Evo Morales: un cóndor en los Andes

Por Henry Kamen, historiador (EL MUNDO, 20/01/06):

Cuando Francisco Pizarro entregó en el año 1539 la región andina de Charcas a su hermano Gonzalo, nadie podía imaginarse las consecuencias. Unos pocos años más tarde, un indio, probablemente del pueblo aymara que habitaba esa zona del continente, estaba trabajando en los bosques cuando tiró de una planta y encontró unas pequeñas esferas brillantes pegadas a las raíces.

El hallazgo de plata en Charcas, en la famosa montaña del Potosí, cambió por entero el destino de España. De ser una pequeña, despoblada y desnutrida península en el borde occidental de Europa, España, a partir de los años centrales del siglo XVI, pasó a convertirse en el centro del imperio más rico del mundo. Y todo gracias a Bolivia. Miles de toneladas de plata salían del Nuevo Mundo hacia el Viejo, para que el Gobierno de España pagara sus guerras, su burocracia y su cultura. Financieros y comerciantes viajaban en tropel hacia la península, no por España sino por Bolivia.Potosí, y la provincia que lo rodeaba, y que se conocería más tarde, después de la independencia, como Bolivia, financiaba el Imperio español.

En 1630, un fraile veía la mina como la esperanza de la política imperial española: «Vive Potosí para cumplir tan peregrinos deseos como tiene España, vive para rebenque del turco, para envidia del moro, para temblor de Flandes y terror de Inglaterra». Cientos de miles de indios murieron en las minas de plata, pero España se hizo rica.

Pasado mañana, un indio de Bolivia, Evo Morales, tomará juramento como el primer jefe de Estado indígena en la Historia de su país.¿Podrá perdonar lo que España le hizo a su país? Bolivia, uno de los dos únicos estados en América del Sur que no tiene litoral (se le privó de él en una guerra en 1880, en la que el capital extranjero desempeñó un gran papel), ha heredado una carga no sólo de pobreza y atraso creada por el Imperio español, sino también de caos, violencia y corrupción durante los dos siglos de independencia. Es un país en donde los misioneros españoles fracasaron intentando implantar el cristianismo, y donde los funcionarios españoles fracasaron implantando la lengua de Cervantes (las lenguas indígenas, principalmente aymara y quechua, son todavía el idioma de más del 40% de la población). El miserable pasado de la Historia de Bolivia es también una parte de su futuro, porque no hay señales de que vaya a terminar la pobreza. Los gobiernos anteriores han intentado introducir reformas, pero han fracasado. Y la culpa, se puede argüir con cierta justicia, es del capitalismo extranjero. Incluyendo el capitalismo español.

Es muy significativo que a pesar de las visitas de Evo Morales a los presidentes antiamericanos de Venezuela y Cuba -Chávez y Castro- el Gobierno de Estados Unidos no parece estar preocupado por el autoproclamado socialismo radical del futuro presidente.Por lo que he leído en la prensa de Estados Unidos, no se le ha prestado demasiado atención a Morales, y muchos norteamericanos no sabrían de qué se les habla si se les mencionara su nombre.Morales ha prometido grandes cambios, pero le han empujado de todas partes y no será ninguna sorpresa si ninguno de ellos llega a materializarse. ¿Qué puede un hombre, en una pequeña nación, hacer realmente contra las grandes potencias?

Su comparecencia en encuentros formales en España con su chompa de colores ha provocado un humor ininteligente y poco imaginativo en algunos periodistas. La verdad es que Morales no es tan sólo una chompa coloreada. Es un hombre de experiencia, independencia y determinación, y cada movimiento que hasta ahora ha dado ha sido inteligente. Si lleva una chompa en lugar de un traje, es porque así lo desea. Esa es la manera en que él transmite su imagen.

