Finales de Invierno en Ucrania

Es curioso observar como en Ucrania cada vez que se acerca el final de la correspondiente estación climática, se produce una inusitada aceleración de los acontecimientos que conducen a un giro inesperado en la débil línea argumental de los hechos sociales, políticos, estratégicos del país y que determinan un nuevo espacio doméstico, regional e internacional completamente diferente al anterior. Este documento sobre la base de los actuales acontecimientos que venimos conociendo en estas últimas semanas quiere plasmar de nuevo y como ya hice con anterioridad [1], un conjunto de reflexiones que permitan mejorar o no nuestro conocimiento de aquello que viene aconteciendo en territorio ucraniano. Para ello recupero varios  interrogantes, “¿Supone este acuerdo un punto final en el pulso estratégico entre la Unión Europea y Rusia por Ucrania? ¿La posición estratégica ucraniana comienza a sentirse definitivamente anclada dentro del escenario de influencia rusa? ¿Queda todo a expensas de las próximas elecciones presidenciales ucranianas de 2015?” [2], a ellas quiero incorporar las siguientes: ¿podemos estar ante el final del modelo ucraniano y de un posible estado fallido?, ¿qué ha llevado a esta situación desde los acontecimientos de la plaza Maidán a los sucesos en la región autónoma de Crimea?, ¿cómo repercute la situación ucraniana en un posible cambio en la posición geoestratégica estadounidense respecto al continente europeo? ¿Rusia tiene conciencia sobre las repercusiones dentro de su propio espacio postsoviético? ¿Qué supone la europeización en el espacio postsoviético? ¿Debe influir o tener un efecto dominó en otras cuestiones como es Siria, Irán, lucha contra el terrorismo, seguridad energética…? ¿Alguien es capaz de encontrar algún espacio en el que se pueda dialogar, caso de la OSCE?, es posible que no podamos llegar a tiempo de dar contestación a las mismas así como a otras muchas, en gran medida porque los hechos se suceden con gran celeridad, lo que parece no permitirnos observar con cierta distancia dichos acontecimientos, lo que sí sabemos es que Yanukovich y su gobierno han dejado de existir.

Ucrania, dudas de su viabilidad o no. ¿Qué está sucediendo desde la destitución de Víctor Yanukovich, el pasado 22 de febrero de 2014? se ha nombrado un nuevo gobierno provisional ¿quiénes forman dicho gobierno? que debe desarrollar una ingente labor para recobrar la estabilidad del estado, la recuperación del orden social y político, la realización de las elecciones de mayo de 2014 así como hacer frente a  la situación de bancarrota que se cifra en cerca de 35.000 millones de dólares, obtener financiación internacional [3] y proseguir el acercamiento al espacio UE, rescatar sus relaciones estratégicas con Rusia. Sin embargo existe una clara tendencia a la división del país en dos zonas, cada una reflejo de la realidad íntima del mismo que coincide con los resultados últimos de las elecciones de 2010 y que demuestran lo lejos que se está en estos momentos de una verdadera estabilidad social y política en Ucrania. Podemos encontrarnos con un vacío de poder que no ha sido adecuadamente ocupado por los nuevos dirigentes lo que viene a resultar una complicación. Otra de las cuestiones es que en estos momentos los puntos de enfrentamiento que llevaron a la caída del gobierno de Víctor Yanukovich han dado paso a una complicada situación que perjudican gravemente la realidad ucraniana, desde luego no ayuda nada que se derogara la ley de lingüística del estado con el nuevo gobierno ucraniano, con lo que el ruso pierde su estatus de lengua regional. La profunda crisis [4], tanto económica como política, cultural y social,  unido a un debilitamiento de las estructuras del estado ucraniano son un cóctel muy difícil de solucionar, podemos encontrarnos ante el inicio del colapso de Ucrania frente a un estado-nación fallido.

Rusia, el  sueño de Putin.

La Rusia de Vladimir Putin viene desarrollando una activa labor por reconstruir su propio espacio geopolítico sus intentos se centran en el nacimiento de la Unión Euroasiática o en otros casos en el ejercicio del poder duro como fue en Georgia en 2008. Dicho modelo se afirma sobre el desarrollo de un terminado tipo de relaciones económicas y financieras así como comerciales en las que Rusia es el centro, con plena capacidad de liderazgo, y por otro lado existe una paulatina  implantación de un mismo tipo de regímenes políticos, sociales y gubernamentales que permiten al Kremlin una mejor opción de influencia continua, profunda, acorde a sus propios intereses estratégicos. Rusia en su relación con Occidente, tiene y sufre un verdadero problema de encaje estratégico –diálogo, participación e integración-. Es verdad que no se lo hemos puesto demasiado fácil, salvo el hecho de ser un socio estratégico comercial de primer orden no existe una verdadera profundidad en las relaciones que permitan una mayor estabilidad estratégica. Sin embargo, en el caso de Ucrania y desde la denominada revolución naranja de 2004, Rusia no ha logrado encontrar una vía eficaz que permita una estabilidad en sus relaciones con Ucrania, siendo como es un socio estratégico y sin olvidar los profundos lazos económicos, culturales, familiares y su historia común. Debe promover un nuevo tipo de relación estratégica que vaya más allá de los acuerdos firmados a finales de 2013 y que permita una modificación en la actual línea argumental rusa a la hora de elaborar su nuevo espacio de influencia, aquí no solo se discute la integridad territorial de Ucrania, la defensa de la población prorrusa, la estabilidad económica, la situación de Crimea o un modelo corrupto de gobierno, Rusia ha de demostrar que su prioridad es mantener una relación estratégica con Ucrania,  vislumbrar que no hay mejor influencia que aquella que es trabada con una profunda inteligencia y que hasta el momento no se da, contar con un país en verdadera bancarrota e inestable como es Ucrania no resulta lo mejor para Rusia.

