Fráncfort: franqueza hurtada

En un solo día, los padres del colegio de mis hijas me preguntan por el follón de Fráncfort, la ministra española de Cultura alecciona al Instituto Ramon Llull (IRL) sobre cómo tiene que trabajar y la escritora Maruja Torres hace broma en un periódico serio sobre un partido indigenista que pudiera aconsejar no invitar a Vargas Llosa al Liber por criollo.

Esto quiere decir que la mejor noticia cultural de los últimos años para nuestro país es percibida por muchos ciudadanos, desgraciadamente, como un problema, que el Estado nos encuentra subsidiarios y que a los catalanes se nos vuelve a ver como a unos mezquinos discriminadores, lo que debe de tranquilizar en gran medida a los que han dejado de considerar progre mojarse por una gran lengua pequeña que sobrevive a contracorriente. Yo estoy seguro de que el éxito de la cultura catalana como invitada de honor en la próxima Feria del Libro de Fráncfort deshará gran parte de estos líos, pero quizá también podríamos hacer algo nosotros.

¿Cómo? Hablando con franqueza y llamando a las cosas por su nombre, por ejemplo. Empezando por un reconocimiento explícito de la Frankfurter Buchmesse, una entidad privada extranjera que muestra más interés por la cultura de Llull, March y Pla que la mayoría de políticos (y banqueros, periodistas o académicos) del país que dice que la representa en la Unión Europea o en la Unesco. Siguiendo por recordar con paciencia (se ha dicho cien veces, y todavía hay quien pretende no saberlo) que la Feria es la que invita, y que ha invitado a la cultura catalana, ni a Catalunya ni a nuestra literatura. Recordando también dos hechos clave: que se trata de una feria profesional del libro en el sentido más amplio del término y que los verdaderos protagonistas son los que van todos los años: los editores. Explicando que el trabajo de promoción de la cultura catalana y su literatura se hace con buenos técnicos y con varias estrategias: que viene de hace años, ha pasado por consellers de todos los colores y continuará después del próximo mes de octubre y del actual equipo en el IRL.

Y, además de todo esto, aclarando que nuestra presencia en Fráncfort se tendrá que valorar por el conjunto de todo el programa, no por una lista ni por un porcentaje ni por una declaración, porque ni la Feria ni la cultura tienen nada que ver con unos Juegos Olímpicos y, por tanto, no hay selecciones, no se desfila detrás de una bandera y no hay medallas ni clasificaciones finales: se trata de ser, de aprovechar la excepcional oportunidad para presentarnos como antiguos, originales y a la vez universales, y de intentar mejorar las condiciones para la receptividad hacia los libros catalanes, un hecho que ya se está dando. Si todo esto se tiene claro, la palabrería interesada y las opiniones sobre opiniones de los últimos meses mueren solas.

¿De qué otra forma? Pues aclarando qué queremos ir a hacer allí. Porque el programa y las claves de evaluación variarán en función del objetivo. Fráncfort puede servir para la proyección exterior o bien para la promoción aquí. Y la presencia en la Feria o la promoción interior pueden intentar conseguir la atención del público en general, de los medios o de los especialistas (editores, agentes, scouts). Se trata de tener claro qué se quiere conseguir, montar el programa en función de ello y explicar bien qué haces y qué no, y por qué. Hasta ahora parece que queramos ir a por todas, con su dificultad y riesgo inherentes: queremos impresionar al público alemán vinculando el libro catalán con otros elementos de nuestra cultura (arte, cocina) más conocidos y reconocidos; también queremos tener una fuerte presencia en la Feria otorgando el protagonismo a las letras catalanas y, además, no paramos de discutir entre nosotros.

¿Por qué nadie dice, sin embargo, que el purismo identitario y los pronunciamientos parlamentarios son aliados contraproducentes que dan la peor imagen posible de los catalanes en Alemania? ¿Por qué no se insiste en el hecho de que desde el Gobierno de Catalunya se invita a la cultura y los autores de fuera del Principado para mostrar en Alemania que las culturas van más allá de las fronteras, que las difuminan y las enriquecen, que hermanan a ciudadanos de territorios separados por diferentes administraciones?

Tres grandes acontecimientos contemporáneos marcan tres dinámicas en la memoria colectiva reciente de los catalanes: en un extremo, los Juegos de 1992, que empezaron y acabaron bien; en el otro, el triste Fòrum de les Cultures, que empezó de forma indefinida y acabó del mismo modo a ojos de los ciudadanos. En el medio, el proceso de revisión del Estatut tuvo un buen inicio y un oscuro final (sin saber todavía qué se ha hecho).

Esperamos que la presencia en Fráncfort inaugure una cuarta vía que vaya de las dificultades iniciales al éxito final. Catalunya y la proyección de su cultura han entrado este año en un nuevo estadio con la exposición Barcelona & Modernity en el Metropolitan de Nueva York y esta invitación de honor a la Feria de Fráncfort: ninguno de los dos hechos es casual, nacen de la riqueza y la potencia de nuestra realidad sumada a una política realizada con ambición, convicción y constancia. Este es el camino. Así es como podremos acabar tranquilizando a los ciudadanos, a la ministra y a los colegas que escriben en castellano, y celebrar juntos los buenos resultados de una industria y una literatura que también son suyas.

Jaume Subirana, escritor y ex director de la Institució de les Lletres Catalanes.