que es un miembro del Gobierno de España? Con vergüenza.

Cuando vemos la hemeroteca, lo que decía el señor Iglesias y lo que dice o hace ahora; lo que decía la ministra portavoz sobre las elecciones en Cataluña y justo lo contrario, con el mayor desparpajo, sobre las de la Comunidad de Madrid, ¿a alguien le sorprende que el país esté harto? Harto de cinismo. Nos estamos cargando nuestra democracia, y encima haciendo frente a una crisis sanitaria y económica sin precedentes.

Podemos unir fuerzas y esfuerzos para sacar a nuestro país y a nuestra sociedad de esta situación. Sin mentiras, sin destruir lo realizado, sin insultar a los electores, sin cuestionar nuestras instituciones. Pero, sobre todo, sin dinamitar nuestra convivencia, que tanto ha costado construir. Respetemos la independencia del poder Judicial, respetemos el debate democrático. Más aún, unamos esfuerzos o por lo menos oigamos al contrario. La pluralidad es riqueza; la alternancia en el poder, seguridad. El consenso en los grandes temas es democracia. Es futuro. Pero, señora Calvo, no nos traiga los campos de exterminio nazis. No va de eso. No nos lo merecemos.

Baldomero Falcones es empresario.

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