El éxito de la serie Gambito de dama produjo un gran debate, especialmente en Estados Unidos, sobre si se la podía considerar como feminista. Las críticas vinieron desde dos ámbitos. En uno estuvieron las jugadoras de ajedrez que decían que el trato amable que le habían dado los hombres jugadores a Beth, no existía en su experiencia. Por el contrario, las relaciones suelen ser más bien desdeñosas e incluso conflictivas. El segundo área de críticas vino de participantes del “me too”. Monica Hesse, en el Washington Post y Carina Chocano en The New York Times, decían que en los años sesenta, un personaje femenino que triunfaba en el mundo de los hombres sin ser acosado, agredido, abusado, o marginado, es una fantasía. En cambio, otras autoras, como Joanna Lee en Firstclasse, dicen que no hace falta hacer proclamas feministas, porque poner un personaje femenino tan potente es en sí mismo un aporte a la causa de las mujeres.
Si bien este debate es interesante, a mí me ha llamado mucho más la atención la comparación entre el libro original y la serie de Netflix, porque se hace una diferencia significativa en el personaje de Beth que me parece importante y creo que introduce un sesgo de género.
Leí el libro, The Queen’s Gambit de Walter Tevis, después de ver la serie. El libro se publicó en 1983 y Tevis murió de cáncer en 1984. Alfaguara acaba de editarlo en español, Gambito de dama, y en su difusión cita a Tevis, en una entrevista de 1983 en The New York Times: “Considero que Gambito de dama es un tributo a las mujeres inteligentes. Me gusta Beth por su valentía e inteligencia. Antes, muchas mujeres tenían que esconder su cerebro, pero hoy no”. Existe además una entrevista radiofónica que le hizo Don Swaim en febrero de 1983, en la Ohio University, de la que Tevis había sido profesor, en que cuenta sus razones para escribirlo. ¿Cuáles son las diferencias entre el libro y la serie?
El cambio se produce desde el primer episodio. Comienza mostrando a Beth en París, despertando de una noche de juerga y borrachera y llegando tarde al partido con el campeón mundial soviético, Vasili Borgov. Esto no existe en el libro. Beth es una jugadora muy responsable y siempre se encierra en su habitación durante los torneos para preparar los partidos. Lo único que hace en París es salir a conocer la ciudad, que le encanta, y esa noche duerme tranquilamente ocho horas. Primera diferencia entre el libro y la serie no más comenzar. La segunda viene inmediatamente a continuación. Se nos muestra a su madre desequilibrada que se suicida con ella dentro en el coche y Beth no muere en el accidente por casualidad. Esta escena, como otras con su madre, aparecen en varios episodios y se hace siempre para mostrar que ello ha dejado una huella muy grave en su equilibrio psicológico. Pues, mira por donde, esto tampoco existe en el libro. Beth vive con su madre en una casa de suburbio, no en un tráiler desgastado como muestra la serie, y su padre había muerto un par de años antes. La madre muere en un accidente múltiple de coche, lo que la deja huérfana y por eso termina en el orfanato. A partir de aquí no vuelven a haber referencias de su madre.
Pero hay más. Sarah Miller, en un artículo en The New Yorker, cuenta que era una gran fan del libro desde hacía años. Esperaba con expectación la serie, pero no reconoció en la Beth de Netflix a la Beth de Tevis. La primera es muy bella y segura de sí misma; la segunda era un patito feo. Tevis lo menciona muchas veces en el libro, comenzando en el orfanato porque Beth descubre que solo las niñas bonitas pueden irse porque las adoptan. Es una tensión central de la narración, porque en la medida en que el ajedrez le da seguridad, se hace más atractiva, aunque nunca llega a ser un cisne, solo un patito más guapo.
