Cataluña Nov-2003

Aunque su descalabro es muy grave, la primera víctima de las elecciones catalanas no ha sido el presidente Artur Mas sino la idea, extendida en los últimos tiempos, de que la tierra —en particular la de Catalunya— era plana.

“¡Segundos, fuera!”, decidieron los partidos dominantes, que llegaron a pedir votos prestados. “¡Se ha acabado la ambigüedad!”, clamaron los intelectuales orgánicos para dibujarnos el plano a cartabón de una política bipolar sin medias tintas. Y resulta, que al final, más que un western a dirimir entre héroe y villano, hemos vivido uno de esos thrillers sorpresivos en los que resulta imprescindible esperar hasta el final para que todas las piezas encajen.…  Seguir leyendo »

Por Julia García-Valdecasas, ministra de Administraciones Públicas (LA VANGUARDIA, 30/12/03):

En estos días se han multiplicado los análisis sobre lo acontecido en Catalunya tras las últimas elecciones autonómicas y sobre las consecuencias que pueden derivarse del llamado "pacto de izquierdas". Los resultados de las elecciones catalanas, y sobre todo los resultados de la negociación de gobierno posterior a ellos, merecen ciertamente una reflexión.

Si bien los pactos de gobierno son completamente legítimos, éste no ha aparecido ante la opinión pública catalana como un pacto para gestionar y gobernar –no se habla de propuestas de acción política en positivo–, sino más bien como una contienda política.…  Seguir leyendo »

Por Enric Sopena, periodista (EL MUNDO, 17/12/03):

El profesor J. H. Elliot escribe en su magnífica biografía del conde-duque de Olivares: «Al final, el problema de Cataluña no se iba a resolver con tanta rapidez como habían supuesto los ministros». Corrían los años 30 del siglo XVII. En diciembre de 1640 la Guerra de Separación condujo a la independencia de Portugal, finalmente reconocida en el Tratado de Lisboa (1668), que fue firmado por el monarca portugués Pedro II.

En 1640 buena parte de la nobleza portuguesa y de otras clases sociales se enojó visiblemente debido a la orden procedente de Madrid de que contribuyeran a sofocar la revuelta existente en Cataluña.…  Seguir leyendo »

Por Eugenio Trías, filósofo y miembro del Consejo editorial de EL MUNDO (EL MUNDO, 15/12/03):

La sociedad catalana mostró, de forma patente, sus más conservadoras tendencias en los resultados de las últimas elecciones. Parece que a los habitantes de este país nos gusta beber el cava cuando lleva tiempo descorchado. Tras 23 años de gobierno de la misma sigla partidista podría imaginarse una necesidad casi biológica de modificación de estilos, rostros y voluntades; nada de eso.Los resultados fueron para muchos profundamente decepcionantes.

Pero no siempre la sociedad posee la clase política que se merece, ni ésta es, necesariamente, el reflejo deforme y degradado de los peores instintos de la sociedad a la que los políticos dicen servir.…  Seguir leyendo »

Por José Antonio Zarzalejos, director de ABC (ABC, 13/12/03):

La gran virtualidad que se atribuía al gobierno de coalición entre el PSC-PSOE y ERC se hacía residir en la capacidad moderadora del socialismo catalán y en su militancia constitucionalista respecto de las formulaciones extremas de los republicanos. José Luis Rodríguez Zapatero afirmó en el Foro de ABC el pasado martes que él «como firme defensor de la unidad de España» deseaba que Maragall gobernase en Cataluña. De las palabras a los hechos, sin embargo, la distancia se ha hecho tan excesiva como inasumible. El programa de gobierno de Maragall y Carod-Rovira no va a permitir al PSOE salvar la cara.…  Seguir leyendo »

Por Salvador Cardús i Ros (LA VANGUARDIA, 11/12/03):

ERC dio a conocer su decisión a favor de un pacto de gobierno con el PSC y ICV. Y, en coherencia con lo que he venido argumentando desde el pasado día 16 a favor de un gobierno de concentración, sigo pensando que no es el pacto que más convenía al país. Mis deseos, pues, se ven frustrados. Además, sea cierto o no, da la impresión que ERC no ha peleado casi nada por conseguir el gobierno con CiU y PSC que propuso en campaña. Ahora, la oportunidad para iniciar una verdadera segunda transición se ha perdido o por lo menos parece alejarse en el horizonte, y se gobierne mejor o peor, posiblemente faltará la unidad necesaria para llevar a cabo los cambios profundos que se necesitaban.…  Seguir leyendo »

Por Juan-José López Burniol, notario (EL PERIÓDICO, 10/12/03):

Los acontecimientos se han acelerado. Hoy existe ya un pacto de gobierno entre el PSC, Esquerra e ICV, que pone fin a la situación de incertidumbre vivida en Catalunya desde la noche electoral. Y reconozco que la reacción provocada por este acuerdo en la mayor parte de los medios de comunicación españoles me ha dejado perplejo, al poner de relieve la distinta sensibilidad con que una misma realidad es contemplada en Catalunya y en el resto de España. Pero, como nada puede hacerse respecto a esta distinta predisposición del ánimo, conviene por lo menos dialogar sobre los aspectos objetivos de la cuestión.…  Seguir leyendo »

