No sea yo jamás viejo gruñón, ni avaro ni enteramente viejo
Dice Norberto Bobbio, quien en De Senectute convirtió el estudio de la edad en una ciencia más que amena, que “hablar de uno mismo es un hábito de la edad tardía. Y solo, en parte, cabe atribuirlo a vanidad”. Como se trata de aprender nuevos hábitos, y hacer uso de esa licencia a la vanidad, es que escribo estas líneas al atravesar el umbral de los 80 años.
Los viejos suelen hablar del pasado de manera didáctica, en el entendido de que toda experiencia enseña, y, por tanto, se corre el riesgo de caer en los consejos de autoayuda, lo cual no viene a ser tan desdoroso si uno piensa en el otro De Senectute, escrito más de 2.000 años antes que el de Bobbio.… Seguir leyendo »