Occidente: UE, EEUU.

En estos días dedico especial atención a leer los artículos de fondo en los medios de comunicación y me confunde una especie de profundo deseo occidental por dos cuestiones, una la nostalgia, aquí en Occidente también sentimos por nuestra “madre patria” la Guerra Fría, y a su vez la necesidad de adoptar medidas lesivas contra un “ente exógeno y peligroso” como es Rusia, hay quien propone cerrar inmediatamente el paso de los Dardanelos, la verdad es que los sentimientos amargos del pasado resultan peligrosos. El espacio occidental -prioritariamente UE- tras el acuerdo del 17 de diciembre de 2013 entre Ucrania y Rusia junto a los resultados de la cumbre de Vilna, dejaba aparcado su proyecto por incorporar a Ucrania, estaba meridianamente claro. Sin embargo, la celeridad de los acontecimientos hasta la actual situación en la que nos encontramos nos lleva a plantearnos qué es lo que quiere hacer la UE con Ucrania, y si nuestro proyecto europeo está capacitado para dar respuesta a una parte de las demandas de la plaza de Maidán. El que debamos tener una “presencia” en este país también depende de cómo establezcamos las reglas de juego con Rusia, quien no está dispuesto a perder tan fácilmente esta pieza codiciada, para ello debe elaborarse una verdadera estrategia a largo plazo que nos permita hacer frente a esta posibilidad de europeización de Ucrania con el compromiso de ayuda financiera. Lo realmente positivo entre todas las partes es que el nivel de complejidad en las relaciones a todos los niveles y entre los diferentes actores implicados, permite pensar que los resultados últimos puedan ser positivos, en este caso la pérdida de los réditos que genera este tipo de relaciones tan intrincadas, intensas, plurales a nivel económico, político, estratégico supondría un duro golpe para todos y es algo que las partes no pueden permitirse, EEUU-Rusia-UE.

Conclusiones: ¿por qué no la OSCE?

Dentro de Ucrania nos encontramos en un proceso de transformación de los condicionantes que motivaron la caída del gobierno de Víctor Yanukovich,  junto a una percepción de  vacío de poder. Una segunda cuestión es el modelo estratégico de la Rusia de Putin y de influencia dentro del denominado espacio postsoviético, Ucrania representa en este caso ¿un problema o una oportunidad?, los líderes rusos temen una europeización demasiado cercana a sus fronteras y los resultados de las próximas elecciones del mes de mayo son decisivos para ello. Putin debería centrarse en ser capaz de entender qué le indican los acontecimientos en Ucrania, el sentido de las percepciones tiene un papel decisivo en estos momentos y no olvidemos que la generación de un espacio de influencia no solo se compone de aspectos tangibles, también los elementos intangibles tienen un gran peso. Es verdad que UE ha estado “movilizada”, no olvidemos la labor de los ministros de AAEE de Francia, Alemania y Polonia, pero debiera existir una profunda reflexión sobre qué y cómo vamos a actuar en un país como es Ucrania. A todo ello, EEUU tiene la oportunidad de plantearse su papel en el continente europeo o más bien seguirá aplicando su iniciativa de no ser el “hermano mayor”,  no olvidemos toda la acción de integración UE y OTAN que se ha producido hacia el este europeo y que tiene unas consecuencias que deben estar presentes en estos momentos (la no ratificación rusa del Tratado FACE en 2007) [5]. Y nos queda el espacio OSCE, esta organización desde finales de la Guerra Fría está siendo vaciada de contenido o en su caso no tenida en cuenta en el nuevo escenario europeo, la verdad es que desde 1999 a 2010 no se han producido reuniones de nivel Jefes de Estado y de Gobierno, hay  una paulatina disminución en las diferentes “cestas”, capacidades expresadas en el Acta de Helsinki de 1975. Aunque resulte iluso considerarlo, la cuestión de Ucrania debiera ser analizada e incluida como una de las máximas preocupaciones de esta organización: en la misma están todas las partes representadas y las diferentes cuestiones y situaciones de tensión pueden ser perfectamente analizadas por dicha organización, tiene que existir una vuelta a un modelo de búsqueda de espacio de paz y seguridad y ello lo puede generar OSCE y en el ejemplo ucraniano no basta solo con su capacidad de vigilancia de las próximas elecciones, para que las partes sean capaces de lograr ciertos principios de acuerdo satisfactorio deben analizarse la dimensión de seguridad militar y humana.

Fernando Martín Cubel, Máster en Relaciones Internacionales. Miembro de SEIPAZ.


[1] Fernando Martín Cubel. A finales de Otoño en Ucrania [consulta 05-03-14].

[2] Op.cit.[consulta 05-03-14]

[3] John Kerry, Secretario de Estado de EEUU ha anunciado en su viaje a Kiev que cerca de 1000 millones de dólares serán puestos a disposición del nuevo gobierno ucraniano, al igual que UE ha anunciado una ayuda de 11.000 millones de euros

[4] Para entender qué ha sucedido en Ucrania, recomiendo  a Orysia Lutsevich quien publicó un artículo titulado “Los oligarcas mantienen el caos” en el que describe la realidad previa al estallido de esta última crisis [consulta 05-03-14]. Así como a Natalka Sniadanko y su artículo “The Myth of a Divided Ukraine” [consulta 05-03-14]

[5] Tratado de Fuerzas Armadas Convencionales, firmado en 1990 y revisado en 1999, limita el número de armas pesadas desplegadas entre el espacio atlántico y Urales.

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