Exageraciones y engaños

Es lógico que Oriol Junqueras urja la elección de un 'president' y que no se ponga en riesgo la mayoría parlamentaria. Con tensión máxima, el voto explícitamente proindependentista no subió del 47,5 % mientras que el explícitamente anti subió del 39,2 al 43,7 %. La mayor radicalización no implica mayor base social. Ahora se reconoce que no era suficiente para un cambio tan importante.

Pero, ¿no lo sabían antes de la votación del 27 de octubre? ¿Y qué pensaban que iba a ocurrir después? ¿Que la presión internacional obligaría al Gobierno español a negociar los términos de la independencia efectiva? Es posible, igual que Junqueras aseguraba rotundamente que ninguna empresa se marcharía de Catalunya, como sí ocurrió en Quebec. “Me preocuparía si pensase que puede suceder. Pero como estoy convencido de que no sucederá sino justo lo contrario, ¿cómo me voy a preocupar?". Lástima que hayamos tenido que poner los dedos en la llaga, con todo el estropicio social y económico producido, para acabar aceptando que la vía unilateral no conduce a ninguna parte.

También es comprensible que Carles Puigdemont pretenda ser reelegido 'president' de la Generalitat. No le faltan razones. Hubiera preferido convocar elecciones y no presidir una fantasmagórica república en el exilio. Pero ante la escandalera que le montaron los de las 155 monedas de plata, no quiso pasar por traidor ni supo ser el héroe de la retirada que ahora se busca y no se encuentra. Sabe que, por mucho que Roger Torrent proclame que ningún juez español está por encima del Parlament, al final no pondrá en riesgo su cargo desafiando al Constitucional con una investidura telemática. Y como de reconocimientos simbólicos no se vive, nuevas elecciones no serían su peor escenario.

Al final, todos habremos salido perdiendo. La sociedad catalana, profundamente fracturada, primero. A España, y a su Gobierno, les habrá costado en términos de imagen internacional. Cara al futuro, ahora que Artur Mas hace equilibrios para diferenciar entre exageración y engaño, conviene analizar qué parte de cada cosa había en los argumentos utilizados para justificar la independencia unilateral.

Según Junqueras la mitad de los impuestos que pagan los catalanes se van a Madrid y no vuelven. ¿Exageración o engaño? Escribió a los eurodiputados alertándoles de que la asfixia económica de Catalunya era también la asfixia de Europa. Pero después les hizo una presentación triunfalista cantando las excelencias de la economía catalana. ¿Pero no estábamos asfixiados? ¿Había cambiado algo? No, la republica catalana tendría el superávit presupuestario más grande del mundo occidental.

Andreu Mas-Colell explicaba al mundo que la excesiva succión fiscal que soportaba Catalunya le impedía ser el motor económico de la Europa del Sur. Pero luego como 'conseller' decía ('Ara', 25/7/2015) que “el tema de la independencia no debe plantearse por intereses económicos muy inmediatos”. ¿Pero la situación no era insostenible? Según su contabilidad global, “con los impuestos que actualmente pagamos podemos cubrir el coste de todos los servicios públicos que recibimos y aún quedaría un pequeño excedente”, que cifraba en 2.400 millones y que con los presupuestos liquidados del 2015 se redujo a 428.

Estoy de acuerdo con su cálculo de lo que sería el beneficio fiscal de la independencia para el conjunto de las administraciones públicas catalanas, es decir los recursos líquidos disponibles sin aumentar el endeudamiento. Me he limitado a citarlos al explicar las distintas formas de calcular los déficits fiscales y el beneficio fiscal de la independencia, conceptos que no siempre coinciden. Pero el método y el resultado no debieron gustar a Junqueras, que dejó de publicarlos, ni a Elisenda Paluzie, presidenta de la ANC, que los ha calificado de “gran error”.

Tampoco estarán muy contentos con que Mas-Colell haya explicado en Londres que “aproximadamente, Catalunya paga impuestos [siendo más preciso habría que decir que aporta al Presupuesto central teniendo en cuenta la financiación de su déficit] en proporción a su contribución al PIB y recibe gasto estatal en proporción a su población". Y como él dijo, eso es el 5 % del PIB, no el 8 % siempre reclamado. Es la primera vez que un independentista reconoce que Catalunya paga por renta y recibe por población, lo que vengo argumentando desde hace tiempo y que según Junqueras sería lo justo, aunque según él no se cumpla. Lo que Mas-Colell dijo en Londres se lo expliqué a Junqueras en un famoso debate y hay 4,5 millones de testigos. Sin un esfuerzo para clarificar cifras y conceptos, evitando exageraciones y engaños, no será posible avanzar en ninguna solución.

Josep Borrell, expresidente del Parlamento Europeo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *