¿Fue Corea del Norte más allá de la raya?

Después de casi un mes de clamores beligerante de Corea del Norte, China parece haberse ya hartado de los mismos, y puso fin a su silencio con relación a la política arriesgada de Corea del Norte y de repente ruge desaprobando las amenazas temerarias de su aliado. Las palabras excepcionalmente duras de China no necesariamente significan que tiene la intención de abandonar al régimen de Kim Jong-un; pero, por lo menos, sugieren que un cambio radical en la política de China con relación a Corea del Norte podría dejar de ser un hecho impensable.

Cuando el canciller chino, Wang Yi intercambió llamadas telefónicas con el Secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki-moon en fecha 6 de abril, dicho canciller expresó el rechazo de China a la retórica y la acción encaminada a desestabilizar la región del Noreste de Asia. Por otra parte, Wang dejó en claro que China no permitiría “que se causen alborotos en las puertas de China”.

Al día siguiente, el presidente chino, Xi Jinping, al hablar ante una asamblea de líderes políticos y empresariales principalmente provenientes de Asia en el Foro anual patrocinado por el gobierno de Boao para Asia, declaró que a ningún país “se le debe permitir lanzar a una región e incluso al mundo entero al caos por su avaricia”. Xi no mencionó a ningún país por su nombre, pero su condena implícita dirigida a Corea del Norte quedó clara para todos.

Antes de que se expresaran estas reprimendas oficiales, hubo mucha especulación sobre si China iba a arriesgarse a un cambio fundamental en sus relaciones con Corea del Norte, el “hermano menor” socialista a quien continúa subsidiando fuertemente. A raíz de la rara muestra de abierta indignación por parte de Xi y Wang, tal especulación ahora se realiza con más fuerza que nunca.

Algunos preguntan cuál es el “valor” que proporciona el ermitaño reino de Kim a China que impide que dicho país actúe con decisión; mientras que otros se preguntan hasta qué punto las preocupaciones de los líderes domésticos de China continúan inhibiendo la voluntad de los mencionados líderes en cuanto a cambiar de rumbo con relación a Corea del Norte.

De hecho, los líderes chinos han sufrido intensamente debido a las recientes provocaciones de Corea del Norte. Ellos han luchando para convencer al régimen de Kim para que modere su volatilidad y acepte una “gran oferta”: el reconocimiento oficial y la normalización de las relaciones con todos sus vecinos y con Estados Unidos a cambio de la desnuclearización. De hecho, esto ha dado lugar a disputas considerables entre los dos países en los últimos años.

China entiende que la indocilidad de Corea del Norte se basa en su profundo aislamiento del mundo, en el engaño de sus masas de ciudadanos y en el miedo que tiene Kim a perder el control de un país que sólo su familia ha gobernado. Por lo tanto, los gobernantes de Corea del Norte han llegado a creer que sólo pueden ganar atención y recursos a través de la provocación.

Para China, la supervivencia del régimen de Kim sólo puede garantizarse si Corea del Norte se sigue el ejemplo de China en cuanto a la reforma y la apertura. Pero, frente a la democracia brillante y el auge económico de Corea del Sur, el modelo chino es irrelevante para el Norte: seguir dicho modelo significaría reconocer la supremacía del Sur en la península coreana, y por lo tanto una pérdida instantánea de legitimidad.

Durante las últimas dos décadas, los líderes de Corea del Norte han experimentado levemente con la implementación de un mínimo de “reformas”, sólo para alejarse de ellas de manera rápida. China, con paciencia ha aguantado este modelo de políticas arriesgadas e intermitente y de reformas tímidas, en gran parte debido a su creencia de que los riesgos planteados por la dinastía Kim podrían ser controlados mientras que China no corte la línea de sustento que presta al régimen en cuanto a petróleo, alimentos y otras necesidades. Más importante aún, los líderes chinos creían que al proteger al Norte de la presión de los EE.UU. estaban actuando en interés de su propia seguridad nacional.

Pero en este último punto el análisis de China ha estado completamente equivocado porque subestima la desesperación incontrolable del régimen de Kim que se exacerba cada vez que dicho régimen cree que su supervivencia se encuentra en duda. Por otra parte, Corea del Norte no quiere estar en deuda con ningún poder, incluyendo con China. Por lo tanto, aprovecha la buena voluntad de China y sus preocupaciones de seguridad nacional, e incluso considera que el patrocinio de la China es algo que merece recibir.

Existe una complicación adicional con relación a las aspiraciones nucleares de Corea del Norte. El Norte parece estar convencido de que al tener armas nucleares puede mantener total independencia diplomática, y que China nunca abandonará a Corea del Norte por temor a un chantaje nuclear.

Sin embargo, ahora es el turno de Corea del Norte de cometer un error. Las rabietas infantiles de Kim Jong-un han enfurecido genuinamente a China. Es verdad que los líderes del país a veces se quejaban de la pesada carga que representa la subvención de Corea del Norte; sin embargo, hasta ahora, nunca habían mostrado su disgusto con respecto al desempeño del Norte de forma tan abierta.

La advertencia de China sobre que no permitirá que Corea del Norte “cause alborotos en las puertas de China” puede ser considerada como el equivalente de una “tarjeta amarilla” en el fútbol. China no ha decidido abandonar a Corea del Norte. Pero, la advertencia es severa para Kim Jong-un: China puede enviarlo a un segundo plano si no cambia su comportamiento.

Está programado que el secretario de Estado estadounidense John Kerry visite Pekín en los próximos días. Este es el momento para que los líderes estadounidenses y chinos negocien una salida real y viable a la actual crisis, al mismo tiempo que exploren productivamente maneras de reiniciar el proceso de desnuclearización de la península coreana. Si la ampulosidad y amenazas nucleares de Kim conducen a un acercamiento entre China y los EEUU que a su vez lleve a un acuerdo conjunto sobre Corea del Norte, el mundo entero será un lugar más seguro a consecuencia de dicho acuerdo.

Zhu Feng is Deputy Director of the Center for International Studies and Professor of International Relations at Peking University. Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.

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