Bulimia, presente e invisible
Me llamó alarmada y me dijo: no puedo dejar de vomitar, no puedo parar. Estaba en el trabajo y quería hablar con alguien para cortar el impulso irrefrenable de provocarse el vómito, por eso se agarraba al móvil desde el baño en el que se había metido. Sus palabras sonaban a grito desesperado emitido desde las profundidades de un pozo en el que ni ella misma sabía cómo había caído. Éramos muy jóvenes entonces. Mi amiga vivía en conflicto con su propio cuerpo no porque quisiera estar delgada, sino porque desde que había hecho el cambio de forma precoz y había adquirido unas formas rotundamente femeninas, tenía que aguantar el acoso de los chicos y hombres del barrio que se creían con derecho a dar su opinión, algunos de forma más grosera que otros, sobre las carnes de la que hasta no hacía mucho era solamente una niña.… Seguir leyendo »