
Iglesias y el moño de la corrupción
Al cruzarse con un demente que se paseaba guiando una carretilla del revés, como si fuera a embestir con sus astas metálicas cual toro metálico para adiestramiento de maletillas con apetencia de figura, aquel visitante del manicomio se sintió en el deber de aclararle que debía agarrar el volquete por las asas. A tal recomendación, el majareta replicó con risa burlona de zumbado de la vida: «Sí, sí, para que otra vez me la llenen de piedras». De ahí que el refranero, con docta perspicacia, sentencie que «más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena».
Mucho más si no se trata de ningún ido, pese a sus extravagancias, sino de alguien bien cuerdo que discierne lo que quiere bajo su concha dura de galápago y con sus pies bien firmes en la tierra, aunque le guste arrogarse –y hubo un tiempo en el que pudo fingirlo con dominio de la escena– una pose mesiánica de diosecillo de barro dispuesto a asaltar el cielo hasta que se ha hecho más perceptible su pelaje de Savonarola paleocomunista.… Seguir leyendo »