La preocupación principal de Morales es recobrar la riqueza del país para su pueblo. Por eso ha hablado repetidamente de «nacionalización».Podemos ver qué quiere dar a entender en el caso del gas natural.Bolivia tiene enormes depósitos de gas natural, los segundos más grandes de América Latina. Para explotar las reservas, se creó un consorcio con dos compañías británicas (el Grupo BG y BP), y Repsol YPF (Repsol YPF posee el 35% de los 1.600.000 millones de metros cúbicos de gas natural del país) de España. El acuerdo con el consorcio le dio a Bolivia sólo el 18% de los futuros beneficios de la explotación del gas. Es fácil entender por qué a aquellos que votaron a Morales les gustaría ver nacionalizados el gas y sus infraestructuras, y emplear las ganancias para beneficiar a todos los ciudadanos, dos tercios de los cuales viven en pobreza.

También es fácil intuir por qué el Gobierno de Zapatero ha prometido perdonar a Bolivia parte de sus deudas, una maniobra para animar a que el Gobierno de Morales no vaya más lejos con sus planes socialistas. Después está la cuestión de sus reservas de petróleo, estimadas en 440 millones de barriles disponibles.

Con un Gobierno insolvente e incapaz de pagar sus deudas, y bajo la presión de Estados Unidos y del FMI, Bolivia vendió su petróleo a Enron y Shell en 1995 por 263,5 millones de dólares, menos del 1% del valor de los depósitos. Por dondequiera que se mire, Bolivia está en manos del capitalismo extranjero. Los capitalistas españoles controlan importantes medios de comunicación. El periódico La Razón de La Paz, controlado por un grupo capitalista español, desató una furiosa campaña en contra de Morales durante las elecciones, refiriéndose a él como «un James Bond con peluca». Después, cuando se pensó que podría ganar las elecciones, el mismo periódico cambió su línea y dejó a Morales aliviado y agradecido.

La prensa en España ha hablado mucho sobre Morales como un cocalero, como si fuera un tema de importancia marginal. Sin embargo, la coca es un asunto muy serio, porque representa el sustento de miles de trabajadores campesinos. Es aún más serio si consideramos que podría ser utilizado como excusa para una intervención militar del Gobierno de Estados Unidos, que tiende a tomarse muy en serio cualquier posible aumento de la cultura de la droga en su país.

Hasta la fecha, Estados Unidos ha intervenido militarmente más de 80 veces en América Latina. Ya que el presidente Bush tiene acceso a una base aérea que dista sólo 200 kilómetros de la frontera boliviana, la intervención podría ser más fácil de lo que uno podría imaginarse. Sólo un loco, por supuesto, intervendría en un país empobrecido, montañoso, selvoso y sin comunicaciones decentes. Pero con el actual presidente de Estados Unidos nunca se sabe. En realidad, la verdadera presión sobre el nuevo régimen boliviano no viene de Estados Unidos, sino de Brasil, que depende fuertemente de los recursos naturales de Bolivia. La mitad del gas natural del Brasil procede de Bolivia, y los brasileños compran un tercio de las exportaciones bolivianas. Por tanto, hablar sobre «nacionalización» es amenazar a Brasil más que a cualquier otro país.

La investidura de Morales el 22 de enero será un significativo acontecimiento. El tiempo dirá si será un acontecimiento histórico.Querría llamar la atención sobre un detalle que muchos desconocen.A medianoche del 21 de enero, el día antes de su investidura política, Morales recibirá en el centro ceremonial de Tiwanaku los atributos de poder que le serán entregados por los kurakas de los indios de la región. Tiwanaku, como muchos sabrán, es el lugar de una cultura muy anterior a la de los incas. Es un enorme conjunto de ruinas que se extiende sobre unas 420 hectáreas del altiplano boliviano, al sur de la parte boliviana del lago Titicaca y a unos 3.840 metros de altitud, la zona arqueológica más alta de América.

Con la aceptación del poder en un lugar sagrado que existía siglos antes de la conquista española y la llegada de los misioneros cristianos, Morales demuestra que espera atraer el apoyo de las más profundas raíces de la civilización aymara y quechua.

Su mandato traerá la esperanza a una región que ha sufrido cruelmente bajo los depredadores extranjeros. La ceremonia en Tiwanaku nos conduce hasta lo más profundo de los orígenes y aspiraciones de la civilización andina, y trae un aura de luz en la oscuridad que siempre ha perseguido a Bolivia en sus relaciones con el imperialismo hispánico (lo que Francisco de Miranda en el siglo XVIII llamaba la «bárbara opresión española») y el capitalismo occidental.