Europeísmo o traición: Casado frente al espejo del CGPJ

El patrimonio exclusivo de los valientes, de los hombres y mujeres de honor radica en la lealtad a los principios y a la palabra dada. No es sino la esencia de la identidad propia, aquella que define quienes somos en ésta pequeña parte de la historia que nos ha tocado vivir. Ningún objetivo, ninguna aspiración personal o profesional, ningún anhelo ni ambición o deseo debe servir de excusa para destruir el alma que constituye todo lo que somos. Es la diferencia entre dejar que nuestros días transcurran presos del oportunismo o ser dueños de nuestra propia vida.

En breve saldrá publicada la novela Patria Olvidada, un thriller político judicial que escribí durante estos meses y que cada vez se aleja más de la ficción para aproximarse a la realidad de nuestros días. Es una crónica real de estos tiempos difíciles y de mil historias personales y profesionales, poniendo frente al espejo a aquellos que renunciaron a los principios y prostituyeron su esencia y su palabra, reivindicando a los hombres y mujeres de honor que nunca dejarán que la practicidad ni el oportunismo se adueñe de sus almas. El éxito esporádico e inmediato conseguido por oportunistas frente a su antítesis, la gloria eterna del honor y de la preservación de la esencia de aquellos que lucharon sin miedo, sin recular jamás, enfrentándose al mundo y recibiendo mil dentelladas sin inmutarse todos y cada uno los días de sus vidas.

En el discurso de ésta semana en el Congreso de los Diputados, con motivo de la moción de censura, Pablo Casado se reivindicaba a sí mismo como el único líder nacional moderado y decididamente europeísta, que representa en España los valores de democracia y preservación del Estado de derecho frente a un Gobierno a lomos del oportunismo y del populismo, dispuesto a todo con tal de mantenerse en el poder, incluso a costa de destruir la propia esencia de la democracia y en particular a costa de volatilizar la separación de poderes. Quizás sus verdaderos objetivos.

Si sus palabras son ciertas, si el espíritu que mueve su alma tiene sus raíces más profundas en el europeísmo y en la defensa del Estado de derecho, el líder del Partido Popular se enfrentará en breve a la decisiva prueba de fuego, aquella que le pondrá ante el espejo, aquella que le llevará a decidir entre ceder al chantaje de un presidente del Gobierno mendaz o ser fiel y mantenerse firme sin vacilaciones en la palabra dada. Esa puerta no es otra que la renovación del Consejo General del Poder Judicial, la que marcará definitivamente si Pablo Casado es un político de principios o si por el contrario no es más que una copia a la derecha de un presidente del Gobierno que ha hecho de la mentira compulsiva el principal axioma de su acción política.

Pablo Casado se comprometió a defender como única vía para renovar el Consejo General del Poder Judicial que se articulase una reforma de la LOPJ para que fuese elegido por los jueces. Es eso lo que exige GRECO, es eso y no ninguna "farsa política consensuada" lo que exige Europa. No cabe reeditar nuevos repartos políticos bajo peregrinas y falaces excusas de "razones de estado" y de consensos que sólo encubren repartos políticos que denigran nuestra democracia. Sólo cabe una vía para renovar el CGPJ, la elección de los doce vocales judiciales por jueces.

El sistema actual de elección del CGPJ es ya una farsa política que se articula por una mayoría de 3/5 que no es tal, dado que la elección ni tan siquiera es parlamentaria sino fruto del reparto partidista, donde los líderes de los partidos eligen a los candidatos que estiman más afines o que tienen algún lazo de relación personal o parentesco con cargos políticos. La composición del actual CGPJ es una fiel muestra de ello. Los candidatos judiciales a vocales ni tan siquiera comparecen en las Cortes para ser conocidos por los diputados que "ficticia y formalmente" les eligen, no compiten en igualdad de condiciones ya que los finalmente elegidos serán única y exclusivamente aquellos que gozan del paraguas de un padrino político. Los demás sólo son meros convidados de piedra en una farsa en la que desde el inicio no tienen posibilidad alguna de ser elegidos. No se trata de enjuiciar la valía o buenas intenciones de los candidatos concurrentes en la presente renovación, sino exponerles la cruda realidad. El juego es un partida amañada.

