Facebook hace frente a Putin

El 20 de diciembre, el gobierno ruso solicitó que Facebook bloqueara una página usada para reunir a los opositores al presidente Vladimir Putin. Facebook inicialmente aceptó, pero permitió que al día siguiente se abriera otra nueva. Al demostrar que al menos algunas empresas occidentales se preocupan por valores que no se pueden expresar en términos de ganancias, Facebook debilitó una afirmación clave de la propaganda rusa y generó así dudas sobre otras falsas afirmaciones que están ayudando a sostener el régimen de Putin.

No se trató de una decisión fácil para Facebook. Al rehusarse a cumplir la solicitud del Kremlin, Facebook desafió abiertamente una ley rusa que permite la censura en Internet. Por ello, el gobierno puede directamente prohibir Facebook en Rusia, donde existe un formidable –y ahora completamente leal– competidor local, VKontakte. Cuando el fundador de VKontakte, Pavel Durov, se negó a cooperar con el gobierno el año pasado, fue obligado a renunciar a la empresa, vender su participación y abandonar el país.

No es difícil discernir por qué el Kremlin considera a una única página de Facebook tan seriamente. En un momento en que las desventuras de la política exterior de Putin causan estragos en la economía rusa, a una escala que ni siquiera los observadores más pesimistas habían anticipado– cualquier desafío a su liderazgo es percibido como una grave amenaza.

El deterioro económico ruso se está acelerando, a principios de diciembre, Putin firmó un presupuesto federal para 2015 que preveía un crecimiento anual del PBI del 2 % y un déficit presupuestario del 0,5 % del PBI; pero el colapso de los precios del petróleo, junto con las duras sanciones económicas impuestas por EE. UU. y Europa, implicaron que hacia fines del mes el gobierno predijera una caída del 4 % para el PBI y un déficit presupuestario del 3,5 % del PBI (incluso después de recortes presupuestarios equivalentes al 1 % del PBI).

Según estos datos, se estima que para fin de año Rusia habrá gastado el 70 % del Fondo de Reserva que acumuló durante aproximadamente la última década, cuando los precios del petróleo eran altos. Si los bajos precios persisten y las sanciones económicas occidentales continúan, Rusia se quedará sin fondos hacia fines de 2016.

No obstante, los niveles de aprobación de Putin se mantienen alrededor cercanos al 80 %. Considerando la evidente quiebra económica de su estrategia –que puede notarse en una inflación de dos dígitos y la volatilidad sin precedentes del rublo– sus partidarios pueden parecer irracionales.

De hecho, los datos de las encuestas son un testimonio del poder de la maquinaria de propaganda del Kremlin, que ha cumplido su meta de convencer a los rusos de que un cambio de régimen traería aparejados caos político y mayor turbulencia económica. La propaganda es tan crítica para la supervivencia del régimen que el gasto en los medios gubernamentales aumenta incluso en medio de los conflictos económicos.

Por supuesto, la propaganda perdería su impacto si los ciudadanos comunes rusos se vieron expuestos a soluciones y perspectivas alternativas. Por eso se debe reprimir a quienes desafían al régimen u ofrecen alternativas convincentes a Putin y censurar sus ideas en todas partes, incluso en los medios sociales.

La página de Facebook fue creada para movilizar partidarios y oponerse a las acciones judiciales contra el activista anticorrupción Alekséi Navalny, una figura líder de la oposición, por un falso fraude. La concentración tendría lugar el 15 de enero, el día en que estaba programado el anuncio del veredicto. Un masivo grupo de 33 000 personas en Facebook se comprometió a participar.

Esta no sería la primera vez que los rusos salen a la calle para apoyar a Navalny. En 2013, unas 10 000 personas protestaron cuando Navalny recibió una sentencia de cinco años en prisión después de haber sido condenado por cargos también fabricados. Navalny fue liberado a la mañana siguiente.

Un par de meses más tarde, Navalny se postuló como alcalde de Moscú y recibió el 27 % de los votos (casi lo suficiente como para obligar al titular en ejercicio, quien gozaba del apoyo de los medios estatales y de fondos virtualmente ilimitados, a una segunda ronda). Esa elección demostró que la oposición podía desafiar creíblemente al régimen en las urnas y fortaleció la opinión del Kremlin de que personas como Navalny debían permanecer en arresto domiciliario, sin acceso a los medios ni a Internet.

El gobierno ruso bloqueó entonces el blog de Navalny e inició nuevas investigaciones sobre él y sus colegas. Además, prohibió ilegalmente la participación de su partido del progreso en las elecciones Y, en un esfuerzo por estropear su reputación, lo acusó de fraude y malversación de fondos, acusaciones que no arraigaron debido a su obvia motivación política.

La robusta demostración de apoyo a Navalny en Facebook asustó al Kremlin, Que intentó entonces engañar a los manifestantes el 29 de diciembre y decidió anunciar el veredicto al día siguiente, en vez de esperar al 15 de enero. Pero, en tan solo unas pocas horas, aproximadamente 15 000 personas se unieron a la nueva página de protesta para el 30 de diciembre, a pesar del feriado de Año Nuevo, el escaso preaviso y el clima glacial.

El gobierno volvió a asustarse y dio a Navalny una sentencia en suspenso, en vez de enviarlo a prisión, con la esperanza de evitar un descontento mayor. De todas formas, sí sentenció a Oleg, el hermano de Navalny, a tres años y medio de prisión.

El veredicto no resultó particularmente exitoso para calmar a los manifestantes: varios miles de ellos llevaron adelante una demostración contra Putin en Moscú. El propio Navalny infringió su arresto domiciliario para unirse a sus partidarios, pero fue rápidamente detenido, junto con más de cien de los manifestantes.

El impacto de la movilización asistida por Facebook no debe subestimarse. Si el gobierno no hubiera temido un mayor descontento popular, Navalny podría ir a prisión durante la próxima década y su hermano podría tener que pasar hasta ocho años allí con él.

Pero no solo los manifestantes marcaron la diferencia, la negativa de Facebook a cumplir con la solicitud del Kremlin expuso la inexactitud de las afirmaciones del gobierno ruso, que sostenía que en Occidente el interés personal siempre vence a los principios y que, por lo tanto, Occidente carece del derecho moral para criticar a Rusia por violar las leyes internacionales. Este es también el mensaje del régimen de sanciones, que los gobiernos occidentales han mantenido a pesar de sus considerables costos económicos.

Esperemos que, al exponer los defectos de este mensaje clave de la propaganda rusa, la decisión basada en principios de Facebook demuestre a los rusos que realmente existe una alternativa creíble a Putin... una alternativa que debieran adoptar.

Sergei Guriev, a former rector of the New Economic School in Moscow, is Professor of Economics at Sciences Po. Traducción al español por Leopoldo Gurman.

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