Caso Pujol (Continuación)

No se trata de un asunto individual. Ni mucho menos.

La pretensión de que el fraude fiscal continuado de Jordi Pujol y su familia durante 34 años es “un tema estrictamente privado, personal y familiar que nada tiene que ver con Convergència”, como adujo el viernes su sucesor, Artur Mas, es falaz. Y de rigor moral liviano.

No es un tema personal, por el contenido específico del hecho en sí. Defraudar a Hacienda es el (presunto) delito más público, porque con él no se sustrae dinero a un solo individuo, sino que se detrae al conjunto de la ciudadanía. Y esta debe pechar con el incumplimiento del evasor fiscal: pagan, entre todos los contribuyentes, lo que algunos dejan de pagar; o reciben menos servicios, o peores, de los que en derecho se les debe.…  Seguir leyendo »

Consecuencias de la caída

1 Un bel morir tutta una vita onora. Y viceversa. La muerte política de Jordi Pujol, que es de lo que se trata, ilumina toda su biografía personal y pública con una nueva luz, desnuda y cruel. La primera consecuencia de las revelaciones realizadas por el propio Pujol conciernen a su figura política y a la imagen con que quedará inscrito en la historia. Quien aparecía hasta el jueves pasado como el mejor presidente de la Generalitat recuperada, la de la actual democracia constitucional e incluso la de la II República, y por encima también en duración y envergadura del balance presidente del brillante y fructífero antecedente fundacional que fue la Mancomunidad, Enric Prat de la Riba, es ahora un icono roto y embarrado por los más lacerantes defectos que se le puede atribuir a un político: la corrupción y la mentira, algo que jamás había afectado a ninguno de sus antecesores.…  Seguir leyendo »

Tan honorables como intocables

Aunque en el restringido aeropuerto de esta página ya no quedan slots para tanto avión cargado de corruptos, he de reconocer que hacía tiempo que no veía un título tan apelativo como el de la columna de Llorenç Riera en el Diario de Mallorca del martes: A Matas le conviene entrar en la cárcel. Su justificación me decepcionó: «Cuanto menos tarde en entrar en prisión, antes saldrá de ella o podrá obtener el tercer grado». Hombre, y cuanto antes te apuñalen por la calle, antes te empezará a cicatrizar la herida. Pero ese neón tintineante tuvo la virtud de recordarme el argumento que empleó Quevedo cuando alegó que el encarcelamiento del duque de Osuna «fue conveniente a su reputación» porque «cuando se paseaba todos decían: ¿cómo no le prenden?…  Seguir leyendo »