Violencia juvenil (Continuación)

Por Javier Gómez de Liaño, abogado y magistrado excedente (EL MUNDO, 17/02/06):

Cuando con tanto estupor como preocupación escribo estas líneas, aún puede sentirse, a lo ancho de toda España, el indignado clamor por el asesinato, a mediados de diciembre del año pasado, de una indigente a la que tres jóvenes de entre 16 y 18 años quemaron viva cuando dormía en el local de un cajero automático en Barcelona. Los asesinos de la pobre Rosario Endrinal -así se llamaba la víctima- han declarado en el sumario que lo hicieron «para divertirse» y que se les fue la mano.

Para mí, quizá uno de los aspectos más inquietantes de este terrible suceso es su evidente y dramática gratuidad.…  Seguir leyendo »

Por Gregorio Morán (LA VANGUARDIA, 14/01/06):

Hay asuntos que exigen distancia. Por más que te golpeen el trigémino y no puedas borrarlos de la cabeza. Allí donde entra la muerte es menester un lenguaje de respeto; no exactamente frío sino medido, entre cerebral y sanguíneo. Si eres capaz. Donde reina la muerte se exige distancia. Ocurrió bien avanzado el mes de diciembre, cuando unos chavales creciditos de cuerpo y achicados del resto quemaron viva a una mendigo. Desde entonces llevo recogiendo los datos que puedo y jamás mehe preguntado el por qué lo hicieron. Sólo me obsesiona el cómo, quizá porque explicando el proceder se hace innecesario buscar segundas o terceras lecturas, psicológicas o de sociología pedestre.…  Seguir leyendo »

Por José Jiménez Lozano, escritor. Premio Cervantes 2002 (ABC, 14/01/06):

PARECE que, un día, la Reina Católica doña Isabel se encontró al Príncipe don Juan y a sus amigos jugando a inquisidores y judíos, y que el muchacho recibió una buena tunda de azotes. Y, seguramente, muchas gentes recuerdan todavía la otrora famosa película Juegos prohibidos, que venía a contar lo mismo -la imitación de la vida de su entorno por parte de los niños-, aunque ya no recuerdo si el jueguecito llevaba consigo también su sanción, pero me parece que las cosas iban por la advertidora mostración de que, en efecto, los niños representan en sus juegos, más o menos estilizada, la realidad en que viven, sospechan o imaginan.…  Seguir leyendo »