Es ésta la farsa actual, la que se aprobó traicionando el pacto de legislatura que tenía el Partido Popular con la ciudadanía en 2013, la que articuló el presidente Rajoy y el siniestro ministro Alberto Ruiz-Gallardón como venganza por no haber seguido determinados vocales del CGPJ las exigencias que desde el Gobierno de la nación se les hacían, para que mantuviesen a Carlos Dívar como presidente del CGPJ. Es ésta la farsa política de hombres y mujeres sin honor ni principios como Rajoy, como Gallardón, Lesmes, Román o Soraya. Es éste el engaño institucional que hoy defiende un presidente del Gobierno sin credibilidad alguna, desdiciéndose también de sus promesas y que promueve sin rubor el ministro de Justicia Campo, que hace tiempo decidió optar por el trepismo político, renunciando a la dignidad que como juez le debía llevar a defender la absoluta independencia del Consejo General del Poder Judicial como exige la Unión Europea.

Al igual que su antecesora Dolores Delgado, cuya elección como Fiscal General del Estado ha herido de muerte la apariencia de imparcialidad de la Fiscalía General, ha preferido el vasallaje oportunista en busca de un cargo, a la preservación de la dignidad y de la protección de nuestras instituciones. De igual condición son quienes siendo magistrados y ostentando cargos en el actual Gobierno de la nación, hoy callan en un silencio cobarde, indigno y pueril.

Pablo Casado tiene ante sí la posibilidad de elegir. Mantenerse firme en renovar desde ya el CGPJ única y exclusivamente mediante una reforma de LOPJ para posibilitar la elección judicial o pasar a la historia como sus antecesores que se doblegaron al reparto político. El ofrecimiento del engreído presidente del Gobierno y de los Stalin de bolsillo no es sino un mero chantaje.

Forzados por Europa ante la cacicada emprendida a sabiendas de su inconstitucionalidad ahora pretenden sustituir la "farsa de mayoría absoluta" por una farsa por mayoría de 3/5 para arrastrar al líder del Partido Popular al lodazal de su atentado contra la independencia judicial.

No caben mensajes ambiguos, no se trata de que no participe Podemos en la elección del CGPJ, algo que sería por otro lado fácilmente eludible designando el PSOE a aquellos candidatos que eligiese Podemos, se trata de que no participe ningún partido político en la elección del CGPJ.

No es hora de palabras equívocas para regatear las exigencias de Europa, tampoco se trata de simular arrancar a "la mentira que habita en la Moncloa" promesas inciertas y futuras de reforma del sistema de elección del CGPJ, a la vez que se pacta una nueva farsa. Sólo es hora de cumplir con las exigencias de Europa y de la STC 108/86. Hasta aquí señor Casado hemos llegado. Es hora de que el líder del Partido Popular decida con hechos sin ambigüedades ni juegos de tahúres liderar ese proyecto europeísta que pueda llevarle a la Presidencia del Gobierno. Si pactase la farsa política bajo cualquier excusa, ya la pacte sólo con el PSOE o con los socios populistas, golpistas o filoterroristas del Gobierno, habría traicionado a Europa y a la democracia.

Y ese compromiso con los principios y con la palabra dada no puede ser ajeno a la Judicatura. Ni la carrera judicial, ni las asociaciones judiciales pueden aceptar o conformarse con el nuevo engaño del presidente del Gobierno. Lo que era una farsa política lo sigue siendo aunque participasen más partidos en la misma. El presidente del Gobierno ha amenazado con destruir la separación de poderes y ahora sólo tras la presión de Europa, ofrece retirar su amenaza para extender una sombra de maquillaje, bajo la que ocultar un nuevo reparto a través del cual socavar la separación de poderes consiguiendo un CGPJ con vocales a merced del ejecutivo. La defensa de la independencia judicial y del CGPJ no sólo puede quedar en palabras o comunicados para después conformarse con "males menores" que ni tan siquiera son menores sino farsas gallardonianas que perviven en el tiempo y determinarían un CGPJ con vocales apadrinados.

Ninguna excusa, ninguna razón de practicidad, ninguna aspiración personal, ninguna posición institucional puede justificar participar en un proceso de renovación del CGPJ que se articule mediante el padrinazgo político en contra de las exigencias de GRECO. Ningún honor hay en una elección así, por muy loables y respetables que puedan ser los objetivos o la valía de los candidatos. No hay tregua alguna ante la guerra contra la independencia judicial que vivimos.

Sólo hay un camino, alzar la voz hacia Europa, negándonos a participar en una nueva farsa política de renovación del CGPJ. Es hora de resistir ante la amenaza política, hasta que un nuevo mundo parlamentario con todo su poderío y su fuerza dé un paso al frente en rescate y liberación del Consejo General del Poder Judicial. Esa es la determinación que nos exige nuestra nación.

No debemos callar ni flaquear sino luchar con creciente confianza en nuestros principios. Es hora de Europa o de pasar a la historia como un traidor a la palabra dada y a la democracia. No caben más alternativas. Firmeza o cobardía. El señor Casado debe elegir con hechos su lugar en la historia.

Manuel Ruiz de Lara es magistrado.

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