Por Valentí Puig (ABC, 09/12/03):

EL sistema afectivo de la política catalana liquida la figura del padre y se entrega al brutal equilibrio del imperativo territorial de partidos, especialmente los que compartan el poder. Si se confirma un gobierno tripartito de la izquierda, el eje del poder se habrá trasladado de la supuesta centralidad de «Convergència i Unió» a una «Esquerra Republicana» que se abraza de forma consanguínea a los socialistas para irles arrebatando terreno con el objetivo de sustituirles a largo plazo en el sistema de alternancia. Por eso puede afirmarse que, en contradicción con su tan probable investidura como presidente de la «Generalitat», si Pasqual Maragall llega al «Palau» lo hará sin el apoyo afectivo y efectivo de lo que se definió como maragallismo.…  Seguir leyendo »

Por Andrés de Blas Guerrero, catedrático de Teoría del Estado de la UNED (EL PAÍS, 07/12/03):

Esquerra Republicana de (ERC) es un partido catalanista realmente complicado. Lo aceptable en él es su condición de partido de izquierdas, autor de una campaña electoral, según las voces que llegan de Cataluña, audaz e imaginativa. Lo más difícil de conllevar en ERC es su renuncia a una larga tradición catalanista interesada en encontrar un proyecto político capaz de armonizar el proceso de modernización y regeneración de España con la construcción nacional catalana. Y junto a ello, habría que apuntar su inserción en una corriente política que se manifestó en el poco positivo tiempo de la "Cataluña populista" de los años treinta.…  Seguir leyendo »

Por Nicolás Sartorius, vicepresidente de la Fundación Alternativas (EL PAÍS, 07/12/03):

Estoy convencido de que lo mejor para el futuro de Cataluña y España es que Esquerra Republicana de Catalunya forme parte de un Gobierno catalanista y de izquierda (PSC-ERC-ICV), encabezado por Maragall. No entiendo, de otra parte, por qué la presencia de Carod Rovira en el Gobierno de la Generalitat levanta tantas alarmas, salvo que éstas se alcen con una finalidad manipuladora y oculten otras intenciones. Tiene razón el líder de Esquerra cuando señala que su partido no nació ayer, sino que tiene una larga trayectoria desde la Segunda República.…  Seguir leyendo »

Por Xavier Bru de Sala (LA VANGUARDIA, 06/12/03):

Unos hacen cábalas, otros lanzan cables. Esperemos que las expectativas del lector ávido de vericuetos adivinatorios no queden del todo defraudadas. Vamos allá. Barbeta levantó con gran acierto el telón del guión cambiado para ERC, a cuyos dirigentes el resultado del 16-N pilló a contrapié de un pacto que ya tenían "coll avall".

¿Qué tal si tiramos un poco de la misma cuerda, pero en el escenario de otros partidos? CiU tenía dos guiones. El más probable consistía en que la suma de sus diputados y los de ERC no alcanzara la cifra mágica de los sesenta y ocho.…  Seguir leyendo »

Por José María Ridao, diplomático (EL PAÍS, 03/12/03):

Qué niveles de insensibilidad no habrá alcanzado el debate político en España para que nadie parezca ya escandalizarse del espectáculo al que se asiste desde el 16 de noviembre: el de una inconsolable jeremiada, en unos casos trágica y en otros sólo circunspecta, por el hecho de que un partido legal haya doblado su número de votos en unas elecciones autonómicas. No hay por qué compartir las ideas de Carod Rovira, ni tampoco formar en las filas de quienes piensan que trivializar los problemas es comenzar a resolverlos para ser consciente, sin embargo, del insensato mensaje que se está trasladando a un 16% del electorado catalán, y quién sabe si a una cifra aún mayor, cada vez más alarmado por lo que se le ha venido encima tras limitarse a hacer lo que cualquier ciudadano en un país democrático, depositar su voto en las urnas.…  Seguir leyendo »

Por Xavier Sala i Martin (LA VANGUARDIA, 03/12/03):

Los rumores de hoy dicen que el pacto de izquierdas en Catalunya está cerrado. Dicen incluso que ya estaba cerrado antes de las elecciones. Yo no me lo creo. Y no me lo creo porque los dirigentes de Esquerra Republicana saben que, después del 16-N, ese pacto sería nefasto para Catalunya y para la propia ERC. Me explico.