Este enfoque de la serie es importante. Se elige una actriz guapa, cuya belleza, además, se destaca permanentemente con primeros planos. En un documental sobre como se hizo la serie, Scott, el director y Anya Taylor-Joy, la actriz, dicen que Beth es autodestructiva por sus adicciones; que su rápido cerebro la pone en la ambivalencia entre estar loca o ser un genio. En el lado positivo ponen su belleza que existe desde que era niña, para lo que eligen también una chica bonita. La hermosura se acentúa con la edad, y literalmente dicen que se convierte en un gatito sexi y en una mujer muy glamorosa. El maquillador comenta que como en muchas tomas la muestran mirando al adversario, le pone pestañas largas para que hasta sus ojos sean sexis.
Las diferencias que se le ponen al personaje de Beth son especialmente notables, porque en el resto, la serie copia virtualmente casi todo lo del libro. Diálogos enteros provienen de él; casi todos los personajes son tomados para la serie; las actividades siguen la misma secuencia y los espacios, tanto de los torneos, como de la vida cotidiana son los del libro y están muy bien diseñados.
Vayamos a la entrevista de Tevis donde cuenta por qué escribió el libro. Él era un jugador de ajedrez clasificado y quería reivindicarlo porque era un deporte poco valorado, pero que tenía más excitación competitiva que otros juegos. Tiene sentimientos encontrados sobre los jugadores porque suelen tener personalidades complejas. Pueden ser inseguros, agresivos, con problemas de identidad, pero también comparten un cerebro comprometido y una inteligencia de alta velocidad. Siempre comienzan a jugar desde jóvenes y entre ellos hay también niños genios.
El segundo objetivo de su libro era reivindicar la inteligencia de las mujeres y dice que a veces al escribirlo había estado más absorbido por este tema que por el ajedrez. Es por eso que elige a Beth para mostrar el mundo del ajedrez y sus jugadores y la convierte en genio desde su niñez. No ignora problemas de personalidad de Beth, pero son los que son comunes entre los jugadores de ajedrez. Sí que le pone a Beth un problema propio que tiene que ver con su sexualidad. Mientras el ajedrez, tiene reglas claras que puede comprender y utilizar, el sexo no las tiene y por eso la asusta. Así, en el ajedrez se desarrolla enormemente bien, pero no tanto en su sexualidad que se pierde en una especie de limbo.
Volvamos a la serie de Netflix. La pregunta es: ¿por qué este cambio de Beth? Hay quizá una pista en el trato a Jolene, la amiga de Beth desde el orfanato. En la serie, cuando Beth ya es famosa, Jolene aparece un día a buscarla para llevarla al entierro del bedel que le enseñó a jugar ajedrez. Viene en un cochazo y le cuenta que trabaja en una firma de abogados, que es la amante de uno de sus jefes casado, que en parte la mantiene. No es así en el libro. Cuando Beth cae en el alcoholismo piensa que la única que le puede ayudar es Jolene a la que no ha visto desde el orfanato. Consigue localizarla convertida en una entrenadora de gimnasio, pero que quiere prosperar y estudia de noche un máster en Ciencia Política, con los recursos de su salario. Durante meses trabaja físicamente con Beth hasta que logra que se recupere. Así se reanuda la amistad y la solidaridad entre ellas.
Podemos terminar, entonces, con una pregunta central: ¿por qué la serie de Netflix resuelve acompañar la inteligencia de Beth, que la lleva a ser campeona de ajedrez, con otros dos ingredientes: su desequilibrio psicológico, para lo que hay que inventar a una madre loca; y su éxito, que se logra no solo porque es inteligente, sino porque además es muy bella sexi y glamorosa? Es un giro de guion que debe tener alguna explicación. Se hace ¿por necesidades de éxito de público, porque hay un sesgo de género o por alguna otra razón? Porque el resultado final de esta exitosa serie, destacable por su buen diseño y actuación, es que a una mujer no le basta con la inteligencia; hay que dotarla de dos de los estereotipos más clásicos sobre las mujeres, que el feminismo ha intentado combatir.
Judith Astelarra es socióloga.