Europa ante Israel y Palestina

Es el momento de que Europa mantenga nuestros principales parámetros para la paz entre Israel y Palestina.

La Unión Europea está firmemente comprometida con el orden internacional multilateral basado en las reglas. El derecho internacional nos ha proporcionado el más largo periodo de paz, prosperidad y estabilidad que nuestro continente ha disfrutado nunca. Durante décadas hemos trabajado para poder ver a nuestros vecinos israelíes y palestinos disfrutar de los dividendos de la paz que tenemos los europeos.

En colaboración con anteriores administraciones estadounidenses, Europa ha promovido una justa resolución del conflicto palestino-israelí en el contexto de una solución de dos Estados. Hasta la fecha, el Acuerdo de Oslo sigue siendo un hito de la cooperación transatlántica en política exterior.

Lamentablemente, la actual Administración de EE UU se ha apartado de su duradera línea política y se ha distanciado de las normas legales internacionalmente establecidas. Hasta ahora ha reconocido las reivindicaciones sobre Jerusalén de solo una de las partes y demostrado una alarmante indiferencia respecto a la expansión de los asentamientos israelíes. EE UU ha suspendido su contribución a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) y para otros programas en beneficio de los palestinos, poniendo en riesgo la seguridad de varios países situados a las puertas de Europa. En contraste con esa desafortunada ausencia de un claro compromiso con la solución de dos Estados, la Administración Trump ha declarado que está cerca de cerrar y de presentar un nuevo plan de paz entre israelíes y palestinos.

Creemos que Europa debe adoptar y promover un plan que respete los principios básicos del derecho internacional reflejados en los parámetros acordados por la UE para la resolución del conflicto palestino-israelí. Estos parámetros reflejan nuestro compartido punto de vista de que una paz viable requiere la creación de un Estado palestino junto a Israel dentro de unas fronteras basadas en los límites anteriores a 1967, con mínimas y equitativas permutas de territorio mutuamente acordadas; con Jerusalén como capital de los dos Estados; con acuerdos de seguridad, así como una acordada y justa solución a la cuestión de los refugiados de Palestina en Europa; por otro lado, debe rechazar cualquier plan que no cumpla con ese patrón. Sin dejar de compartir las frustraciones de Washington ante los fracasados esfuerzos de paz del pasado, estamos convencidos de que un plan que reduzca la condición de la estatalidad palestina a una entidad desprovista de soberanía, de contigüidad territorial y de viabilidad económica agravaría seriamente el fracaso de los anteriores esfuerzos de pacificación, aceleraría la desaparición de la opción de los dos Estados y perjudicaría fatalmente la causa de la paz.

Por supuesto, para Europa es preferible trabajar conjuntamente con EE UU para resolver el conflicto palestino-israelí, así como para abordar otras cuestiones globales en el marco de una fuerte alianza transatlántica. Sin embargo, en situaciones en las que están en juego nuestros intereses vitales y nuestros valores fundamentales, Europa tiene que seguir su propio curso de acción. Debe reafirmar formalmente los parámetros internacionalmente acordados para una solución de dos Estados. Al hacerlo con antelación al plan de EE UU establece los criterios de apoyo de la UE a los esfuerzos estadounidenses y facilita una respuesta europea coherente y unificada una vez que el plan se haga público.

Los Gobiernos europeos deberán además comprometerse a aumentar sus esfuerzos por proteger la viabilidad de un resultado de dos Estados. Es de la mayor importancia que la Unión Europea asegure de una manera activa la implementación de las pertinentes resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, incluida la consistente diferenciación, conforme a Naciones Unidas, entre Israel, con sus fronteras reconocidas y legítimas, y sus asentamientos ilegales en los territorios ocupados. Además, los recientes y cada vez mayores esfuerzos por limitar el trabajo de la sociedad civil han hecho que el apoyo europeo a los defensores de los derechos humanos sea más importante que nunca.

Israel y los territorios palestinos ocupados se deslizan hacia una realidad de un solo Estado con derechos desiguales. Esto no puede seguir siendo así. Ni para los israelíes, ni para los palestinos, ni para nosotros en Europa.

De lo contrario, no aprovechar esta oportunidad, en un momento en el que ese orden es desafiado de un modo sin precedentes, tendría unas consecuencias negativas de largo alcance.

Jack Straw fue secretario de Asuntos Exteriores del Reino Unido, Hubert Védrine fue ministro de Asuntos Exteriores de Francia y Javier Solana fue ministro de Asuntos Exteriores de España. Firman esta carta otros 34 ex altos cargos relacionados con la política exterior. Traducción de Juan Ramón Azaola.

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