Literatura (Continuación)

No sé yo lo que tiene el verano que inclina a leer memorias, biografías, diarios y epistolarios, como si fuera aquel un tiempo suspendido, semanas sin transcurso real, exentas, edénicas, y que por tanto pueden dedicarse a explorar el tiempo perdido. Las vidas escritas en primera persona tienen una fuerza dramática superior a las novelas, si bien carecen de su grandeza. Y aunque sabemos que están infectadas de mentiras y dobleces, creemos poder desvelarlas como quien mira por el ojo de la cerradura y aunque solo ve una falda por el suelo y una jeringa rota no le hace falta más para imaginar la escena.…  Seguir leyendo »

Le gustaría vivir siempre así, paseando en bicicleta por las calles anchas y vacías de Worcester, al atardecer de un día de verano, cuando han llamado a todos los niños y solo él sigue fuera, como un rey", escribió J. M. Coetzee en la primera entrega de sus memorias, Infancia. En los años de los que se ocupa Verano, la tercera parte de su relato autobiográfico, que ha aparecido hace unos meses, el escritor ya no es ningún niño ni tampoco recorre en bicicleta como un rey las calles de una pequeña ciudad sudafricana. Es 1972 y ha regresado a Ciudad del Cabo después de pasar una temporada en Estados Unidos.…  Seguir leyendo »

En estos tiempos de poetas felices la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santander ha celebrado un encuentro dedicado a José Hierro a los ocho años de su muerte.

Por más que hubiera razones para abordar su relación con la ciudad y la bella bahía que le ofrece la primera imagen del símbolo del mar, recordé uno de los cursos que dirigí en los últimos meses de su vida acerca de la poesía en los años cincuenta. En el coloquio que siguió a la clausura del mismo por José Hierro, una joven hispanista lo animó a admitir si el título de su libro Alegría, premio Adonais de 1947, se debía a una celebración festiva, siendo su contestación paradójica, "señorita o señora, yo estaba en la cárcel, como comprobará con la lectura del primer verso 'llegué por el dolor a la alegría".…  Seguir leyendo »

Es un tópico situar el inicio del renacimiento narrativo de la posguerra civil en estos tres libros: Pascual Duarte, de C. J. Cela (1942); Mariona Rebull, de I. Agustí (1944), y Nada, de C. Laforet (1945). El éxito casi mítico de esta última novela, cuyo título es tan trasparente como enigmático, creó unas expectativas y medidas para la obra posterior de la autora, que se convirtieron en filtro y freno para una valoración justa. Muerta en 2004, Carmen Laforet ha vuelto a primer plano de actualidad por la reedición de La mujer nueva (2003), Carta a Don Juan. Cuentos completos (2007), Siete novelas cortas(2010), a la vez que por las aportaciones autobiográficas de su hija Cristina, «Música blanca» (2009), filial memoria y agradecida apropiación del legado de su madre.…  Seguir leyendo »

Irène Némirovsky conoció el mal, es decir el odio y la estupidez, desde la cuna, a través de su madre, belleza frívola a la que la hija recordaba que los seres humanos envejecen y se afean; por eso, la detestó y mantuvo siempre a una distancia profiláctica. El padre era un banquero que viajaba mucho y al que la niña veía rara vez. Nacida en 1903, en Kiev, Irène se volcó en los estudios y llegó a dominar siete idiomas, sobre todo el francés, en el que más tarde escribiría sus libros. Pese a su fortuna, la familia, por ser judía se vio hostigada ya en Rusia en el tiempo de los zares, donde el antisemitismo campeaba.…  Seguir leyendo »

Hace unos días, durante la presentación de una novela mía recientemente traducida al serbio en la librería Dereta de Belgrado, una periodista me preguntó si creía que los best sellers acabarían con la literatura. "No", respondí inmediatamente, "los best sellers no son literatura, de modo que no puede haber sustitución". En la fracción de segundo que medió entre el no y su justificación, me bailó en la imaginación la figura de Tolstói, de quien acababa de releer Anna Karénina.

La raíz del temor expresado por la periodista serbia me aclaró inopinadamente un concepto acuñado originariamente en los medios editoriales norteamericanos que siempre se me había escapado, el de novela literaria (¿qué diablos, me preguntaba, será una novela no literaria?).…  Seguir leyendo »

El viajero sube a la atalaya de la Torre del Homenaje del Castillo de Monterrei de Verín (Ourense), mira hacia el sur y contempla un valle más profundo que ancho, flanqueado por unos montes de mediana altura, poblados de pinos, que descienden hacia una llanura de viñedos y pastos. Entre los árboles podrá distinguir el curso del río Támega que se pierde en el horizonte hacia los confines del valle.

