Francia: ¿inminente aliado de EE. UU.?

Después de Alemania con Angela Merkel e Italia con Romano Prodi, Francia eligió el 6 de mayo un nuevo liderazgo político que ha de redefinir su papel estratégico en el panorama internacional.

Nicolas Sarkozy, elegido presidente con más del 53% de los votos, derrotó a Ségolène Royal en la segunda vuelta, prometió romper con el pasado y renovar las relaciones con Estados Unidos y los países de Oriente Medio.

En Francia, a diferencia de otras democracias occidentales, los asuntos internacionales son competencia personal del presidente. Y otras instancias políticas, por ejemplo políticos de la oposición e incluso medios de comunicación, no suelen hacer comentarios críticos sobre la política exterior francesa. Además, en Francia, como en otros países, las elecciones no se ganan exclusivamente por cuestiones de política exterior, por más que por supuesto los candidatos pueden perderlas por esta causa.

En este terreno, Oriente Medio y Estados Unidos constituyen los temas más polémicos para la opinión pública francesa. Y así fue como Nicolas Sarkozy fue duramente criticado en el curso de su viaje a Estados Unidos en septiembre pasado, como si tratar de establecer buenas relaciones con Washington fuera alguna clase de pecado..., algo que de hecho ha sido así en la política francesa hasta ahora.

La dilatada era Chirac, de doce años de duración, se ha caracterizado por una estrecha amistad con los regímenes árabes - incluso los radicales- y la animadversión hacia Estados Unidos. Ahora, sin embargo, su sucesor parece deseoso de distanciarse de la línea chiraquiana en materia de política exterior y ello pese a que Sarkozy ha sido el candidato del propio partido de Chirac.

Desde el principio de la campaña, Nicolas Sarkozy no ocultó su atlantismo y prometió a los estadounidenses la "amistad de Francia". Incluso en su discurso de aceptación del día 6 por la noche, el presidente recién elegido manifestó su deseo de mejorar la relación con Estados Unidos y mostró su voluntad de poner término a la tensión con Washington durante la presidencia de Jacques Chirac.

Lo cierto es que al dirigirse a sus "amigos estadounidenses", Sarkozy afirmó: "Quiero decirles que Francia siempre estará a su lado cuando la necesiten, sin olvidar que esta amistad toma nota asimismo de que los amigos pueden pensar de modo distinto".

Al contrario que Chirac, Sarkozy ha demostrado que sus relaciones con Estados Unidos son mucho más cómodas y serenas. Sarkozy prefiere mantener una estrecha colaboración con Estados Unidos en lugar de una alianza con el crecientemente antinorteamericano mundo árabe. Mientras Chirac solía referirse a Estados Unidos como su rival, Sarkozy prefiere evocar al aliado estadounidense, que, junto con Francia y todo el mundo occidental, encara la misma amenaza terrorista.

Podría ser que la presidencia de Nicolas Sarkozy cambie la trayectoria de Francia por primera vez desde que marcó el rumbo el general Charles de Gaulle, creador y fundador en 1967 de la actual estructura política del país. El próximo presidente francés puede convertirse incluso en el mejor amigo de Estados Unidos en Europa, como lo ha sido Tony Blair hasta ahora cuando llega el momento de su partida.

Con respecto a Israel, Sarkozy ha prometido una política francesa más equilibrada al adoptar una postura realmente original en relación con el espectro político francés, similar a la perspectiva estadounidense sobre el conflicto palestino-israelí. Así, en marzo manifestó: "Los políticos franceses deberían ser capaces de decir unas cuantas verdades a nuestros amigos árabes, como, por ejemplo, que el derecho de Israel a existir y a vivir en paz y seguridad no es negociable, y que el terrorismo es nuestro verdadero enemigo". Sarkozy, asimismo, se declaró dispuesto a defender "la integridad de Líbano", incluido el desarme de Hizbulah.

A la mayoría de los ciudadanos franceses que viven en Israel les han tranquilizado y complacido las declaraciones de Sarkozy. Más de un 80% le votaron en la primera vuelta, la proporción más elevada de votos de ciudadanos franceses que viven en el extranjero.

Sarkozy, al señalar la responsabilidad de los grupos islamistas en los violentos disturbios acaecidos en Francia en otoño del 2005 y hacer hincapié en una política sobre inmigración más severa en su programa político, ha perdido el favor de un número importante de musulmanes franceses. Además, como le consideran proestadounidense, buena parte de ellos desconfía de él. Sarkozy, en su calidad de nuevo presidente, deberá indudablemente redefinir los términos de la vieja alianza gaullista entre Europa y el Magreb y Oriente Medio frente a la potencia estadounidense.

Stéphanie Lévy, investigadora del Global Research in International Affairs Center, Herzliya, Israel. Trabajó como asesora del Ministerio de Defensa francés. Traducción: J. M. ª Puig de la Bellacasa.