Firme señor Zapatero, pero contra ETA

ETA asesinó a mi hermano y a su mujer y ante sus cadáveres, el múltiple asesino que ha sido puesto en libertad sin cumplir toda su condena, tras presionar al Gobierno y a la sociedad española con una dudosa huelga de hambre, exclamó «haber comido para un mes», al igual que exigió champán para brindar delante del de Tomás Caballero.

Esta facilidad para sacar a la gente de nuevo a la calle, responde al profundo deseo de gritar «hasta aquí hemos llegado» y a la esperanza de ser definitivamente escuchados. La paciencia de las víctimas y de quienes nos apoyan tiene un límite, y lo que estamos presenciando lo ha superado. La excarcelación de De Juana ha sido el golpe bajo del Gobierno, que lejos de darle la victoria, ha conseguido reavivar al adversario: las víctimas, quienes a pesar de los cientos de reveses recibidos seguimos en pie, intentando defendernos de un enemigo contra el que nunca pensamos que deberíamos combatir. Es ETA a quienes queremos derrotar, no a usted señor Zapatero, pero si usted complace a aquellos que han intentado someternos a tiros durante más de cuarenta años sin conseguirlo, corre el riesgo de ser alcanzado por la ola de la indignación popular. Esta enorme onda de dignidad y de ansia de libertad que contempla como un temido maremoto, le alcanzará porque se está acercando demasiado a la playa donde vive el terror, el chantaje y el nacionalismo excluyente.

Si usted estuviera aquí, detrás del espigón que los españoles hemos ido construyendo con nuestras lágrimas y nuestra solidaridad, tragándonos el miedo y el dolor que a veces nos impedía trabajar, no tendría que preocuparse de que le cogiese la marea. Lo que usted y quienes le apoyan no comprenden es que nosotros, nos sentimos a salvo. Lo que le desconcierta, señor, es que no aceptemos una libertad a medias, cuando quien nos la ofrece nos apunta a la frente. Parece increíble, pero en esta España, que aún existe, somos muchos los que la libertad la queremos toda y entera y no somos capaces de aceptar pactos con el diablo, que no tiene ninguna intención de dejar de serlo. Para muchos de nosotros, no condenar un atentado en el que mueren inocentes es todavía un acto no solo inmoral o ilegal, sino cruel y perverso y quizás por eso insistimos tanto en que no queremos representantes crueles y perversos sentados en ningún Parlamento de nuestra querida patria.

Si las víctimas hemos aceptado todas las políticas antiterroristas durante años, como las llevadas a cabo por la UCD, el PSOE o el PP, sin rebelarnos, no fue porque comulgábamos con todo lo que veíamos. Estoy segura de que los años de plomo fueron durísimos para muchos, pero quizás prevaleció el deseo de construir un futuro común, donde el sacrificio de los suyos serviría para algo. Siempre, con desacuerdos razonables, las víctimas hemos creído en nuestros gobernantes, quienes han incluso cambiado las leyes para evitar nuestro escarnio. Confiábamos en que ellos sabrían cuando tenían que parar y pensábamos estar en buenas manos, aunque las manos fueran de diferente color político. Hoy esas manos han desaparecido y nosotros vamos agarrándonos a quienes se acercan a levantarnos. Y les aseguro que no miramos la cara de quien nos la tiende. Entonces, era la meta lo que nos unía, hoy esa meta es flexible y responde a unos intereses que son ajenos no solo a las víctimas sino a la mayoría de los españoles. Si quienes nos gobiernan continúan moviendo la línea de llegada, acercándola a quienes avanzan a base de violencia y la alejan de quienes corremos limpiamente, ¿cómo quieren ustedes que nos fiemos? Por mucho que el premio sea algo tan ansiado como la paz, yo me temo que si hay alguien que lo consigue serán los que no la merecían. Y harán de ella algo que nadie, excepto ellos, reconocerá como tal.

Usted señor Rodríguez Zapatero debería tener el valor de criticar a las víctimas. Yo le critico a usted y usted tiene no solo el poder sino el derecho de replica. ¿Por qué no lo hace, teme pasar por un desalmado respondiendo a quien está de la parte del sufrimiento? Quizás no lo hace porque contra mí debe usar buenos argumentos, no valen las razones humanitarias y una legalidad forzada para que yo me convenza de que ha sido necesario excarcelar a De Juana. En estos momentos son muchas las asociaciones, fundaciones y foros cívicos de toda España que dicen lo mismo que decimos la mayoría de las víctimas; que la política antiterrorista que usted está conduciendo traiciona a quienes no aceptarán nunca que ETA alcance sus objetivos. ¿Por qué sigue centrando sus ataques en el partido de la oposición?

Disperse su ofensiva. Porque somos muchos los que seguiremos atacándole aunque usted venza al Partido Popular. Porque en este frente que quiere acomunar bajo una falsa idea de pasado e intransigencia, para quitarle a los ciudadanos y a las víctimas su legitimidad, a nadie se le pide el carné y nadie recibe órdenes de nadie. La única voz que oímos la mayoría es la de la dignidad y la justicia, y lo que nos motiva es el profundo deseo de que el terrorismo no acabe triunfando en España. Por lo tanto, nuestra lucha no empieza ni acaba en un partido, aunque haya partidos que la hagan suyas y que yo les agradezco, la vida es larga y el valor, la moral y el honor pasa de padres a hijos y siempre habrá alguien que resista.

Permítame darle un consejo, señor Zapatero: no desperdicie la poca firmeza que le queda en contener las ansias de libertad de los que luchamos contra ETA, póngase firme con los que lo merecen de verdad, verá lo agradecidos que podemos llegar a ser quienes hoy le parecemos sus enemigos.

Teresa Jiménez-Becerril