Eurolecciones para el Asia Oriental

Asia Oriental podría aprender dos lecciones valiosas de la crisis de la eurozona. La primera, que no se debe apresurar el proceso de integración financiera y monetaria, y, la segunda, que se deben desarrollar marcos institucionales adecuados antes de proceder con dicha integración.

De hecho, es poco probable que en el futuro inmediato los países de Asia Oriental avancen hacia un sistema regional de tipos de cambio fijos o hacia una unión monetaria con una moneda única, debido a la gran diversidad de la región en términos de condiciones económicas y políticas. Quizás después de unas cuantas décadas los países de la región desarrollen instituciones con el fin de promover la integración financiera, como por ejemplo una agencia de supervisión bancaria única que sea similar a la que la Unión Europea está creando en la actualidad.

Sin embargo, los encargados de formular políticas en Asia deben mejorar los mecanismos de cooperación que se diseñan para prevenir y gestionar las crisis. El mecanismo más prometedor es la Multilateralización de la Iniciativa de Chiang Mai (CMIM, por sus siglas en inglés) (Chiang Mai Initiative Multilateralization (CMIM)) de los países “ASEAN+3” (por sus siglas en inglés) – que es el grupo de países formado por los 10 miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático más China, Japón y Corea del Sur. Este fondo de reserva regional, que tiene 120 mil millones dólares en reservas, se lanzó en el año 2010 con el objetivo de proporcionar a los miembros liquidez a corto plazo en casos de emergencia.

El grupo ASEAN +3 en la actualidad fortalece al mecanismo CMIM mediante la duplicación del tamaño total de dicho fondo, para que alcance a los $240 mil millones de dólares. Este grupo de países también acordó aumentar la flexibilidad del mecanismo CMIM al reducir la porción mínima de préstamos de crisis que esté vinculada al programa de préstamos del Fondo Monetario Internacional del 80% al 70%.

El mecanismo CMIM aún no se ha puesto a prueba durante una crisis. En su infancia, quizás no sea capaz de proporcionar ayuda de emergencia adecuada en forma oportuna y flexible. El fondo de $240 mil millones es pequeño, ya que asciende a tan sólo el 1,5% del PIB de la región. La experiencia europea sugiere que los shocks sistémicos de gran escala exigen un mayor apoyo financiero.

A diferencia del FMI o del Mecanismo Europeo de Estabilidad, las contribuciones al mecanismo CMIM son auto gestionadas por las autoridades de cada respectivo país. Y los países pueden optar por no contribuir a una solicitud de intercambio (“swap”). Esto sugiere que el mecanismo CMIM podría quedar especialmente restringido en caso de un shock sistémico o de disputas políticas entre los países miembros.

Es más, aún pende un “estigma” sobre el FMI en los países de la región que estuvieron descontentos con el papel que desempeñó el FMI durante la crisis financiera asiática de 1997-1998. Las condicionalidades del FMI para la activación de la mayoría de sus préstamos podrían causar que los países se tornen reticentes a recurrir al mecanismo CMIM en busca de apoyo.

Otro desafío es la capacidad limitada del mecanismo CMIM en cuanto a la vigilancia y supervisión del ámbito económico. El año pasado, el grupo ASEAN +3 estableció una unidad de vigilancia regional, la “Oficina de Investigación Macroeconómica ASEAN +3 (AMRO, por sus siglas en inglés)” (ASEAN+3 Macroeconomic Research Office (AMRO)), con el objetivo de supervisar las economías regionales, detectar vulnerabilidades emergentes y apoyar la efectiva toma de decisiones por parte del mecanismo CMIM. No obstante, aún no está claro si la AMRO tiene la suficiente capacidad y experiencia para controlar a 13 países de manera eficaz.

En efecto, los países de Asia Oriental pueden tropezar con dificultades al momento de conducir una vigilancia cándida de las políticas de los otros países asiáticos y cuando tengan que hacer cumplir políticas enérgicas sobre condicionalidades. Antes y durante la crisis de la eurozona, el ejemplo de Grecia muestra que a menudo los países tienen dificultades para actuar con firmeza con sus vecinos.

El grupo ASEAN+3 debe continuar con el aumento de sus recursos, mejorar su independencia y perfeccionar sus procedimientos operativos. Una red de seguridad financiera plenamente competente podría contener el contagio de las crisis financieras que emanan de las economías individuales y podría evitar interrupciones en los impulsores clave del crecimiento de la región – que son el comercio y la inversión intrarregional. El mecanismo CMIM podría ayudar a que los países del Asia Oriental reduzcan su dependencia de la costosa acumulación de reservas, como forma de auto asegurarse, que a su vez exacerba los desequilibrios mundiales.

Con mayores recursos y una estructura de gobernanza mejorada, la AMRO podría desempeñar un papel más eficaz en la vigilancia y supervisión del ámbito económico regional, sin el cual aumentarían los riesgos morales asociados con las redes de seguridad financiera. Un control regional mejorado contribuiría a un mejor intercambio de información y a un mejor mecanismo de toma de decisiones, lo que implicaría que la porción de los préstamos de crisis que está vinculada al FMI podría reducirse pari passu con el fortalecimiento de la capacidad y desempeño de la AMRO.

El grupo ASEAN +3 debería tratar de desarrollar el mecanismo CMIM para que llegue a ser una red regional de seguridad financiera completamente competente con el apoyo de la AMRO, oficina que a su vez actúe como su secretariado creíble y competente – es decir, un Fondo Monetario Asiático de facto, que posiblemente podría llegar a tener un mayor número de miembros. Sin embargo, es deseable que hasta que el mecanismo CMIM y la AMRO se encuentren completamente desarrollados, estas instituciones mantengan una estrecha cooperación con el FMI. De hecho, en la Cumbre del G-20 en Cannes, celebrada en noviembre del año 2011, los líderes acordaron los principios para la cooperación entre el FMI y los acuerdos regionales de financiamiento, incluyéndose los principios para el intercambio abierto de información y las misiones conjuntas.

De manera especial, los acuerdos de financiación del FMI y el grupo ASEAN +3 deberían establecer un canal regular de diálogo para facilitar el intercambio de información y preparar directrices concretas destinadas a la cooperación y a una adecuada división de tareas. El establecimiento de directrices constructivas y efectivas podría ayudar a prevenir el tipo de confusión y conflictos sobre las condiciones de crédito que hemos visto entre el FMI, la UE y el Banco Central Europeo en la eurozona durante las crisis. Teniendo en cuenta el “estigma” que pende sobre el FMI en Asia, sería útil contar con un mecanismo de cofinanciamiento destinado a ofrecer líneas de crédito precautorias sin condicionalidad a los países miembros cualificados.

Los países asiáticos han aprendido, tanto de la crisis ocurrida en su propia región en la década de 1990 como de la actual crisis de la eurozona, que la gestión eficaz de los flujos transfronterizos de capital requiere de respuestas nacionales, regionales y mundiales bien elaboradas. Para responder con eficacia ante las crisis, los países de Asia Oriental deben seguir mejorando la red regional de seguridad financiera y el mecanismo de vigilancia, además de continuar con el fortalecimiento de su cooperación con el FMI.

Lee Jong-Wha, a senior adviser to the president of South Korea and Professor of Economics at Korea University, was Chief Economist and Head of the Office of Regional Economic Integration at the Asian Development Bank. Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.

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