Hace muchos años que ERC entiende que el problema del déficit fiscal de Catalunya con España es la principal lacra económica que sufre nuestro país. Yo mismo he colaborado con ellos en algunos estudios y sé la importancia que el tema tiene para líderes republicanos como Josep Huguet, Joan Puigcercós, Carles Bonet y el propio Josep Lluís Carod-Rovira.…  Seguir leyendo »

Por Ángel Castiñeira y Josep M. Lozano, profesores de Esade (LA VANGUARDIA, 02/12/03):

Tras los resultados del 16-N nos permitimos realizar cuatro valoraciones:

1. Comenzamos un nuevo ciclo político y social. En el inicio de este nuevo ciclo las mayorías se recomponen y el viejo mapa político se fragmenta. Leer bien el resultado de las elecciones supone situarlas en el contexto de la dinámica de cambio de ciclo incorporada también a la sociedad civil. Hay fatiga ciudadana, desafección o cierta insatisfacción hacia la manera de proceder de los partidos de referencia central. Pero este clima cabalga sobre una corriente de fondo que refleja más un cambio de mentalidad y de percepción que un simple cambio generacional.…  Seguir leyendo »

Por Xavier Bru de Sala (LA VANGUARDIA, 29/11/03):

Veintitrés años atrás, no sabíamos que aquellas elecciones autonómicas, las de 1980, inauguraban una larga etapa de Catalunya, la que concluye ahora, tras quince años de pujolismo y ocho de pospujolismo. De igual modo, el resultado del 16-N no señala una dirección de cuatro años, sino que abre una etapa, tal vez no tan larga, pero sí por lo menos de diez o quince años. Si aquéllas no fueron un accidente, éstas tampoco. Tomen nota los que, desengañados o confundidos por el resultado adverso, pretenden seguir creyendo tener razón cuando concluyen que la Catalunya real, la que ellos interpretan como real pero sólo lo es en su imaginación o sus deseos, no coincide con la composición del Parlament.…  Seguir leyendo »

Por Antón Costas, catedrático de Política Económica de la UB (EL PAÍS, 28/11/03):

¿Qué ha pasado en las elecciones catalanas? ¿Han perdido los catalanes su tradicional seny y pragmatismo? ¿Qué puede ocurrir a partir de ahora? ¿Es posible que se entre en una situación a la vasca? Estas o similares preguntas se han convertido estos días en tema obligado de cualquier conversación, no sólo en Cataluña. En unos casos, son el resultado de la natural curiosidad e interés por la nueva situación política catalana. En otros, son el producto del temor, por no decir pánico, que les ha entrado a algunas personas y colectivos de este país al ver los resultados obtenidos por Esquerra Republicana de Catalunya.…  Seguir leyendo »

Por Salvador Cardús i Ros (LA VANGUARDIA, 26/11/03):

Se comprende la dificultad de algunos para dejar de pensar la realidad política catalana en su antigua versión dual. No sólo son muchos años de tener el músculo cerebral acostumbrado a ella, sino que realmente se había construido una Catalunya dual, a imagen y semblanza del antiguo reparto de poder. Habíamos convenido cómodamente – y de manera simplista– que el municipalismo era socialista, mientras que los objetivos nacionales eran patrimonio de los convergentes. Y sabíamos con qué medios de comunicación contaba cada cuál. O qué premios a la cultura daban unos y otros, y qué firmas de artistas y profesionales renombrados conseguía uno y otro partido para obtener apoyos simbólicos o para montar un circo al adversario.…  Seguir leyendo »

Por Oriol Bohigas, arquitecto (EL PERIÓDICO, 26/11/03):

Debo confesar que una de las cosas que me han parecido más positivas de esta campaña electoral ha sido reconocer el valor y la capacidad de muchos de los líderes de los partidos en competición. Creo que se ha demostrado que hay más consistencia en el liderazgo que en los propios partidos. Esto ocurre hace ya tiempo en CiU, pero ahora, de una forma especial, hay tres personajes que me han convencido, cada cual con diferencias sustanciales aunque, en cierta manera, complementarias. Me refiero a Pasqual Maragall, Josep Lluís Carod-Rovira y Joan Saura.…  Seguir leyendo »

Por Kepa Aulestia (LA VANGUARDIA, 25/11/03):

La pluralidad que reflejaron los comicios del pasado día 16 se convirtió de inmediato en la sucesión de pronósticos y recomendaciones más variada de cuantas han podido surgir de un escrutinio electoral en este cuarto de siglo de democracia. Nunca se habían contemplado tantas combinaciones posibles para un gobierno autonómico. Convergencia con Esquerra, un tripartito de las izquierdas, un gobierno de CiU en minoría para ver si las generales de marzo resuelven su dilema; incluso una coalición entre CiU y el PSC. Pero sobre todo nunca habían aflorado tantas voces que, desde dentro y fuera de Catalunya, se sintieran autorizadas para indicar quién y cómo debe acceder al Palau de la Generalitat.…  Seguir leyendo »

Por Xavier Bru de Sala (LA VANGUARDIA, 22/11/03):

Hemos cruzado el umbral de una Catalunya nueva. Atrás, como un paréntesis después de un túnel, queda un cuarto de siglo. Gracias a unos cuantos votos que han decantado (los votos que decantan nunca son muchos), ahora todo es distinto. Ocurra lo ocurra, el presente y el futuro inmediato no serán una mera continuidad del pasado reciente. En todo caso, pueden serlo del remoto. Sería también distinto, pero de manera distinta, si Maragall hubiera aventajado a Mas un par de diputados en vez de quedar cuatro por detrás. Sería también distinto de otra manera, si Carod-Rovira sólo pudiera sumar a un lado en vez de poder con los dos.…  Seguir leyendo »