
Cuentos infantiles
Un verano de mi infancia, mi tía Rafi, entonces profesora de Biología en un instituto del sur, me regaló el mayor puzle que jamás he tenido: 200 piezas que, cuidadosamente ensambladas, conformaban un mapa de la península Ibérica donde no había fronteras ni ciudades, sino el dibujo nítido de la fauna que poblaba el territorio, justo sobre el espacio de su hábitat. De aquellos días acalorados recuerdo perfectamente elaborar con ella esa cartografía animal, sentadas sobre el suelo del piso de mis abuelos, pues era el lugar más fresco. Así aprendí palabras como “urogallo”, o ese buitre que sonaba a gladiador imbatible, el “quebrantahuesos”, mientras ella me explicaba con la paciencia típica del buen docente sus modos de vida, hábitos alimenticios, patrones reproductivos… y otros detalles que la edad ha difuminado.… Seguir leyendo »