Si no es conocedor del lugar, el paisaje le parecerá un todo armónico sin saber dónde termina España y dónde comienza Portugal. Los que hemos vivido en la zona sabemos que, el agua en que nos bañábamos, sigue su curso y que más adelante se convertía en portuguesa y llegaba a juntarse con el río Douro, en Amarante.…  Seguir leyendo »

La literatura suele ofrecer reflexiones sobre los vacíos teóricos y los desasosiegos prácticos asociados a la condición humana y a las relaciones de poder. La epopeya clásica Gilgamesh y El rey Lear de Shakespeare son dos de las obras que mejor muestran las consecuencias de la falta de sabiduría práctica del gobernante y del difícil camino para alcanzarla. Se trata de dos personajes al principio poderosos: ambos son reyes, pero se encuentran desconcertados tras las consecuencias de sus propias acciones. Una situación de la que les será muy difícil alejarse. Para ello necesitarán emprender un viaje hacia terrenos que hasta ese momento les eran desconocidos y que, al final, les harán ser, a la vez, más sabios, más tolerantes y más infelices.…  Seguir leyendo »

El año Camus está siendo de enorme trascendencia para el futuro de Europa. Tanto como lo fueran los años de plena madurez cívica y literaria del genial escritor. Un año decisivo en el campo de la economía, de la política y del bienestar colectivo, debido al cuestionamiento de la Europa de los derechos sociales por parte de unos innominados "mercados" que, al margen de la voluntad de los ciudadanos, condicionan el curso de la economía y, por derivación, de la sociedad y de sus instituciones democráticas. Decisivo también en un ámbito menos estudiado pero no por ello irrelevante, como el de la literatura, especialmente de la novela: no olvidemos que Camus fue, ante todo, escritor ni el hecho de que la novela contemporánea europea sería inconcebible sin obras como La peste o El extranjero.…  Seguir leyendo »

Desde que leí por primera vez Guerra y Paz, de Lev Tolstói, todo un volumen de La Pléiade, en el verano de 1960, en Perros-Guirec, un pueblecito de Bretaña, soñaba con visitar alguna vez Yasnaya Polyana. Me he demorado medio siglo en materializar aquel sueño, pero valía la pena porque la finca y la casa donde Tolstói nació, pasó la mayor parte de su vida, escribió sus dos obras maestras -Guerra y Paz y Anna Karénina- y donde fue enterrado, se hallan maniáticamente preservadas, según una robusta tradición de este país donde los escritores insumisos, mientras están vivos y escribiendo, suelen ser censurados, acosados, encarcelados y a veces asesinados, pero cuando mueren se convierten en objetos de un culto religioso.…  Seguir leyendo »

De no haber titulado Benjamín Prado su artículo Rafael Alberti: a la caza del poeta rojo (EL PAÍS, 2 de julio de 2010), es poco probable que se hubiese concebido éste, escrito en solitario, como ha escrito uno todo lo suyo, y no en jauría.

El supuesto del artículo de Benjamín Prado es el siguiente: a su entender, un contubernio de escritores -entre los que me incluye-, familiares del poeta, editores e instituciones han iniciado el acoso y derribo de Rafael Alberti, mediante, según Prado, mentiras, manipulaciones, insidias y malas artes, y pasa a enumerar algunas de estas, de un modo, si se me permite decir, atropellado: ¿qué tiene uno que ver con la viuda de Alberti, con su editor o con la fundación que lleva su nombre?…  Seguir leyendo »

En vida, Rafael Alberti se definía como un poeta en la calle y como un marinero en tierra; tras su muerte, lo han convertido justo en lo contrario: en una empresa fantasmal y en un barco lleno de agujeros. Las dos cosas dan el mismo resultado: un naufragio. Porque entre los ataques externos y el fuego amigo, su biografía se ennegrece día a día y sus libros están cada vez más lejos de sus lectores y de la verdad, puesto que algunos resultan inencontrables y otros están manipulados no se sabe si por sus herederos, sus editores, sus estudiosos o, más bien, por la suma de todos ellos.…  Seguir leyendo »

Fíodor Dostoievski vivió en muchas casas y lugares -nunca más de tres años en una misma vivienda- y tuvo siempre la obsesión de que sus pisos estuvieran en una esquina, con ventanas a las dos calles y cerca de una iglesia de modo que pudiera oír las campanas, música que sosegaba su espíritu. La última casa en que vivió, y donde murió en 1881 meses antes de cumplir los 60 años, entre la Perspectiva Kuznechny y la antigua calle Yamskaya, ahora llamada Dostoievski, cumple con todos estos requisitos y, mientras el visitante la recorre, puede oír doblar a las campanas de la vecina iglesia ortodoxa de Vladímir, convocando a los fieles.…  Seguir leyendo »

