Un lenguaje inclusivo sin un mundo en el que hablarlo
Descubrí las fulguraciones solares en el Observatorio del Teide. Al otro lado del telescopio, a un metro escaso de mi ojo, aparecía un círculo amarillo, vivo, en el cual el enredo y cruce de las líneas del campo magnético liberaba la energía de forma súbita, y entonces sucedía: la explosión, colosal, pero que yo veía como un fino surtidor dorado, que emergía de la superficie de la esfera ardiente.
Ahora estoy sentada junto a la orilla de un mar cuyas aguas eran gélidas en invierno, sobre la arena de una playa que estaba nevada en esta misma época. Así era hace pocos años.… Seguir leyendo »