Zaragoza

Zaragoza hacia 1980

Un tren incómodo nos dejó a mi amigo José Félix y a mí en la estación del Portillo a las tantas de la madrugada una noche de finales de verano de 1979. Habíamos ido a Zaragoza a matricularnos de cuarto de carrera, él de Historia, yo de Filología. La Universidad del País Vasco, en su forma actual, aún no había iniciado su andadura, aunque le faltaba poco, y Deusto sólo ofrecía tres cursos de Hispánicas. Esta circunstancia nos forzaba a muchos a sumarnos a una diáspora anual de estudiantes vascos que se repartían por diversos lugares de España con el fin de iniciar estudios o, como en mi caso, concluirlos.…  Seguir leyendo »

Tras siglos de islamización, la catedral del Salvador de Zaragoza, conocida como la Seo, fue consagrada en 1121 sobe la mezquita mayor de Saraqusta, en el solar del antiguo foro romano. Desde entonces, la Iglesia la ha poseído pacíficamente hasta nuestros días, casi durante novecientos años. ¿Qué mayor legitimidad de dominio que la posesión durante este tiempo? Entonces no fue posible ningún tipo de inscripción, al no existir en el siglo XII Registro ni Estado.

Sorprende que el alcalde Pedro Santisteve ni siquiera tome en consideración la historia de uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad, al afirmar (HERALDO, 8 de abril) que la catedral fue construida por el pueblo.…  Seguir leyendo »

Transcurre el año 1885 en la capital aragonesa. El arquitecto Félix Navarro, en su etapa más madura, recibe el encargo de diseñar el espacio donde se ubicará el nuevo y moderno mercado de la ciudad. El proyecto es ambicioso y complejo; no será hasta 1903 cuando se concluya la obra. La Zaragoza de entre siglos ve cómo aumenta su población y cómo cambian las necesidades de sus ciudadanos, así como las formas de relación. La entonces plaza del Justicia albergaba el mercado semanal, donde los comercios de los soportales salían a la calle y en el centro se ubicaban puestos ambulantes.…  Seguir leyendo »

Las relaciones de las ciudades con sus ríos son tan complicadas como las relaciones de pareja. La ciudad se asienta al lado del río, porque necesita su agua, pero a medida que la ciudad crece se olvida de su origen y el río queda como un pariente pobre, en una de las esquinas de la ciudad. Ahí está Roma, que al barrio que creció al otro lado del río lo llama Trastevere, o sea, al otro lado del Tíber, para que nadie dude de su lejanía del centro. Londres ha gastado ingentes cantidades de dinero, y ha establecido numerosos servicios públicos para que los londinenses no se quedaran en la orilla norte del Támesis, pero son muchos los que creen que la ciudad concluye cuando Westminster se topa con el río.…  Seguir leyendo »

Los nombres de las calles en España, como las ceremonias conmemorativas, los festejos o los monumentos, son un claro reflejo de nuestra historia zigzagueante en los siglos XIX y XX. Liberales y absolutistas, ya durante el primer tercio del siglo XIX, bautizaron plazas y calles con nombres constitucionales o antirrevolucionarios, según quién ocupaba el poder, pero fue en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX, con el crecimiento y expansión de las ciudades, cuando más ocasiones se presentaron de dar nombres a las calles.

Las principales ciudades españolas doblaron su población entre 1900 y 1930. Barcelona y Madrid, que superaban el medio millón de habitantes en 1900, alcanzaron el millón tres décadas después.…  Seguir leyendo »

Esta vetusta ciudad / vieja como ninguna / que te observa caminar / como si vas por la Luna: la amo, la odio, le tengo un cariño ancestral.

Este texto corresponde a una vieja canción mía, cuyo título, Zarajotablues, remarcaba el sentimiento que uno muestra hacia esta cesaraugusta ribereña del Ebro que anda, entre el hiperrealismo gracianesco-pilarista y el surrealismo de Buñuel y muchos de sus paisanos, y donde dentro de tres semanas se abrirá la Exposición Internacional sobre el Agua

En mi caso, casi 70 años dejando las huellas de tus zapatos por las lindes zaragozanas te hacen tener un conocimiento de la ciudad que va, desde los humildes cigarrillos de manzanilla, adquiridos a una abuelica que vendía sus mercancías al lado de la vieja y entrañable pasarela, que unía con su modestia las dos orillas del río, hasta la explosión urbanística que derrocha barrios nuevos, carreteras modernas, altos y asépticos edificios y una larga caravana de gente joven dispuesta a convertir a la "ilustre gusanera zaragozana" que escribía mi hermano Miguel hablando de ella a fines de los cuarenta, en una poderosa y brillante imagen hacia el futuro.…  Seguir leyendo »

Se aproxima un importante compromiso de los que ayudan a conformar o deformar, que no será el caso, la imagen exterior de un país. Zaragoza 2008 está a las puertas, y todos los que arrimamos el hombro para que España obtuviera la sede de esta exposición internacional recordamos con nostalgia aquel 15 de diciembre de 2004 en París, en que celebramos navegando por el Sena la elección de Zaragoza. Ahora miramos con ilusión hacia el 14 de junio, fecha de la apertura de la Expo.

La de 2004 fue una batalla dura e incierta, pero Zaragoza ganó porque todos cerramos filas en torno a un proyecto compartido y en torno a un tema, el del agua, que no levantaba precisamente consenso.…  Seguir leyendo »

Por Juan Bolea, escritor y periodista (EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, 29/03/06):

Según las últimas encuestas encargadas por el Gobierno de Aragón a la firma A+M, un 19% de los consultados no tiene la menor intención de visitar la Expo en el verano de 2008. Otro 15% no se lo ha planteado, mientras que un 62% de los aragoneses encuestados afirma que sí, que visitará el recinto.

En ese veinte por ciento de cabestros que pasará de participar en el acontecimiento más relevante, por lo que a Zaragoza respecta, de la presenta década, podemos situar, más o menos, la rémora social que nos toca arrastrar en Aragón, nuestra cuota de humana miseria.…  Seguir leyendo »

Por Julio José Ordovás, escritor (ABC, 25/03/06):

Mientras la provincia de Zaragoza se desertiza a pasos agigantados, la ciudad de Zaragoza se reproduce inmobiliariamente a un ritmo frenético. Es como si el punto de tinta que sitúa a Zaragoza en el mapa hubiera cobrado de pronto vida propia y se expandiera sin freno sobre la amarilla superficie cartográfica. En efecto, es el signo de los tiempos: las grandes ciudades se hacen cada vez más grandes, y las pequeñas ciudades se encogen y los pueblos tienden, inexorablemente, a convertirse en decorados espectrales batidos por el viento. Como si improvisaran diques o cortafuegos de quita y pon, los encargados del Gobierno de la Comunidad siembran subvenciones a voleo por todo lo ancho de la provincia.…  Seguir leyendo »