FMI: ¿la economía seguirá yendo bien?

Por Elena Pisonero Ruiz, economista. Fue Embajadora de España en la OCDE y secretaria de Estado de Comercio, Turismo y de la Pequeña y Mediana Empresa con el PP (EL MUNDO, 24/02/05):

El Informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la economía española, el conocido como consulta del Artículo IV, acaba de hacerse público sin grandes novedades.

Destaca, una año más, el buen comportamiento de nuestra economía en medio de una UE ralentizada y augura una recuperación gradual en 2005, basada en el mismo modelo de demanda interna pujante -consumo privado y construcción- frente a una contribución negativa del sector exterior, que permite seguir creciendo por encima de la media europea pero también con una inflación superior.

Un año más se destaca el endeudamiento de las familias en medio de un continuo boom inmobiliario, con crecimientos de dos dígitos en los precios de la vivienda por sexto año consecutivo. La competitividad sigue erosionándose con este diferencial de precios pero las exportaciones mantienen sorprendentemente sus cuotas de mercado a costa de un estrechamiento de sus márgenes. El sistema bancario está en buena forma, manteniendo una posición financiera robusta.

Se señala que con estas condiciones, la política presupuestaria en 2004 ha resultado ligeramente expansiva y, a pesar de que las reformas estructurales llevadas a cabo en los últimos años han traído importantes beneficios para la economía española, aún quedan importantes reformas pendientes: la reforma de las pensiones, la negociación colectiva, la política de suelo y la competencia en la distribución comercial.

Tras analizar el informe, que los expertos del FMI han elaborado tras su visita a España recolectando datos y debatiendo con los funcionarios de nuestra Administración, empieza la valoración y recomendaciones del Consejo de Directores Ejecutivos de los países miembros. Y en esta ocasión, una de cal y algo más de arena. Las cosas siguen yendo bien, pero es preciso afrontar los riesgos existentes para sostener el crecimiento.

Riesgos que se derivan del persistente boom inmobiliario, el creciente endeudamiento de las familias y el diferencial de inflación con la zona euro. Realmente no hay cambios respecto de lo que vienen diciendo en los últimos años el FMI, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y la mayor parte de los analistas económicos. El problema es, sin duda, que cuanto más tiempo pase sin adoptar medidas, mayor es la probabilidad de que el riesgo se convierta en certeza negativa, máxime si las escasas medidas adoptadas en el año que se analiza no van precisamente en la dirección tan machacona y mayoritariamente aconsejada.

Repasemos de forma sucinta el índice de materias. En política presupuestaria, se valora positivamente la recomposición del gasto público y los objetivos planteados, pero se señala que cualquier reforma de la Ley de Estabilidad Presupuestaria debe ir encaminada a reforzar la disciplina presupuestaria a nivel nacional y autonómico. Y si se advierte es porque las líneas apuntadas por el Gobierno no van precisamente en esa dirección y no es positivo desandar el buen camino recorrido. Prueba de ello es que, el FMI ha publicado al mismo tiempo un informe sobre la observación de Códigos y Estándares en materia presupuestaria.La valoración no puede ser más positiva: España «cumple o excede los estándares de transparencia fiscal», si bien se puede seguir mejorando la publicación y disponibilidad de datos a nivel autonómico.

Lamentablemente seguimos sin abordar la reforma de las pensiones.2050 nos sigue pareciendo lejano, pero no es así si queremos afrontar los problemas derivados del envejecimiento de forma gradual y no dramática. El FMI nos recuerda la valiosa fórmula del Pacto de Toledo (basado en diálogo y consenso que, por cierto, se rechazó antes de marzo de 2004) y dos referencias básicas: alargar la edad de jubilación y vincular prestaciones a años trabajados. Lo oído en este año no lleva esa música.

En el mercado de trabajo se ha avanzado muchísimo, pero es preciso hacer más y eso exige, nuevamente, flexibilidad y no rigidez.La elevada temporalidad no se va a reducir por imposición sino reduciendo la rigidez y los costes excesivos de los contratos indefinidos. La flexibilidad se mejora reformando el sistema de fijación salarial para que se adapte a la evolución de la productividad y no vinculándolo a los precios. El FMI advierte de los riesgos de indexación de salarios y costes por los efectos negativos que ello puede tener sobre la inflación y sobre la competitividad. Las medidas adoptadas por el Gobierno van, sin embargo, en la dirección contraria. Produce cierta desazón que nos tengan que hacer recomendaciones de hace 15 años, pero es que parece que las lecciones aprendidas se olvidan.

Se alegran en el FMI de las buenas intenciones en lo que se refiere a mejorar la competencia en mercados de bienes y servicios, incluida la modernización de la Ley de la Competencia, pero es lógica la sorpresa en distribución comercial ya que los pasos dados van en la dirección contraria, reforzando las prácticas restrictivas de las autoridades autonómicas que acabarán siendo las más perjudicadas.

Por último, ¡cómo no subrayarlo!, el mercado de la vivienda.El FMI anima a aplicar las medidas que se vienen recomendando en los últimos años (aún recuerdo el informe de la OCDE del pasado año y sobre todo la polémica que suscitó): reducir gradualmente los beneficios fiscales a la compra y las trabas al alquiler para reequilibrar el mercado y reformar la normativa que restringe la oferta de suelo urbanizable.

En definitiva, el informe reconoce la buena situación de la economía española y los resultados que todavía está dando una política basada en la estabilidad presupuestaria y en la liberalización y flexibilización de los mercados de bienes y servicios, como la llevada a cabo en España en los últimos años. Como todo organismo intergubernamental que se precie, el FMI da un margen de confianza a las medidas anunciadas por un nuevo Gobierno, pero señala la importancia de seguir en la buena dirección.

Los riesgos de una relajación presupuestaria, de un paro y/o retroceso en las reformas que permitan flexibilizar el mercado de trabajo e incrementar la competencia en los mercados de bienes y servicios o la indexación de precios y costes son claros (aunque quizá convenga recordarlos de nuevo). En economía, como en la vida en general, las intenciones son importantes, pero al final lo que cuentan son las acciones, a ser posible consecuentes.No se puede vivir de las rentas indefinidamente.