Terciopelo Lynch
Se nos ha ido David Lynch, pontífice máximo de la posmodernidad, buzo de las alcantarillas del subconsciente, apóstol rezagado del surrealismo, y también jeta superferolítico, impostor supremo, sardanápalo del capricho estético, orfebre de la baratija y artífice de algunos de los más insignes camelos del cine contemporáneo. ¿Cómo juzgar a David Lynch? Si no hubiese dirigido películas como 'El hombre elefante' o 'Una historia verdadera' estaríamos tentados por despacharlo como un simpático urdidor de pacotillas, un pícaro genial que supo metérsela doblada al esnobismo gafapasta con tomaduras de pelo a veces sarcásticas, a veces lóbregas, casi siempre desquiciadas y desquiciantes. Pero, firmando esas dos películas, demostró incluso a sus detractores que podía ser un maestro consumado del clasicismo; y que, si sólo lo fue intermitentemente, fue porque no le dio la real gana serlo a tiempo completo.… Seguir leyendo »