Ganar la apuesta mediterránea

La presentación oficial e institucional de la secretaría general de la Unión por el Mediterráneo (UpM) y la presencia de su secretario general en Barcelona es un logro importante de la presidencia española de la UE de este semestre, que se culminará con la segunda cumbre de presidentes y jefes de Gobierno de los 43 países de la UpM que se celebrara el mes de junio, lo que impulsará la puesta en marcha de esta organización mediterránea continuadora del Proceso de Barcelona comenzado en 1995, que fijó objetivos ambiciosos para la cooperación entre Europa y el Mediterráneo.

Mucho se ha hablado de Barcelona, de su modelo, su imagen en el mundo, de su presente, pero sobre todo de su futuro. La ciudad que ha impresionado por su creatividad y crecimiento ahora tiene que continuar buscando nuevos caminos y quizá uno de estos horizontes sea volver la vista al Mediterráneo, un mar que a finales del siglo XIII acababa de descubrir a unos emprendedores comerciantes catalanes procedentes de Barcelona en una época de fuerte crecimiento económico y marítimo de la ciudad. Cuando se crearon consolats en 40 ciudades.
La elección de Barcelona es un paso muy importante, pero no definitivo. La capitalidad deberá ganarse día a día a través de sus actuaciones: de hecho otras ciudades llevan varios años remando en esta misma dirección y seguirán los planes para ser un centro decisivo en el Mediterráneo.
Los protagonistas juzgarán la idoneidad del escenario en función de los resultados y no dudarán en modificar sus preferencias si aparecen nuevos o viejos actores con propuestas más audaces u ofertas más atractivas. No se puede actuar como si el éxito dependiese de la historia o como si el futuro estuviese predeterminado por la actual ubicación de la sede
Potenciar la capitalidad de Barcelona es un reto para todos que tendrá sin duda un impacto directo sobre el conjunto de las actividades y en la proyección de la ciudad.
Barcelona está en condiciones de conseguir la capitalidad real, de ser la referencia de una gran área económica mediterránea, pero esto solo es factible aunando voluntades, recursos y una estrategia unificada, un trabajo del conjunto de las administraciones públicas y privadas orientadas hacia este objetivo, contando con el apoyo claro y determinante de la Administración española. Por otra parte, esta es la principal opción de España para la ejecución de su política mediterránea, ya que es prácticamente imposible reinventar alternativas dada la experiencia acumulada de Barcelona.

Es necesario iniciar actuaciones que permitan desarrollar un proyecto integrador para todo el Mediterráneo. Para ello será importante articular un bloque que defienda los intereses del Mediterráneo en el diseño, control y ejecución de los programas destinados a la zona, establecer en Barcelona la Secretaría para el Mediterráneo del Ministerio español de Asuntos Exteriores o potenciar el Institut Europeu de la Mediterrània y dotarle de los medios necesarios para perfilar este impulso estratégico del Gobierno de España, a la vez que su apuesta por Barcelona como ciudad referencia de su política mediterránea.
También es preciso crear una plataforma de coordinación de instituciones públicas y privadas interesadas en la consolidación de Barcelona como capital del Mediterráneo, impulsar el proyecto de Sant Pau como el centro de referencia para la integración mediterránea para acoger a instituciones, organizaciones internacionales o regionales, que trabajan en el Mediterráneo, impulsar nuevas iniciativas panmediterráneas en campos como la innovación, la salud, la biotecnología, el audiovisual, el turismo, entre otros, reforzar la coordinación entre instituciones y empresas para liderar proyectos de cooperación y promover programas sociales y culturales mediterráneos.

Disponer de infraestructuras como un gran aeropuerto, un puerto, recinto ferial, una gran oferta hotelera, distritos de innovación, son herramientas útiles para impulsar una política de promoción internacional capaz de desarrollar una oferta de servicios a las instituciones y empresas que sea a la vez cuantitativa y de calidad. En definitiva, promover en todo el mundo, de forma específica y selectiva el modelo económico de Barcelona en su totalidad y atraer inversiones, congresos, sedes para hacer frente a los retos de consolidar la capitalidad mediterránea. Esto le permitirá consolidar y rentabilizar aún más las infraestructuras y aumentar el interés de las grandes empresas e instituciones internacionales para ubicar sus centros de decisión en la ciudad de referencia de la futura área de integración mediterránea.
Para asegurar la capacidad de influencia se deberá tener una estrategia clara, un discurso sólido, conocimiento profundo de las realidades mediterráneas y la capacidad de creación de la cultura de intercambio que tiene Barcelona. Por eso no se puede dejar escapar esta oportunidad histórica que una vez más el Mare Nostrum brinda. Es el momento de apostar por el Mediterráneo y de trabajar todos para que Barcelona sea el referente de este nuevo sueño de unión.

Anwar Zibaoui, especialista en asuntos árabes y mediterráneos.