En un reciente viaje a Lisboa hablé largo tiempo con el novelista portugués Almeida Faria. Un solo tema ocupó nuestra conversación: Saramago, el personaje que se creó a lo largo de su fructífera vida y su obra literaria. Almeida Faria me habló de la ideología de Saramago, «eterno marxista», de su empecinada tenacidad para convencernos de que «el comunismo volverá porque no se han eliminado las condiciones injustas que dieron lugar a esa ideología». Almeida no le rebatía, sino que atendía la larga retahíla —bien hilada, desde luego— de argumentos que Saramago mostraba en la defensa de sus puntos de vista.…  Seguir leyendo »

José Saramago ha dejado la isla de Lanzarote. Sus restos mortales han ido a Portugal, donde serán incinerados después de la capilla ardiente. Una parte de sus cenizas regresará a la isla para ser sepultada al pie de un olivo". Las agencias de noticias que transmitían estas informaciones añadían otra más: el gran escritor desaparecido era objeto de un reconocimiento extraordinario, el ataque furioso del diario de la Santa Sede, L'Osservatore Romano, tan dominado por la pulsión del anatema que daba salida a una prosa desquiciada y torcida. Pero ya se sabe que la caridad cristiana, en manos de la Iglesia jerárquica, puede hacer milagros.…  Seguir leyendo »

Las primeras críticas a Autobiografía sin vida reflejan una preocupación que a mi juicio es superflua. Obviamente, y no sabes hasta qué punto, el libro se escabulle más allá de géneros y estilos, pero no debes creer que el portazo sea un asunto literario. La destreza narrativa de Félix de Azúa consolida el logro estético de su singular autobiografía, pero si nos detenemos a examinar las cuestiones formales perderemos de vista la conmovedora y brutal saciedad del autor.

Leyendo Autobiografía sin vida uno debe sucumbir a la taumaturgia del hombre que nos habla con severidad y concisión. Haber encontrado en unos selectos episodios de la Historia del Arte la huella del sí mismo, lo hace similar al Adán en cuyas entrañas podían verse las marcas del mundo.…  Seguir leyendo »

El ensayo es el género literario de la libertad. Nosotros hemos tenido ensayistas y todavía los tenemos, pero son autores que no siempre comprenden la esencia, la naturaleza propia del género que cultivan. A veces pontifican, dictaminan, se emborrachan de citas librescas, nos castigan.

El ensayo, en cambio, es amable, libre, cercano a la naturaleza. Huye de la pedantería y del dogmatismo. Desconfía de cualquier especie de jerga, de sistema cerrado de signos, y busca el lenguaje de la calle, de las regiones, de artesanos y campesinos. Representa una reacción rápida, intuitiva, frente a temas del presente, y se mueve entre diferentes puntos de vista, salta del uno al otro, pero siempre con amabilidad, y sin miedo de incurrir en la contradicción.…  Seguir leyendo »

Cada país produce su propia atmósfera literaria. Es impensable, aunque las haya, una novela de Italia ahogada por la lluvia y cubierta de espesa tiniebla; sería una grosería. En las novelas italianas ha de sonar un fondo de mandolina, tienen que corretear adolescentes semidesnudos por la playa y el relato ha de culminar con la deshonra de alguna mujer madura que ha cuidado en exceso su virginidad. La Italia gélida, tenebrosa, batida por el maléfico Boreas queda circunscrita a la escuela socialista milanesa y algún desusado triestino.

La agotadora variedad sociogeográfica de Francia, capaz de acoger la penuria bretona, la holgazanería provenzal y la pomposa futilidad parisina, no impone un decorado, pero sí un refinamiento formal inevitable.…  Seguir leyendo »

Tan viva como la misma electricidad, dice uno de los personajes, misteriosa, repentina, de sumo cuidado. Destruye, trastorna, ilumina. Hablo de una obra de Benito Pérez Galdós que ya tiene más de 100 años y que fue reestrenada la semana pasada en Las Palmas de Gran Canaria. El nombre de la obra, en los años de su creación, Electra, era griego y moderno: representaba un pasado mítico y un presente positivista, fascinado por el progreso científico, por ideales de una sociedad nueva, por el rechazo de la oscuridad, la intolerancia, el fanatismo de épocas anteriores.

Pérez Galdós escribió un texto desordenado, algo excesivo, pero de un diálogo brillante y punzante, demoledor en muchos de sus pasajes.…  Seguir leyendo »

Cuando la conocí, en el pueblecito aragonés de Calaceite, Pilar Donoso era una niña que protagonizaba con mis hijos las aventuras que inspiraron a su padre, José Donoso, una de sus mejores novelas: Casa de Campo (1978). Y aunque la volví a ver después, en Chile, ya hecha una joven, y luego toda una señora, la imagen que de ella prevalece en mi memoria es la de aquella criatura vivaracha y traviesa que revoloteaba sin tregua por la soberbia casa de piedra de las alturas de Teruel que los Donoso habían decorado con todas sus soberbias excentricidades y neurosis.

Ahora, la Pilarcita ha publicado un libro tan extraño y hermoso como su título, Correr el tupido velo.…  Seguir leyendo »