«Festejen, uruguayos, festejen»

Van a cumplirse cinco años del triunfo electoral que convirtió al oncólogo Tabaré Vázquez en el primer presidente de izquierdas en los 184 años de independencia de Uruguay, rompiendo con la tradición de reparto ancestral bipartidista de gobierno entre colorados y blancos. Tabaré Vázquez terminará su mandato con más de un 61% de aprobación ciudadana, con plena normalidad institucional y sin haber caído en la tentación de modificar la Constitución para poder ser reelegido, como otros presidentes de la región. A modo de balance, entregará a su sucesor un país con un crecimiento del 10,6% en el 2008, habiendo duplicado las exportaciones hasta alcanzar los 9.334 millones de dólares el pasado año, reduciendo al 6,9% una tasa de desempleo que superaba el 12% en 2004 y con una recuperación salarial de hasta el 25%.

Uruguay es un país raro, como gusta decir a sus siempre incómodos vecinos argentinos, con legislación sobre divorcio 70 años antes que España, habiendo garantizado el derecho a sufragio de las mujeres cuatro años antes que Francia. Un país pequeño con grandes inquietudes culturales. Escritores y poetas universales como Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti, Eduardo Galeano o Cristina Peri Rossi, con una muy prolija edición literaria. Cantautores excepcionales como Daniel Viglietti o Jorge Drexler; la creatividad del maestro Torres García o el prestigio de un bellísimo y coqueto teatro Solís, son expresiones inequívocas del compromiso de Uruguay con la cultura, en su sentido más amplio.
Para la cita electoral, las proyecciones indican que ninguno de los tres candidatos a suceder a Tabaré Vázquez obtendrá la mayoría absoluta en esta primera vuelta, lo que conducirá a una segunda consulta, en noviembre. Los indecisos alcanzaban, en los últimos sondeos, un margen de entre el 7% y el 12%, un alto porcentaje que podría modificar la previsión de ballotage si finalmente una parte de ese electorado se decide por el candidato del Frente Amplio, el senador y exministro de Agricultura Pepe Mújica, exguerrillero del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, encarcelado durante casi 15 años hasta el final de la dictadura militar. A Mújica, el Pepe, como es conocido por sus conciudadanos, le faltarían dos o tres puntos para superar la barrera de la mitad más uno de los votos emitidos y ser elegido directamente mañana. En caso de ser necesaria una segunda vuelta, los votos de blancos y colorados se unirán para apoyar a Luis Alberto Lacalle, un neoliberal que ya ocupó la presidencia del país (1990-1995), y en este escenario la elección se presentaría muy, pero que muy ajustada entre ambos.

Pero, además, este 25 de octubre, los uruguayos deberán decidir en referendo la anulación o no de la llamada ley de caducidad o de impunidad, la controvertida norma promulgada en 1986 y ratificada en plebiscito en 1989, que ha evitado hasta hoy enjuiciar a los militares que cometieron violaciones de los derechos humanos durante los 12 años de dictadura (1973-1985). La Corte Suprema la declaró inconstitucional tal y como ya habían hecho antes el Congreso, el Senado y el Ejecutivo de Tabaré Vázquez, en el caso de la joven asesinada en 1974 Nibia Sabalsagaray. Solo los partidos políticos agrupados en el Frente Amplio propugnan la revocación total de la ley, mientras que las dos fuerzas de derecha, blancos y colorados, apoyan que se mantenga el texto en vigor. Las encuestas ofrecen un resultado (48%) muy cercano al necesario 50% más uno de los votos para que puedan abrirse procedimientos judiciales contra los represores.
En 1971, después de un gran fraude electoral, asumió la presidencia Juan María Bordaberry. Dos años más tarde disolvió el Congreso e inició una dictadura liderada por él mismo con apoyo de los militares hasta 1976, fecha en que las Fuerzas Armadas le derrocaron prolongando el régimen de terror casi 10 años más. Hoy Bordaberry está preso, procesado por violaciones de los derechos humanos y afronta una petición de la Fiscalía de 45 años de cárcel. Su hijo, Pedro Bordaberry, candidato a la presidencia por el Partido Colorado, intenta en vano esconder su apellido paterno en la propaganda de su propia campaña electoral, con pasquines en los que se puede leer un ridículo vota Pedro.

Ciertos profesionales de la calumnia han decidido dibujar un horizonte apocalíptico en el caso de que el vencedor final sea Pepe Mújica, por su pasado guerrillero tupamaro. Nada nuevo. Lo hicieron antes con el propio Tabaré Vázquez, con Ricardo Lagos y después con Michelle Bachelet en Chile, o con Lula da Silva en Brasil, entre otros muchos. «Festejen uruguayos, festejen», fueron las primeras palabras que dirigió el presidente Tabaré Vázquez a la multitud cuando fue elegido hace cinco años. Con el tiempo, esas palabras se han ido convirtiendo en símbolo de autoestima, de confianza, de esperanza de todo un país en su propio futuro.

Antoni Traveria, periodista. Director de la Fundación Casa Amèrica Catalunya.